Año 4 • No. 155 • octubre 11 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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Autonomía
Sergio Valdivia Navarro
Un aspecto importante del aprendizaje autónomo es nuestra visión y el valor que le damos a nuestros procesos de evaluación. Para esto, haré un breve análisis de lo que sucede en el entorno del salón de clase, bastante familiar para todos.

Nuestros maestros, además de ser aquellas personas que nos acercan al conocimiento, tienen la consigna de “evaluar” la calidad y cantidad de nuestro aprendizaje y desempeño en los cursos. Evaluación que sirve de parámetro para, indirectamente, valorar su propio desempeño y por extensión el de la institución a la que asistimos.

Desde nuestras primeras experiencias en educación institucional hemos sido testigos, y sujetos de los procesos de evaluación, que nos han provocado todo tipo de reacciones emocionales. Con esto, me refiero a nuestras reacciones ante los “exámenes”, “pruebas” o como quieran llamarles. Estas reacciones han llegado, incluso, al rechazo de nuestra vida escolar, que después de tanto tiempo no logramos superar, a pesar del número de exámenes que hemos y seguimos presentando.

El uso y aplicación institucional que se les da a los exámenes es, normalmente, la de un instrumento de decisión para la acreditación de los cursos. Pero, sin embargo, equiparamos nuestra calificación con nuestro aprovechamiento y poco dudamos que un siete o un 10 sean el reflejo real de lo que sabemos de la materia. Estos exámenes y sus calificaciones buscan ser imparciales y objetivos, pero no siempre se logra, dejando una medición inexacta de lo que en realidad hemos aprendido.

Recordemos todas aquellas calificaciones de 10 que en silencio reconocemos que no merecemos; o aquellas bajas calificaciones que no tan en silencio, comentamos lo erróneas que son a nuestro parecer. Creo que las calificaciones, tienen un valor relativo y nos dan una idea temporal y parcial de nuestro aprendizaje, ya que nos encontramos bajo condiciones muy especiales al presentar nuestros exámenes.

¿Qué pasa con los esquemas de evaluación, cuando pensamos en una propuesta de mayor autonomía en el aprendizaje? Cuando promovemos un acercamiento al aprendizaje, a través de una visión autónoma, debemos considerar el valor que estos instrumentos tienen para el mundo institucional, pero sobretodo, el valor y significado que tienen para nosotros como estudiantes de alguna materia del conocimiento humano.

Nuestro aprovechamiento va más allá de estos mecanismos de valoración que, si bien tienen su utilidad institucional, no son un reflejo “fiel” de lo que vamos aprendiendo. En una visión autónoma de aprendizaje, se considera a las evaluaciones, únicamente, como un instrumento de reflexión. Lo cual nos lleva a una mejor toma de decisiones con respecto a las acciones que podemos tomar en nuestros procesos de aprendizaje.

De este modo, valoramos nuestra opinión personal como un mejor acercamiento a la realidad de nuestras capacidades y limitaciones, lo cual nos lleva a consolidar la confianza sobre lo aprendido y a mejorar nuestra actitud al enfrentar las tareas que nuestro campo de desempeño académico presenta ante nosotros.
Fe de erratas: Por un error de esta redacción, en el número anterior de UniVerso fue seccionada la información de este artículo, por lo que en la presente edición publicamos la versión completa.