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Nuestra
otra voz
La celebración de Xantolo en la Unapei
Karina Arriaga Murrieta |
En
mi pueblo la gente mayor cuenta que hace mucho tiempo, había
un cerro donde un dios tenía prendidas muchas velas, cada
una de éstas era la vida de un hombre en la Tierra. Cuando
se apagaba la vela, el hombre moría. Pero muchos querían
continuar viviendo y para prolongar sus días, subían
al cerro y volvían a prender la vela que les tocaba. El
dios se enojó y partió el cerro para que ya nadie
más le hiciera trampa. Ahora se recuerda esa historia en
Día de Muertos, cuando les prendemos velas a nuestros difuntos
y así les otorgamos un tiempo de vida mientras están
de visita.
Estas palabras son parte de la explicación que dio Agustín
Cruz Hernández sobre la celebración del Día
de Muertos o Xantolo, tal como se conoce en su comunidad.
Oriundo de una comunidad de Chicontepec, este joven estudiante
de Derecho e integrante Unapei ayudó este año
en el montaje del altar de muertos, tradición de la Unidad
desde que inició labores.
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Agustín
Cruz Hernández
al lado del altar.
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El
pasado 28 de octubre se rindió homenaje a la tradición
de poner altares y poner la ofrenda a los muertitos en el Centro Estudiantil
Universitario (CEU), bajo la iniciativa de la Unapei. Allí,
Agustín hizo una sentida semblanza de lo que significaban cada
uno de los elementos puestos en el altar, de acuerdo a lo aprendido
de sus mayores. Una de las cosas más notables es que destacó
la importancia de preservar estas tradiciones y trasmitirlas de generación
en generación como un valioso tesoro de nuestra identidad.
En Chicontepec los días principales de Xantolo
son el 1 y 2 de noviembre. El 1 se le dedica a los niños, día
en que los ahijados le llevan ofrendas a sus padrinos de pila o bautizo.
Esta tradición se inicia con una peregrinación y la
ofrenda consiste en que los niños llevan en un morral o chiquihuite
refrescos, un gallo, aguardiente, pan, cerveza y una vela; las niñas
llevan en su canasta tamales, pan, una gallina y una vela. Al llegar
a la casa del padrino, él los recibe y los lleva al altar donde
le entregan la ofrenda y así el padrino la coloca en el suelo;
luego cada ahijado le entrega su vela, el padrino la toma y la prende
para colocarla junto a la ofrenda, adelante del altar. Después,
los acompaña a tomar pan y chocolate y se despiden. |
Trío Xochikoskatl en la celebración.
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El
arco del altar del día de Muertos se comienza a elaborar una
semana antes. Tradicionalmente son tres arcos, el principal que es
para los que se recuerdan y lloran los familiares, el segundo es para
los amigos o conocidos y el tercero para aquellos que nadie recuerda
en casa, éste se ponía antes a la entrada de la casa.
Ahora ya es más usual poner un solo arco. Éste representa
la entrada de los muertos al mundo de los vivos, podríamos
decir que es el paso del inframundo a la Tierra. Decimos esto porque
nuestros antepasados hacían esta fiesta en honor y veneración
del dios de la muerte, ya que si no se realizaba se creía que
las almas de sus seres queridos no descansarían en paz y estarían
vagando derramando lamentos, destino que sería compartido al
morir por quienes no hicieran esta celebración.
Actualmente, el arco se adorna con flores de cempoalxóchitl
(flor de los 20 pétalos), mano de león y limonaria.
Alrededor del arco se colocan 12 soles de palma que representan los
meses del año y el año en que se les recuerda. También
se cuelgan frutas en el arco como manzana, plátano, mandarina,
naranja y el pan de muerto. A los lados del arco van dos tallos de
plátano con una vela prendida cada uno, son los pilares que
dan luz a este portal y muestra a los difuntos que el paso está
abierto, además de que se pone un camino de pétalos
de cempoalxóchitl para guiarlos y su aroma es lo que los hace
llegar, esto es algo de lo que mencionó Agustín. |
Parte
de la ofrenda.
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Pero
la celebración no se terminó allí, pues la Unapei
organizó un concurso de calaveras literarias y ese día
se leyeron todas las concursantes. Más tarde se premió
a los tres primeros lugares correspondientes a César Sebastián
Rosas, Nelly Iveth del Ángel Flores y Flora Silvia Berdón
Robles.
Para estar a tono con la huasteca dado que el altar era originario
de Chicontepec, se contó con la participación del trío
Xochikoskatl, originario del citado municipio. El trío
ejecutó huapangos conocidos al ritmo de la jarana, el violín
y la guitarra, que dio el tono alegre a la noche, pues es así
como celebramos a nuestros muertos, con música y comida. Y
para rematar con broche de oro, al final de la velada todos los presentes
que eran alrededor de 100 personas, en su mayoría estudiantes
Unapei, degustaron tamales, chocolate, pan y aguas frescas.
Así concluyó la noche entre los aromas del copal, flor
de cempoalxóchitl, velas, dulces de cuahuiyote, calabaza, camote,mole
y café. |
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