Muchas
veces, al encontrarnos en casa, en la escuela o en algún
otro lugar conocido, nos sentimos cómodos y sabemos cómo
comportarnos y cómo interactuar con los demás. En
pocas palabras: funcionamos bien en estos espacios. Sin embargo,
aunque lo hayamos olvidado ya, siempre hubo una primera visita a
estos sitios y en ese momento no eran tan conocidos. Tal vez guardamos
el recuerdo de nuestro primer día en la escuela como algo
no placentero. Otras veces nuestro recuerdo está nublado,
sobretodo cuando hablamos de nuestra primera vez en un restaurante,
en un cine, en una iglesia, o en una biblioteca.
Lo cierto es que cada espacio tiene características especiales
que imponen reglas de comportamiento, con las cuales, al aprenderlas
y seguirlas, funcionamos mejor y nos sentimos mucho más cómodos.
Por ahora, no tenemos problemas en un salón de clase, el
cual aunque hoy sea universitario, guarda mucha semejanza con los
que hemos conocido a través de nuestra educación.
Conocemos estos espacios, sus movimientos y las interacciones que
se dan entre maestro-alumno y entre
alumno-alumno.
Conforme ampliamos nuestro mundo conocido, encontramos espacios
novedosos que se nos presentan como una incógnita, a los
cuales nos acercamos con temor, pero al conocerlos más a
fondo terminamos por aceptarlos y aprovecharlos o bien, nos alejamos
por no sentirnos cómodos ni con el espacio físico,
ni con las interacciones que ahí se desarrollan.
Uno espacios novedoso puede ser un centro de autoacceso. La uv cuenta
con una red de éstos en todas las regiones del estado, y
seguramente nos hemos acercado a ellos con cierta lentitud, por
percibirlos como diferentes; ya que no nos son familiares y tardamos
en conocerlos antes de aprovecharlos a fondo. El aspecto que más
nos resulta novedoso de estos centros es estar solo al estudiar,
sin interacción con los demás y sin la guía
cercana de un maestro.
Pues sí, en el centro de autoacceso estamos aparentemente
pues no existe la noción de grupo. Sólo vemos personas
a nuestro alrededor con quienes aparentemente no tenemos
mucho en común. Sin embargo, todos estamos dentro de un mismo
esquema; trabajamos, de manera aislada, hacia un objetivo común:
el autoaprendizaje de un idioma extranjero. Aquí buscamos
un espacio de práctica o de aprendizaje donde somos nuestros
guías del ritmo y calidad de trabajo. Eso nos une y nos hace
formar parte de un mismo grupo de trabajo. El simple
hecho de coincidir de manera cotidiana en un mismo espacio, nos
hace sentirnos entre gente conocida, que a través de las
actividades organizadas por el centro: inducción, conversaciones,
sesiones grupales o sesiones culturales, podremos conocer de manera
más personal. Esto nos llevará a sentirnos cómodos
con todos aquellos que tienen que ver con un Centro de Autoacceso
usuarios, asesores o personal y así poder aprovechar
las grandes ventajas que ofrecen estos espacios universitarios a
cada uno de nosotros. Dudas: www.uv.mx/portalcadi/.
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