Año 4 • No. 154 • octubre 4 de 2004
Xalapa • Veracruz • México
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Psicoanálisis y Vida Cotidiana
Ana O. y Josef Breuer
Alejandra Márquez Ramírez
(Miembro fundador de la Red Analítica Lacaniana)

Uno de los casos clínicos más importantes en la historia del Psicoanálisis es el de la señorita Ana O. Esta paciente fue atendida por Josef Breuer en la Viena de 1880, se trataba de un caso de histeria. Breuer era un famoso médico vienés y notable hombre de ciencias que compartía con Freud los mismos intereses científicos, por lo que no tardaron en trabar amistad. Ambos estaban interesados en el estudio de la histeria, trastorno que se presentaba principalmente en las mujeres; de ahí su nombre, la palabra histeria viene del término griego hysteron que quiere decir útero.

En aquel entonces, los médicos le daban poca importancia a este trastorno pues consideraban que las pacientes fingían los síntomas, puesto que éstos no tenían un origen orgánico, y así la histeria era cosa de simulación y no merecía ocupar el valioso tiempo de los médicos. En otros casos se consideraba un trastorno del útero, y era tratada mediante la extirpación del clítoris. En mi opinión, aún actualmente, la histeria es un trastorno incomprendido, puesto que escapa a la lógica, no se encuentra una explicación racional u objetiva de muchos de los síntomas por lo que generalmente se tiende a descalificar, a menospreciar y a tratar despectivamente a la histérica, pues no nos cansamos de decirle que: “no tienes nada” o bien le recetamos un tranquilizante para que se calme. En otros casos una limpia o un exorcismo se convierten en la aparente cura para estos síntomas. Veamos lo que pasó con Ana O y su doctor.

Bertha Pappenheim (Ana O.) es descrita por su médico como una joven inteligente, sumamente atractiva por su físico y por su personalidad, de carácter enérgico, tenaz y persistente y a la vez bondadosa y compasiva. El padre de Ana, a quien ella amaba con pasión contrajo una enfermedad y muere al cabo de un año. En los primeros meses de su enfermedad Ana se consagra a su cuidado, al grado que entra en un estado de debilidad y anemia que la aleja de su padre, al poco tiempo empezó a manifestar una serie de graves perturbaciones, como una parálisis de tres extremidades, con contractura y anestesias, perturbaciones de la vista y del habla, incapacidad para alimentarse y una penosa tos nerviosa. Lo más interesante era la existencia de dos estados de conciencia enteramente separados. En uno de ellos, aunque triste y angustiada actuaba de manera relativamente normal, en el otro se comportaba de una forma caprichosa, insultaba, arrojaba las almohadas en la medida que su contractura se lo permitía, se oponía a las indicaciones terapéuticas, hablaba solo en inglés pues parecía haber olvidado el alemán, su lengua materna. La transición de uno a otro estado se denotaba por una fase de auto hipnosis, de la que despertaba con mente clara y normal, este momento coincidía con las visitas de Breuer, y pronto ella tomó el hábito de narrar a éste los acontecimientos desagradables del día. Ante el asombro de Breuer la paciente mostraba una mejoría, pues los síntomas desaparecían después de haber sido narrados. Consciente de esto, Ana bautizó a este procedimiento con el nombre de cura de conversación o limpieza de chimenea.

Entusiasmado con los resultados y en vista de la abrumadora cantidad de material, Breuer agregó a las sesiones de la tarde, sesiones matinales de hipnosis, lo que implicó dedicar horas enteras, todos los días, durante más de un año, lo que dio como resultado un nuevo método terapéutico, que él denominó catarsis y que es el antecedente de la asociación libre, método característico del Psicoanálisis.

La relación de Ana y Breuer produjo otro resultado inesperado, la esposa de Breuer terminó por sentirse molesta y celosa por no oírle hablar de otro tema, así sus protestas, lo llevaron a tomar la decisión de dar por terminado el tratamiento. Ante esta noticia Ana sufre una recaída por lo que Breuer es llamado nuevamente y la paciente que siempre se había mostrado como un ser asexual, estaba sintiendo ahora los dolores de un falso parto histérico, culminación lógica de un embarazo imaginario que se había iniciado y seguido inadvertidamente, en respuesta a la atención médica de Breuer, quien con una mezcla de amor y culpa, viajó con su mujer a Venecia donde pasaron una segunda luna miel, cuya consecuencia fue el nacimiento de una niña.

Años más tarde, Ana se recuperó y se convirtió en la primera asistente social alemana y una de las primeras en el mundo, también dirigió sus esfuerzos en beneficio de la mujer y de su emancipación. Nunca se casó.

Este caso llamó poderosamente la atención de Freud cuando oyó hablar de él, después de que Breuer lo dio por terminado. Su impresión fue tal que le llevó a comentar con él una y otra vez lo detalles del caso. Así se inicia una relación de colaboración entre Freud y Breuer que culmina con la publicación 12 años después de los Estudios sobre la histeria, texto considerado como el punto de partida del Psicoanálisis.

De los motivos que llevaron a Breuer a dar por terminado el tratamiento de Ana O. y de su propia experiencia con sus pacientes histéricas Freud comprendió que aquella relación especial de tanta eficacia terapéutica tenía una base erótica, ya fuera oculta o manifiesta. Años más tarde declaró que los fenómenos transferenciales siempre le habían parecido una prueba irrefutable de la etiología sexual de las neurosis.