Los
tecallis, una técnica que permite cultivar en tierras semiáridas
de las márgenes de los ríos cuando éstos descienden
su caudal, es una de las estrategias que la agroecología
indígena ha desarrollado para que los campesinos dejen de
depender de los cultivos de temporal.
Sus características, beneficios y aplicaciones, así
como el estudio de caso de una comunidad náhuatl del estado
de Guerrero que puso en práctica los tecallis, fue presentado
por la investigadora Silvia del Amo, del Centro de Investigaciones
Tropicales (Citro) de la Universidad Veracruzana. |

Silvia del Amo
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Según dijo la investigadora, quien además imparte
cursos de Agroecología en la Facultad de Ciencias Agrícolas
(FCA), la zona nahuatl que estudió junto al río Mezcala,
cerca de Iguala, tiene sitios muy áridos y selvas bajas que
en época de secas están «totalmente pelonas»,
por lo que todos los arenales que deja el río parecen un
verdadero desierto.
Al participar en la Semana de la Ciencia y la Tecnología
que organiza la FCA de la UV, Del Amo explicó que en las
orillas de los ríos donde las comunidades hacen sus cultivos,
el caudal llega a descender hasta cuatro metros, dejando riqueza
orgánica que ellos aprovechan para cultivar.
“Sin esta técnica los indígenas no podrían
cultivar en época de secas y tendrían que conformarse
con la cosecha de temporal (de mayo a noviembre), y en los otros
meses no tendrían ninguna manera de cultivar nada en la zona
en la que viven”, comentó la investigadora.
Según este reporte, los campesinos indígenas de esta
región migran hacia el río balsas en estos meses y
se dan el lujo de llegar a producir hasta 25 especies diferentes,
que destinan para venta o para trueque, independientemente de la
parte que destinan para el autoconsumo comunitario. Entre sus cultivos
principales se encuentran la sandía, el maíz, el chile,
las flores de muertos, chile, tomate, jitomate, ajonjolí,
entre otros.
Silvia del Amo explicó que este es un sistema de producción
muy focalizado, pues utilizan dos fertilizantes naturales que no
es común encontrar en otros sitios: guano de murciélago
y nidos abandonados de hormigas.
Respecto a la posibilidad de utilizar una técnica similar
en Veracruz, un estado bañado de norte a sur por numerosos
ríos, la investigadora aseguró que “el guano
no podría conseguirse aquí, pero los nidos de hormigas
sí. Tal vez no es posible traer todo el modelo, pero sí
inspirarnos en él para construir un sistema propio”,
explicó.
Presentes en la conferencia, estudiantes y académicos universitarios
reconocieron que es ahora cuando la conciencia internacional ha
resurgido con mayor fuerza en torno a la ciencia de la conservación.
“El manejo de los recursos naturales basado en los conocimientos
empíricos que muchos grupos étnicos han desarrollado
durante miles de años en el mundo es inapreciable”,
dijeron.
Reconocieron que esto no significa “ir hacia atrás”,
sino retomar muchos de los elementos funcionales de esos tipos de
sistemas de producción, para hacer otros modelos de producción
tomando esos principios que no impactan al medio ambiente.
Por último la investigadora del Citro explicó
que en México hay muchos ejemplos de sistemas de cultivo
desarrollados por grupos que vivieron en contacto con el agua: en
México, el ejemplo más importante es el de las Chinampas. |