Año 5 • No. 159 • noviembre 16 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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Éxito nacional la VIII Bienal
Internacional del Cartel

Públicos satisfechos y diseñadores contentos fueron resultado de la intensa jornada que se vivió recientemente en Xalapa a propósito de la Octava Bienal Internacional del Cartel en México que, a la par del Primer Festival Internacional del Diseño y las Artes Xalapa 2004, convocó en talleres, conferencias y actividades artísticas a centenares de amantes de la gráfica.

Entre los participantes a esta bienal estuvo David Consuegra, para quien el cartel se ha constituido siempre en indicador del clima social y político de su tiempo y consideró que los carteles son los que más claramente demuestran el desarrollo y las repercusiones del diseño gráfico, en tanto disciplina individual.

Comentó que su dimensión, proporciones, características icónico-textuales, distancias de lectura, género, técnicas de expresión y de impresión, entre muchos elementos más, lo convierten en uno de los contextos físicos que mayores posibilidades ofrecen al diseñador y transmisión de determinado mensaje:
“Para mí, una de las propiedades más interesantes de este lenguaje la constituye su cambio de formato, al tiempo que mantiene la misma información. La creatividad del diseñador se confronta en el manejo del espacio, mediante el reordenamiento de la imagen y el texto”.

Para Consuegra, otra característica del cartel es lo público. Debe su existencia a la calle, a los muros, a las paradas de autobuses, a las estaciones del metro, y está destinado a ser reproducido, a tener una existencia múltiple. Su vida es efímera, transitoria, expuesta siempre a una competencia visual, algunas veces aislado y, otras, enfrentado en número y tamaño con otros, pero lo cierto es que su propósito nunca ha sido el de existir como objeto único.

“Pienso que el cartel está vigente y así seguirá, a pesar de los cambios vertiginosos que experimentan los medios masivos de comunicación. El transeúnte desprevenido siempre se topará, a la vuelta de la esquina, con un cartel que lo sorprenda, lo conmueva, lo seduzca e incluso, ¿por qué no?, que le provoque una agresión. En consecuencia, creo que tendremos cartel para rato”.

Ronald Shakespeare también visitó Xalapa, él es un diseñador que ha hecho importantes aportaciones como el avance realizado sobre los espacios públicos, sobre la ciudad y sus servicios comunitarios. Para él, el estudio ha recorrido un camino que no siempre hemos procurado. Una mirada hacia la historia reciente del país da cuenta clara de cómo fueron y cómo pudieron ser las intervenciones de diseño. “Efectivamente durante mucho tiempo -tal vez 15 ó 20 años- la obsesión de una gráfica perenne anclada sobre materiales duros y agarrada al hormigón de la ciudad fue nuestro modo de mirar el oficio, de concebir y justificar nuestra praxis. Fueron buenos tiempos”, dijo.

Y aseguró: “De todos modos hemos hecho simultáneamente casi mil marcas y signos en 35 años de gestión. Los proyectos arriban al taller en forma cíclica. Las nuevas señales de estos últimos años tienen mucho que ver con los cambios producidos en el mundo, con la naturaleza de las obras que las contienen y el consecuente requerimiento de estimulación”.

Para el diseñador argentino, nosotros nos hemos formado en la convicción de una señal con auténtico rol ordenador. Recientemente se ha despertado en el mundo una corriente de requerimiento que demanda a los estímulos públicos una fuerte participación en el paisaje doméstico de las obras, una auténtica capacidad persuasiva y por supuesto estimulación: “Estamos aprendiendo a vislumbrar el futuro”.

Julián Naranjo llegó desde Chile a la Bienal para hablar de cómo pareciera que en la era digital y del movimiento, el cartel –como medio– está viviendo sus últimos momentos: “A lo largo de la historia, se pensó que muchos medios desaparecerían, como sucedió con la radio, cuyo caso es paradigmático, y con el cine, los cuales, después de un tiempo de profunda crisis, se revitalizaron manteniendo su vigencia”.

Añadió también que está seguro de que algo similar ocurrirá con el cartel. Puede ser que, por algún tiempo, mute hacia otras expresiones, pero en algún momento volverá a revalorizarse aún más, dado que su condición natural radica en lo monolítico de su expresión: “En un mundo cargado de medios vertiginosos y en movimiento, el cartel –como soporte– constituye un descanso, una pausa, y este noble recurso jamás morirá”.