Año 3 • No. 147 • Agosto 18 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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La ciencia en Veracruz,
¿apocada y opacada?
Adalberto Tejeda-Martínez
(Facultad de Ciencias Atmosféricas)

En toda parte del planeta habitada por humanos hay huellas de la ciencia, aunque ésta sea muy primitiva. En contraparte, el ambiente es motivo de indagación desde tiempos inmemoriales; y debe serlo ahora con más intensidad en razón de los avances técnicos, del incremento demográfico y de la fragilidad del ambiente ante el embate humano.

El trozo de continente que conocemos como estado de Veracruz y su mar aledaño han sido investigados desde tiempos prehispánicos, y en el siglo xx empezó a ser morada de grupos cuyos objetos de estudio tienen sus fronteras más allá del estado. Hombres que aquí nacieron –como Clavijero– o que aquí llegaron–como Antonio de Ulloa– han contribuido en diversos grados al avance del conocimiento universal.

En lo que hoy es Veracruz antes del siglo xvi se produjeron estelas y quizás códices que describían la fauna y la flora, el ciclo del agua, el paso de cometas, las malformaciones de una enfermedad, el territorio y sus telurios. Por otro lado, los europeos enfrentaron un medio desconocido; varios –por vileza o por ignorancia– destruyeron o desdeñaron el saber de los nativos; otros más visionarios reunieron la información, la interpretaron e incluso experimentaron, y hace 200 años el barón de Humboldt logró una síntesis admirable.

En el xix pasaron por Veracruz infinidad de viajeros para explorar la geología, clasificar plantas y animales, estudiar enfermedades y costumbres. En la pléyade de la Reforma hay que anotar a dos veracruzanos: el astrónomo Francisco Díaz Covarrubias y el médico Rafael Lucio Nájera.

El porfiriato instaló la Comisión Geográfica Exploradora en Xalapa. En la segunda mitad del siglo xx arrancó la conformación de centros de investigación en el estado (la Comisión del Papaloapan, por ejemplo), en los setenta y principios de los ochenta hubo una relativa proliferación (Inireb, Inmecafé, Conafrut) y la uv empezó a confeccionar su sistema de investigación. Aparecieron nombres de veracruzanos en las contribuciones a la ciencia universal –José Ádem en las matemáticas, Julián Ádem en climatología, Carlos Casas Campillo en biotecnología y Gonzalo Aguirre Beltrán en antropología, por ejemplo– como lo habían hecho 100 años antes Lucio con la descripción de la lepra y Díaz Covarrubias con el paso de Venus por el disco solar. Es decir, que si la ciencia no es nuestro fuerte tampoco nos ha sido ajena.

A partir de los ochenta vienen altibajos atados a las crisis y políticas nacionales, y ahora estamos en una situación intermedia en el contexto nacional. Nos superan en densidad de investigadores Morelos, Baja California, Nuevo León, Querétaro, Guanajuato, Michoacán, Puebla, Jalisco y obviamente el df. No crecemos ante el Sureste pero nos opacamos –o apocamos– ante el Centro y el Norte.

Desde el 2001 el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) ha fomentado proyectos de investigación de interés regional con los llamados fondos mixtos. Se trata de recursos que a partes iguales ponen el Gobierno Federal y el estatal respectivo –incluso el ayuntamiento de Ciudad Juárez participa por su cuenta ante la indecisión del Gobierno del Estado. Hay, sin embargo, tres entidades que todavía están en vías de formalizar este mecanismo: Sinaloa, Estado de México y Colima; y cuatro en proceso de negociación desde 2001: Oaxaca, Chihuahua, el df y Veracruz.

Los fondos mixtos son la continuación de los llamados sistemas regionales, que para Tabasco y Veracruz conformaron el Sistema de Investigación del Golfo (Sigolfo). Durante cuatro años (1996-1999) se repartieron bolsas de aproximadamente 20 millones de pesos cada vez para apoyar estudios de trascendencia regional. Muchos académicos, grupos e instituciones dieron un salto cualitativo con estos recursos; muchos temas inexplorados empezaron a ser despejados.

No sé de cierto por qué no se ha firmado el convenio para los fondos mixtos entre el gobierno de Veracruz y el Conacyt. Como sea, los afectados son los investigadores que de 2000 para acá han visto disminuidas sus oportunidades de desarrollo. Mientras tanto, los problemas regionales que reclaman investigación se agudizan: agua, salud, contaminación, riesgos ambientales, energía, alimentos, adicciones, prostitución, emigración, colapsos demográficos, y muchos más.

Hay una visión más o menos común entre algunos políticos: que la capacidad de los grandes centros de investigación en el mundo desarrollado es tal que la investigación en los países en vías de desarrollo –y todavía peor en la provincia– es ociosa. Pero en primer lugar, hay algunos fenómenos tan propios de nuestro medio que no habrá quién venga a estudiarlos para beneficio nuestro. Por el otro, los temas son tan diversos y las oportunidades tantas que no es de extrañarse que un centro de unos cuantos investigadores –al día de las tendencias mundiales y bien comunicados con sus colegas del orbe, lo que hoy es común– pueda rascar la esfera de la frontera del conocimiento. Y si así fuera –contesta el político– ¿de qué nos sirve?

Si le decimos que la respetabilidad de un pueblo también depende de su cultura –¡y que la ciencia también es cultura!– tal vez nos vea con desdén; si le decimos que a veces la ciencia hasta vende y obtiene divisas, nos mirará con más cuidado. Pero claro, hay que empezar por invertir algo. Hace un lustro quizás que Vidal Elías –ahora funcionario en la Dirección de Investigaciones de la uv– propuso generar tecnopolos en Xalapa y sus alrededores. Ojalá algún día los concrete.

Veracruz tiene un Instituto de Cultura (Ivec) que ofrece estímulos a los artistas, ¿y los creadores o innovadores del conocimiento? Muchos estados –Tabasco, para citar a un vecino– tienen su Consejo Estatal de Ciencias y Tecnología y su Sistema Estatal de Investigadores –como Veracruz tiene el suyo de Creadores (artistas).

La Gaceta Legislativa del 10 de febrero de 2004 publicó la iniciativa propuesta por el gobernador Alemán de una Ley de Fomento a la Investigación Científica y Tecnológica. Hubo una invitación a académicos y empresarios para que dieran su punto de vista en una reunión a celebrarse el 1 de abril con la Comisión de Educación de la Legislatura Estatal. A última hora la reunión se canceló. Si posteriormente se llevó a cabo fue sin la amplitud de la convocatoria anterior que a infinidad de académicos nos llegó por correo electrónico.

Es difícil a estas alturas que la Legislatura (LIX) legisle algo, pero la próxima tendrá que hacerlo en esta materia. La iniciativa que deja este Gobierno es un buen inicio: propone la conformación de un Consejo de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico que promovería una mayor coordinación entre distintos niveles y áreas de gobierno, gestionaría recursos para la investigación básica y aplicada, estimularía la permanencia de investigadores en nuestros estado, les otorgaría estímulos económicos, buscaría mantener y aumentar la infraestructura de investigación, promovería su descentralización e involucraría a la iniciativa privada en el fomento a la investigación.

Los candidatos y partidos en campaña deben tocar este tópico, pronunciarse sobre la iniciativa de ley del actual gobierno; pensar en la investigación como un puntal para el desarrollo y no como una moda o un adorno. Éste, junto con otros temas de fondo, inyectaría a las campañas algo de verdadera política, ahora que los ciudadanos comunes sentimos que la politiquería, la publicidad fácil y el eslogan pegajoso empiezan a asfixiarnos.