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Desde
Inglaterra
Una aproximación a las relaciones
entre México y Gran Bretaña
Fernando N. Winfield Reyes*
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Después
de la proclamación de la Independencia, Gran Bretaña
fue la primera nación europea que dio reconocimiento a México,
situación que se formalizó en 1826. Hay que recordar
que para el primer cuarto del siglo XIX, en plena etapa de consolidación
del proceso de industrialización, las posibilidades de expansión
del comercio resultaban estratégicas para los empresarios británicos,
así como el interés en la inversión para la explotación
de la riqueza minera de nuestro país.
En sus inicios, las relaciones con Inglaterra durante la etapa de
la Reina Victoria habrían de transitar en condiciones amistosas,
habiendo antecedentes alentadores en la mediación por parte
de la Corona Británica en el conflicto de México con
Francia en 1838, así como el arreglo para la supresión
de la venta de armamento inglés a los indígenas sublevados
de Yucatán desde la frontera con Belice, destacándose
además la participación de México en la Exposición
Universal de Londres en 1851.
Hasta 1861 en que el gobierno del Presidente Benito Juárez
decreta la suspensión de pagos de deuda externa, lo que origina
una convención denominada la Triple Alianza en la que originalmente
participan como naciones asociadas y afectadas España, Francia
e Inglaterra, aunque sólo Francia interviene militarmente después
con la invasión que lleva a México a Maximiliano de
Habsburgo, a quien se nombraría Emperador de México,
hasta su caída y fusilamiento.
Hacia 1877 y 1878 se realizan gestiones bilaterales para reanudar
relaciones diplomáticas que habrán de desembocar en
el llamado Convenio sobre Reanudación de Relaciones entre
México y Gran Bretaña en 1884, siendo Presidente
de la República Manuel González. Con ello se fomenta
el establecimiento de rutas marítimas que quedan regularmente
establecidas para el comercio con Inglaterra. México se abre
a la participación de empresas británicas que trabajan
en proyectos de ingeniería civil como la construcción
del Gran Canal para controlar las inundaciones en la Ciudad de México,
así como la ampliación y modernización del Puerto
de Veracruz, concluida a principios del siglo XX, durante el Porfiriato.
Las secuelas de la Revolución Mexicana entorpecen y prácticamente
interrumpen por un lapso de más de dos décadas la colaboración
con la Gran Bretaña. Con lo que el comercio y el capital inglés
en México disminuyen considerablemente.
La decisión tomada por México durante el gobierno del
presidente Lázaro Cárdenas, relativa a la expropiación
petrolera en el año de 1938, afecta a las compañías
británicas y deriva en una suspensión de relaciones.
En el escenario de la Segunda Guerra Mundial y con la intervención
del gobierno de los Estados Unidos, durante la presidencia de Manuel
Ávila Camacho, se exploran los elementos necesarios para una
reanudación de relaciones diplomáticas y comerciales,
instruyéndose a H. G. Wells como gestor del gobierno mexicano
en Inglaterra para esta iniciativa que fructifica en 1941 con el nombramiento
de los representantes Charles Bateman y Alfonso de Rosenzweig-Díaz,
por la Gran Bretaña y México, respectivamente.
A partir de 1950 se establecen misiones recíprocas entre los
gobiernos de México y la Gran Bretaña en materia de
economía y comercio. Para la década de los años
sesenta, diversas compañías británicas llegan
a México y se reinician contactos en diversos ámbitos.
Particular relevancia tiene el hecho que en las últimas cuatro
décadas un número creciente de técnicos, científicos,
funcionarios de las áreas culturales, artistas y académicos
mexicanos, han recibido apoyos para formarse en algún posgrado
o en áreas estratégicas de investigación.
La importancia de la cooperación entre México y Gran
Bretaña ha generado una serie de visitas recíprocas
para estrechar los lazos de cooperación y amistad entre representantes
del más alto nivel de ambos países, que inician en 1973,
por un lado, con la participación los presidentes Luis Echeverría,
Miguel de la Madrid (1985), Carlos Salinas de Gortari (1990 y 1992),
Ernesto Zedillo (1996) y Vicente Fox (2000 y 2002), y por la otra
parte, la Reina Isabel II (en 1975 y 1983), la Primera Ministra Margaret
Thatcher (1981), el Príncipe Carlos de Gales (1993 y 2002),
así como el Primer Ministro Tony Blair (2002).
Al buscar reafirmar los contactos oficiales, incrementar el intercambio
comercial, así como al flujo de las inversiones británicas
hacia México, debe mencionarse que en la actualidad el Reino
Unido ocupa el quinto lugar en inversión extranjera en México,
sólo superado por Estados Unidos, los Países Bajos,
Japón y Canadá.
Durante la visita que el presidente Fox realizó a Inglaterra
en 2002, además de revisarse temas de la agenda política
y económica, adquieren especial relevancia dos eventos: la
inauguración de una magna exposición sobre la cultura
azteca en la Real Academia de Artes, así como la puesta en
marcha del Centro de Estudios para México en la Universidad
de Oxford, donde se ofreció una conferencia sobre el papel
de México en la escena internacional.
Hoy en día, una de las áreas de mayor trascendencia
en las relaciones bilaterales tiene que ver con el intercambio educativo,
buscando incrementar los acuerdos de cooperación técnica
y científica, así como la necesidad de sacar provecho
de las oportunidades de compartir las experiencias que se han tenido
con los distintos modelos educativos, en especial de aquellos que
con éxito se han implementado en las últimas décadas
en la Gran Bretaña, donde a través de una evaluación
de la calidad y pertinencia en la educación, se busca mantener
un enfoque de innovación y vanguardia acorde con los complejos
cambios de la sociedad actual.
*Profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Veracruzana
en Xalapa. Actualmente realiza un Post-Doctorado en el Joint Centre
for Urban Design (jcud) en la Oxford Brookes University en Gran Bretaña.
Dirección electrónica: carpediem33mx@yahoo.com.mx. |
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