Año 4 • No. 158 • noviembre 8 de 2004
Xalapa • Veracruz • México
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La celebración de Xantolo en la Unapei
Karina Arriaga Murrieta

“En mi pueblo la gente mayor cuenta que hace mucho tiempo, había un cerro donde un dios tenía prendidas muchas velas, cada una de éstas era la vida de un hombre en la Tierra. Cuando se apagaba la vela, el hombre moría. Pero muchos querían continuar viviendo y para prolongar sus días, subían al cerro y volvían a prender la vela que les tocaba. El dios se enojó y partió el cerro para que ya nadie más le hiciera trampa. Ahora se recuerda esa historia en Día de Muertos, cuando les prendemos velas a nuestros difuntos y así les otorgamos un tiempo de vida mientras están de visita”.

Estas palabras son parte de la explicación que dio Agustín Cruz Hernández sobre la celebración del Día de Muertos o Xantolo, tal como se conoce en su comunidad. Oriundo de una comunidad de Chicontepec, este joven estudiante de Derecho e integrante Unapei ayudó este año en el montaje del altar de muertos, tradición de la Unidad desde que inició labores.



Agustín Cruz Hernández
al lado del altar.


El pasado 28 de octubre se rindió homenaje a la tradición de poner altares y poner la ofrenda a los muertitos en el Centro Estudiantil Universitario (CEU), bajo la iniciativa de la Unapei. Allí, Agustín hizo una sentida semblanza de lo que significaban cada uno de los elementos puestos en el altar, de acuerdo a lo aprendido de sus mayores. Una de las cosas más notables es que destacó la importancia de preservar estas tradiciones y trasmitirlas de generación en generación como un valioso tesoro de nuestra identidad.

“En Chicontepec los días principales de Xantolo son el 1 y 2 de noviembre. El 1 se le dedica a los niños, día en que los ahijados le llevan ofrendas a sus padrinos de pila o bautizo. Esta tradición se inicia con una peregrinación y la ofrenda consiste en que los niños llevan en un morral o ‘chiquihuite’ refrescos, un gallo, aguardiente, pan, cerveza y una vela; las niñas llevan en su canasta tamales, pan, una gallina y una vela. Al llegar a la casa del padrino, él los recibe y los lleva al altar donde le entregan la ofrenda y así el padrino la coloca en el suelo; luego cada ahijado le entrega su vela, el padrino la toma y la prende para colocarla junto a la ofrenda, adelante del altar. Después, los acompaña a tomar pan y chocolate y se despiden”.


Trío Xochikoskatl en la celebración.
“El arco del altar del día de Muertos se comienza a elaborar una semana antes. Tradicionalmente son tres arcos, el principal que es para los que se recuerdan y lloran los familiares, el segundo es para los amigos o conocidos y el tercero para aquellos que nadie recuerda en casa, éste se ponía antes a la entrada de la casa. Ahora ya es más usual poner un solo arco. Éste representa la entrada de los muertos al mundo de los vivos, podríamos decir que es el paso del inframundo a la Tierra. Decimos esto porque nuestros antepasados hacían esta fiesta en honor y veneración del dios de la muerte, ya que si no se realizaba se creía que las almas de sus seres queridos no descansarían en paz y estarían vagando derramando lamentos, destino que sería compartido al morir por quienes no hicieran esta celebración.

Actualmente, el arco se adorna con flores de cempoalxóchitl (flor de los 20 pétalos), mano de león y limonaria. Alrededor del arco se colocan 12 soles de palma que representan los meses del año y el año en que se les recuerda. También se cuelgan frutas en el arco como manzana, plátano, mandarina, naranja y el pan de muerto. A los lados del arco van dos tallos de plátano con una vela prendida cada uno, son los pilares que dan luz a este portal y muestra a los difuntos que el paso está abierto, además de que se pone un camino de pétalos de cempoalxóchitl para guiarlos y su aroma es lo que los hace llegar”, esto es algo de lo que mencionó Agustín.


Parte de la ofrenda.
Pero la celebración no se terminó allí, pues la Unapei organizó un concurso de calaveras literarias y ese día se leyeron todas las concursantes. Más tarde se premió a los tres primeros lugares correspondientes a César Sebastián Rosas, Nelly Iveth del Ángel Flores y Flora Silvia Berdón Robles.

Para estar a tono con la huasteca dado que el altar era originario de Chicontepec, se contó con la participación del trío Xochikoskatl, originario del citado municipio. El trío ejecutó huapangos conocidos al ritmo de la jarana, el violín y la guitarra, que dio el tono alegre a la noche, pues es así como celebramos a nuestros muertos, con música y comida. Y para rematar con broche de oro, al final de la velada todos los presentes que eran alrededor de 100 personas, en su mayoría estudiantes Unapei, degustaron tamales, chocolate, pan y aguas frescas.

Así concluyó la noche entre los aromas del copal, flor de cempoalxóchitl, velas, dulces de cuahuiyote, calabaza, camote,mole y café.