Año 3 • No. 145 • junio 21 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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  Es cuestión de actitud
Jay Bildstein (Traducción de Benjamín Cabrera, Facultad de Idiomas)
La vida nos ofrece un sinnúmero de hechos y circunstancias. Algunas buenas, otras malas y otras regulares. Podemos prepararnos para los altibajos que la vida nos depara, pero no podemos controlar todo. Muchas de las cosas que nos suceden son el resultado de circunstancias imprevistas. Al hacer frente a la incertidumbre y a los inevitables retos diarios, nuestro aliado más importante es la actitud. Una buena actitud.

Nuestra habilidad para disfrutar la vida está determinada por la forma en cómo percibimos nuestras experiencia más que por las experiencias mismas. Podemos tener momentos difíciles y verlos como una maldición, o considerarlos como experiencias de aprendizaje, mediante lo cual nos preparamos para un éxito en el futuro. La diferencia entre estos puntos de vista estriba en nuestra actitud. Una buena actitud es para nuestra vida lo que el sol es para las plantas. Nos ayuda a crecer, fomenta no sólo nuestra supervivencia, sino también nuestra habilidad para florecer.

Podemos considerar que el desempeño deficiente ante una prueba es el resultado de una baja autoestima o podemos tomarlo como un estímulo para trabajar con más entusiasmo la próxima vez, para así, demostrar de qué estamos hechos realmente. Quizá seamos derrotados en un partido y con esto nos consideremos perdedores, en cambio, podemos aceptar tal fracaso como un simple éxito fallido, lo cual nos estimula para hacer un mejor esfuerzo en el próximo encuentro. Lo que nos guía y ayuda a ver las cosas como oportunidades y no como tormentos, es una actitud positiva.

Emociones tales como la tristeza, desconfianza, temor, e inseguridad invaden a la gente de vez en cuando. El remedio, el medicamento, el antídoto para estos sentimientos es la actitud, una actitud experta y hábil que nos fortalezca para creer en las promesas que nos depara el mañana.

Entre más positivos seamos, más podremos ayudar a nuestros semejantes. Nuestro valor ante la sociedad se incrementa cuando nos respetamos a nosotros mismos. Nuestra autoestima está en proporción directa con lo que creemos. No podemos ver o apreciar nuestro panorama general de la existencia, en cambio, ésta nos guía en la manera en cómo apreciamos las experiencias de la vida. Una actitud positiva es esencial para una vida plena.

Agradecemos también la participación de Dulce Mei Lai Chong Vences, Veracruz, Sofía Velázquez López, Administración de Empresas Turísticas-Veracruz, Daniel Chávez Zamudio, Universidad Mexicana Unimex y Benjamín Cabrera Hernández, de la Facultad de Idiomas, por sus respectivas traducciones.