Año 3 • No. 146 • junio 28 de 2004
Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 Información General

 Información Regional

 Inter Nautas
 
 Arte Universitario

 Halcones al Vuelo


 Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos

 
Nuestra otra voz
La situación social de Juchitán
Karina Arriaga Murrieta
Pablo de Jesús Aquino López nació en Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, localidad ubicada en el Istmo de Tehuantepec. Cuenta que, cuando era muy pequeño, tuvo que mudarse a Nanchital de Lázaro Cárdenas del Río, Veracruz, pues su padre empezó a trabajar en Petroquímicas Pajaritos.

Hace casi dos años, en un intento por aprender más de la compleja sociedad que lo rodea, ingresó a la licenciatura de Sociología y está a punto concluir el cuarto semestre. Atento a las expresiones culturales que se manifiestan en la UV y tras una reflexión sobre su propia identidad, él decidió relatar lo siguiente acerca de su tierra natal:

Jesús Aquino López
“Actualmente Juchitán es una ciudad grande, con una población de alrededor 500 mil habitantes, pues ha crecido y se ha urbanizado bastante, aunque aún conserva algunos rasgos típicos. Algo que puede verse en Juchitán es que la mayoría de la población está integrada por mujeres, las cuales sostienen sus hogares y sacan adelante a sus familias.

”Uno de los edificios más bonitos del lugar es la iglesia de San Vicente, cuya arquitectura es notable. También hay muchos mercados que reúnen a gente de los alrededores para comerciar productos del campo, artesanías y joyas de oro, ya que allá se acostumbra portarlas en fechas importantes y de manera prolija.

”Para subsistir muchos se dedican a cultivar el campo; siembran tomate, plátano dominico, nuez, garbanzo, toronja e ixtle, entre otros, y los que no cuentan con mucho terreno para sembrar tienen hortalizas. Otros se dedican a la ganadería.
”En mi tierra se conservan todavía varias tradiciones, costumbres y hasta la lengua, ya que un gran porcentaje de los habitantes habla zapoteco.

”Entre las costumbres que puedo mencionar está la del novio que se roba a la novia. Esto quiere decir que el hombre se lleva a la muchacha que le interesa a vivir a la casa de éste, con sus padres. Más tarde, manda un mensaje a los progenitores de la susodicha para avisarles que está con él. Entonces, los familiares de la novia visitan la casa del novio y allí les brindan un pan llamado marquesote y mexcal. Lo que procede entonces, es comprobar la virginidad de la mujer, por lo que, a solas, el muchacho pone un paño en la parte íntima de su novia para saber si es así. Si no es virgen, se acostumbra reclamar al padre y el futuro esposo puede pedir una indemnización por engaño. Esta costumbre ya está en desuso, ya que ahora las parejas se unen de otra manera, mucho más convencional visto desde la mente mestiza.

”Por otra parte, Juchitán presenta una problemática social que ha creado un ambiente de inseguridad. Hay un gran índice de alcoholismo entre los hombres, traficantes de drogas, paso de indocumentados y violencia generada por personas que vienen de fuera, como los jóvenes que pertenecen a la Mara Salvatrucha.

”Además, he visto un fenómeno de aculturación en los jóvenes, pues prefieren actuar de acuerdo a influencias extranjeras, sobre todo de Estados Unidos. Como contraste, existen grupos de jóvenes que han creado un movimiento de izquierda, quienes están muy interesados en rescatar las manifestaciones culturales y artísticas del pueblo de diversas maneras.

”En cuanto a las personas de más edad, éstas prefieren conservar sus costumbres. Es típico ver a grupos de ancianos tocando la guitarra y contando anécdotas en zapoteco.

”Otra característica en Juchitán que llama la atención, a nivel social, es que se da mucho el homosexualismo de manera abierta. Además, hay un transexualismo marcado. La gente lo tolera y acepta, pero aún hay rasgos de homofobia entre la población masculina.

”Yo no hablo zapoteco, creo, he de reconocerlo, porque tal vez me avergonzaba aprenderlo y lo que los demás pensaran de mí; pero ahora lo lamento, ya que me he dado cuenta del valor que éste tiene y del lazo que puede representar con mi gente.

”Hoy en día me gustaría aprender los bailes, la lengua, y preservar algunas tradiciones de mi tierra natal, pese a que ya no estoy allá y no puedo definirme como un auténtico indígena, puesto que hace falta convivir a diario con la comunidad para serlo. Sin embargo, estoy en la búsqueda de mi identidad y lo indígena forma parte fundamental de ello.”