Año 4 • No. 154 • octubre 4 de 2004
Xalapa • Veracruz • México
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El de 1968, primer movimiento
de la sociedad civil en México
Vietnam García León
“El movimiento estudiantil de 1968, es el primer movimiento de la sociedad civil en México”, aseguró el historiador Javier Ortiz Aguilar, maestro de la Universidad Veracruzana, quien aseguró que “la democracia plural e incluyente no es un descubrimiento de los neoliberales, fue un descubrimiento de la lucha política en México, donde pugnábamos por esa libertad incluyente desde 1968”.

El catedrático de la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana, entrevistado a propósito de la trigésimo sexta conmemoración del movimiento social más plural que ha existido en la época reciente, expresó que el movimiento estudiantil de 1968 no tuvo una línea muy determinada sino que “fue una verdadera alianza de todos los sectores políticos de la sociedad mexicana, que pugnaron por un objetivo común, las libertades democráticas en México”.

“La verdadera transición democrática no está en el 2000, sino en 1968, porque los participantes planteaban la necesidad de una democracia, plural, incluyente como fundamento de todo desarrollo económico del país y no a la inversa”, afirmó Ortiz Aguilar.

La herencia que dejó el movimiento de 1968 cubrió, sino todos, muchos de los ámbitos de la sociedad, explicó el historiador: “desde el punto de vista de la literatura de ‘ficción’ surge la literatura de ‘la onda’, que es antecedente inmediato de las manifestaciones literarias contemporáneas; no puede uno entender qué pasa en la actualidad, sin leer a Parménides García Saldaña o a José Agustín”.
Desde el punto de vista de la historia, continuó, es en 1968 donde se percata de la insuficiencia de la historia oficial y hay una coincidencia muy especial, por un lado la concienciación del autoritarismo en el país y de una historia que la justificaba y por el otro la llegada de Fernand Braudel a la Universidad Nacional Autónoma de México y después se discute la escuela de los anales, Brandel y Lucien Febre discuten lo que (ahora) es cotidiano entre los historiadores.

Otro de los legados del 68 se da con respecto a la educación, a la docencia, precisó el entrevistado: “conocemos a Michel Foucault y empezamos a descubrir el autoritarismo existente en las escuelas, a partir de ese momento se discute en las facultades o por cualquier persona que le interesaba la educación, si la educación tiene como finalidad la reproducción del sistema o despliegue de las capacidades humanas”.

El historiador también señaló que no toda la herencia del movimiento es propositiva, dado que en mucha medida el 68 todavía está atrapado en una concepción occidental de la democracia, pues la concepción de multiculturalidad no está presente sino hasta generaciones posteriores además en nombre de la libertad en 1968 se perdió mucha formalidad, que se expresa en la informalidad de las prácticas educativas, en la investigación científica y en el sentido práctico.

Nos somos machos pero somos muchos

Otras de las herencias del movimiento de 1968 es la pluralidad y el rompimiento de esquemas, cada quien se expresaba como cada quien era, cada quien hacía los carteles que quería hacer, cosas tan intrascendentes y otras mucho más importantes: “por mencionar alguna, recuerdo el cartel que portaba un homosexual en el que se leía ‘No somos machos pero somos muchos’; cada quien tenía el derecho a expresarse”.