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Universidad
Veracruzana:
60 años de servicio |
La
máxima casa de estudios de Veracruz avanza con paso firme para
consolidarse como una institución de prestigio nacional, gracias
al esfuerzo sostenido de nuestra comunidad universitaria. El trabajo
coordinado y el empeño cotidiano de estudiantes, profesores,
investigadores, artistas, extensionistas, personal administrativo
y directivo, basados en la mística de la superación
individual y colectiva, imprimen una dinámica de cambio institucional
que destaca nacionalmente. Lo hemos dicho en otras ocasiones y lo
reiteramos: La UV es hoy referente nacional en cuanto a innovación
y calidad académica, administrativa, cultural, tecnológica,
física, deportiva y organizacional. No sólo lo decimos
nosotros, así lo han establecido distintos organismos expertos,
tanto del país como del extranjero; así está
documentado a través de los múltiples reconocimientos
que reciben continuamente nuestros alumnos y los miembros del personal
académico, administrativo y directivo.
Frente a estos logros palpables, conviene volver la vista atrás
para recordar sueños y pasadas realidades. Especialmente ahora,
que se cumplen 60 años de la fundación de nuestra universidad.
Cuando en 1940, los legisladores veracruzanos tomaron la sabia decisión
de promulgar la primera Ley Orgánica sobre la que habría
de constituirse, cuatro años después, la UV, se imaginaban
un centro de excelencia con la alta misión social de promover
una sociedad más justa y equitativa. Por ello, quedó
asentado en su estatuto orgánico fundacional la aspiración
de convertirla en la institución articuladora de los nobles
esfuerzos educativos que diversas escuelas y facultades emprendían
de manera independiente en el estado. Es así que el 11 de septiembre
de 1944 se le declaró solemnemente constituida.
Conviene resaltar, además, que con un encomiable enfoque de
anticipación social, sus fundadores señalaban que la
nueva institución debería estar comprometida con su
entorno, ubicarse a la vanguardia de su tiempo y orientar su esfuerzo
hacia el engrandecimiento de lo más valioso que tenemos, que
es nuestra gente. Visualizaban una universidad humanista y científica
que extendiera hacia la población los beneficios de la cultura
y que creara y recreara conocimiento socialmente útil, a partir
del desarrollo y la divulgación de la ciencia
y la técnica.
Es mucho lo que la UV ha logrado en su ilustre andar. Es mucho también
lo que ha aportado en su afán de acercarse a sus grandes ideales.
Decenas de miles de profesionales formados en sus filas han contribuido
a la prosperidad de Veracruz, de la región sur-sureste del
país y del conjunto de la nación. Su bien ganado prestigio,
allende las fronteras, en los campos de la cultura y las artes, las
humanidades y las ciencias la posicionaron, a partir de la década
de los 60, como una universidad protagónica en el ámbito
universitario nacional. En la segunda mitad de la década de
los 70 y durante los 80, nuestra institución emprendió
con arrojo mayúsculo un crecimiento diversificado geográficamente
que la llevó a constituirse en la universidad estatal de mayor
grado de desconcentración en cuanto a oferta de estudios superiores
en el país.
La primera mitad de la década de los 90 fue crucial para que
nuestra institución consolidara aspectos estructurales básicos
como los de carácter normativo, escolar y financiero que servirían
de base para una planeación de su desarrollo en el largo plazo.
Fue en ese contexto que, hace siete años, cuando tomé
posesión como el primer Rector de nuestra etapa autónoma,
compartí un sueño con la comunidad universitaria.
En ese momento expresé: Mi sueño es hacer de mi
Alma Mater una institución sólida, que se proyecte con
un alto prestigio hacia el siglo XXI, que haga de cada uno de sus
universitarios, profesionales orgullosos de su pertenencia institucional;
egresados que enfrenten con éxito sus metas personales y que
cultiven el amor por su estado y su nación. Maestros, investigadores,
directivos, artistas y trabajadores que busquen como primera finalidad
el progreso y buen desempeño de su institución; que
tengan en la universidad el espacio y las condiciones para realizar
su mejor esfuerzo y que, a la vez, les facilite su superación
individual. También dije: Mi compromiso es hacer
todo lo que está en mí para hacer ese sueño realidad.
La forma de gobierno que iniciábamos era absolutamente novedosa.
Debíamos actuar de manera autónoma y, en consecuencia,
con gran madurez y responsabilidad social. Debíamos mostrar
a la sociedad veracruzana, con nuestro desempeño cotidiano,
que no sólo no se habían equivocado al otorgarnos la
autonomía, sino que la institución se podía proyectar
con más fuerza a través de su auto-gestión institucional,
aunque, desde luego, con el indispensable respaldo solidario del gobierno.
Más aún, debíamos ofrecer certidumbre sobre nuestro
auténtico compromiso con los grandes temas de Veracruz, del
país y de México frente al contexto internacional actual.
No es paradójico, entonces, que precisamente en esta etapa
de autonomía institucional es cuando la universidad mantiene
el mayor número de proyectos de vinculación con los
sectores públicos, privados y sociales de toda su historia.
Tampoco es casual que, sin menoscabo de su autonomía, nuestra
universidad se haya volcado hacia los procesos externos de evaluación,
fiscalización, acreditación y certificación de
sus egresados, de su personal académico, de sus programas,
de sus procesos, de sus sistemas y de sus servicios.
Sabíamos bien que a mayores grados de certidumbre social sobre
nuestro quehacer, le corresponderían mayores niveles de respaldo
social y, por tanto, perspectivas crecientes para establecer todo
tipo de alianzas estratégicas.
Teníamos muy claro, además, que tales alianzas nos conducirían
a acrecentar nuestras fuentes alternas de financiamiento. Con ello,
se cumple el círculo virtuoso de la actuación institucional
responsable; comprometida con las grandes causas sociales; basada
en la eficacia, la eficiencia y la transparencia; objeto, entonces,
de mayor credibilidad social y, por tanto, generadora de múltiples
alianzas y beneficios recíprocos.
De ahí la importancia de acrecentar la imagen pública
de la uv como una institución estable que busca afanosamente
promover entre sus miembros una mentalidad orientada al logro exitoso
de metas nobles. De ahí la trascendencia de cultivar entre
nuestra gente la mística esencial que destaca que nuestro destino
individual y colectivo no depende de otra cosa más que de nuestro
propio esfuerzo y disciplina.
Si bien es cierto que hoy tenemos un balance de grandes realizaciones,
también lo es que aún tenemos metas no cumplidas, metas
pendientes. Pero, si es posible hablar de auto-estima institucional,
entonces debemos sentirnos orgullosos de nuestros logros. Esa es la
base de la confianza colectiva y en uno mismo; aquella que se necesita
para continuar emprendiendo grandes vuelos, con seguridad y tenacidad;
aquella que es indispensable para aspirar a grandes metas y para alcanzarlas
exitosamente. A la comunidad universitaria le corresponde determinar
hasta dónde desea llegar, hasta qué grado desea contribuir
a la sociedad a la que se debe, con qué nivel de esfuerzo desplegar
su funcionamiento futuro. A la sociedad le corresponde determinar,
a partir de nuestros propios resultados, el nivel de apoyo solidario
que nos puede brindar y la intensidad de las relaciones de beneficio
recíproco que desee establecer conjuntamente con nosotros.
Veo dos grandes rutas que amplían notablemente la futura contribución
social de nuestra casa de estudio, más allá de nuestra
misión institucional tradicional. Una evidente es la que se
desprende de nuestro lema actual de trabajo y que busca la construcción
de un nuevo paradigma universitario. Hemos insistido que la UV está
en proceso de constituirse en una auténtica agencia de distribución
social del conocimiento. Esto implica continuar expandiendo sus actuales
tareas de extensión universitaria hacia las comunidades, los
municipios, los pequeños productores y las micro, pequeñas
y medianas empresas. Pero también conlleva a hacer un uso más
intensivo de las recientes tecnologías y metodologías
con que ya contamos para acrecentar las oportunidades tanto de los
jóvenes en edad universitaria que no tienen acceso a la educación
superior como a los profesionales en ejercicio que requieren de la
educación continua y a los miembros de la sociedad que desean
ampliar su conocimiento sobre temas diversos.
Nos resulta evidente que si Veracruz toma los pasos correctos, está
en condiciones de operar un sistema de vanguardia nacional que lo
lleve en plazos perentorios a exportar a otras entidades y latitudes
un enfoque de colaboración interinstitucional que anticipamos
como solución efectiva para la ampliación
exponencial de oportunidades educativas socialmente útiles
y de calidad.
Quiero decirlo con mayor claridad: La UV cuenta hoy con los recursos
humanos calificados, con alianzas estratégicas establecidas
con instituciones expertas del mundo, con la base tecnológica
y operativa, y con los sistemas de soporte académico, logístico
y de gestión escolar para liderar estratégicamente la
operación de un consorcio interinstitucional que amplíe
de manera significativa la oferta de cursos básicos y de programas
orientados a la competencia laboral en nuestro estado.
Basados en esa certidumbre, estableceremos en breve un programa de
reuniones de trabajo con directivos de instituciones académicas
hermanas para emprender la primera etapa de un consorcio que empiece
a ofrecer programas puntuales en septiembre del año próximo.
Puedo afirmar lo anterior, porque nuestra institución se ha
venido preparando, desde hace cinco años, en varias áreas
de innovación relacionadas con este propósito. Más
aún, varios de nuestros directivos y académicos se encuentran
hoy liderando diversos proyectos relacionados con esta ambiciosa iniciativa,
tanto en redes de colaboración nacional como internacional.
Otra ruta de contribución institucional está relacionada
con la gran deuda histórica que nuestro país tiene con
nuestras poblaciones marginadas. Hemos insistido en que las instituciones
de educación superior pueden convertirse en verdaderos motores
de desarrollo local si efectúan las acciones correctas y constituyen
alianzas con organismos públicos, privados, no gubernamentales
y civiles para emprender esfuerzos eficaces dirigidos al fortalecimiento
de las capacidades de auto-gestión comunitaria para la productividad
y para una mayor calidad de vida.
Nuestra casa de estudios ha alcanzado prestigio nacional en la materia
y esto se ilustra con los cinco premios nacionales anuales consecutivos
que ha obtenido en sus tareas de servicio social comunitario. He aquí
otro ejemplo donde es posible aplicar un programa interinstitucional
de cobertura estatal. Sabemos que la humanidad vive hoy inmersa en
la sociedad del conocimiento, que no hay recurso más valioso
para la prosperidad que la educación; una educación
integral que ofrezca al individuo y a su colectividad las mejores
perspectivas de desarrollo basadas en la convicción optimista
de que su destino les pertenece; una educación que enaltezca
los grandes valores de la solidaridad, la tolerancia y el respeto
a la diversidad, la civilidad, la vida armónica social y con
el medio ambiente, el amor a la nación y a lo que nos da identidad
y fortaleza frente a otras culturas; una educación que subraye
que un país fuerte se conforma de individuos fuertes, familias
fuertes, comunidades fuertes, organizaciones fuertes y que es tarea
de cada uno de nosotros contribuir al respecto.
Desde la educación debe promoverse la certidumbre de que cada
individuo, si se lo propone, está en condiciones de desplegar
su mejor potencial para cumplir sus sueños. Una educación,
en suma, que apuntale la auto-estima y la capacidad individual y colectiva
como base de la prosperidad distribuida. Por ello es fundamental la
apuesta a la educación; por ello es crucial para nuestra nación
la educación pública. Por esas razones, debemos cuidar
y respaldar a las universidades públicas, porque tienen la
encomienda de hacer llegar el beneficio de la educación a los
sectores menos favorecidos de la población y, además,
hacerlo con la mejor calidad para que se constituya en un verdadero
mecanismo de movilidad social y de progreso.
Ahora que la UV cumple 60 años de vida, nuestra comunidad ratifica
ante la sociedad, nuestro compromiso ineludible de hacer todo lo que
está en nuestras manos para continuar engrandeciendo día
a día a la máxima casa de estudios del estado. Lo hacemos
porque estamos concientes de nuestra gran responsabilidad social.
También lo hacemos porque estamos convencidos de que no hay
nada más noble que ser partícipes activos de la educación
de nuestras futuras generaciones. Estos son días de celebración
para la universidad. Festejaremos nuestro cumpleaños, por cierto,
con un magnífico premio. La Asociación Hispana de Colegios
y Universidades (HACU), organización que aglutina a más
de 400 instituciones del vecino país y de más de 30
centros educativos de Latinoamérica y España, nos ha
informado recientemente que sus miembros han decidido de manera unánime
otorgarle a la UV el Premio a la Universidad Internacional Ejemplar.
Esta distinción nos llena de orgullo y nos compromete a seguir
trabajando para superar los temas pendientes y para abrir nuevas rutas
de aportación institucional. |
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