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Psicoanálisis
y Vida Cotidiana
La elección del objeto amoroso
Alejandra Márquez Ramírez
(Miembro Fundador de la Red Analítica Lacaniana) |
Freud
describió dos tipos de elección del objeto amoroso:
por apoyo o apuntalamiento y narcisista. Por ahora me ocuparé
del primer tipo. Antes, es necesario aclarar que el termino elección
no debe entenderse como una acción consciente y premeditada.
Mas bien evoca lo que puede haber de irreversible y determinante.
Algo del orden de lo inconsciente en la elección por el sujeto,
en un momento de su historia, de su tipo de objeto amoroso.
La elección del objeto amoroso por apoyo o apuntalamiento es
aquella en la cual, las personas encargadas de la alimentación,
los cuidados y la protección del niño, proporcionan
el prototipo del objeto que satisface sexualmente. El niño
aprende a amar a otras personas que le ayudan en su estado de desamparo
y que satisfacen sus necesidades, y este amor se forma sobre el modelo
y como prolongación de las relaciones con la madre nodriza
durante el periodo de lactancia.
Este tipo de elección de objeto tiene su fundamento en el hecho
de que originalmente las pulsiones sexuales se apoyan en las pulsiones
de autoconservación. Antes que la madre, el pecho es la primera
fuente de satisfacción para el niño, no sólo
porque elimina la tensión corporal producida por el hambre,
sino también porque se convierte en una fuente de placer, así
es como la función corporal proporciona a la sexualidad su
fuente, la boca se convierte en zona erógena al igual que el
pecho. En un momento dado, la necesidad de repetir la satisfacción
sexual se separa de la necesidad nutritiva. Lo observamos en la práctica
autoerótica del niño de chuparse el dedo.
Hay otro aspecto muy importante en la relación del niño
con su madre, ella lo alimenta y satisface así una necesidad
vital para el niño, lo que significa que ella esta allí,
cuando él la necesita. Sin embargo, no está siempre,
es decir, el niño no está siempre pegado al pecho de
la madre, o con ella, ni debe estarlo. Para que se instaure el deseo
y con ello la demanda tiene que darse una presencia-ausencia de la
madre.
Pero la madre, puede no responder al llamado del niño, puede
abandonarlo o simplemente demorar su presencia y con ello la satisfacción
de la necesidad exigida por él. Este hecho da cuenta de la
potencia materna. Si, a sabiendas de que la madre puede no estar,
o no dar, lo hace, entonces el objeto de necesidad se transforma en
objeto de don. Quién otorga el don es el otro, en este caso
la madre.
El niño lo recibe, digamos de forma gratuita, sólo mas
tarde podrá percibir lo que hay detrás del otro, la
razón del don.
Esto es evidente cuando alguien reclama un objeto, por ejemplo, un
regalo de cumpleaños, no se trata del objeto en sí,
salvo a título de simple signo, el signo de amor que el don
viene a recordar. Es decir, el objeto pasa a un segundo plano. El
don cuando surge como tal siempre hace desvanecerse al objeto. Lo
que se busca es la satisfacción de una demanda, que es demanda
de amor.
Otro ejemplo extremo es el de aquellos niños que durante el
curso del primer año de vida son alejados de la madre o abandonados
después de haber tenido una relación normal con ella.
Los niños presentan un cuadro depresivo, dejan de sonreír,
hay mutismo, anorexia, insomnio, pérdida de peso, aún
cuando sean alimentados, como consecuencia de la carencia afectiva
y materna.
Así es como se anudan en la demanda el deseo y el amor. El
ser del hombre no se reduce a la satisfacción de una necesidad
biológica, su demanda pasa por el lenguaje y anula así,
la particularidad de todo lo que puede ser concedido, trasmutándolo,
en prueba de amor. Toda demanda vehiculiza un deseo, toda demanda
es de amor.
La elección del objeto de amor por apoyo, lleva la marca de
una dependencia primitiva con respecto a la madre. En el adulto se
concibe como una pura y simple prolongación de lo que se llama
una posición infantil. Así, no es extraño que
se elija como objeto de amor a la mujer o al hombre que alimenta,
que da (comida, casa, auto, dinero etc.). En este caso dar es sinónimo
de amar. Aún cuando ello implique seguir siendo lactantes toda
la vida. Lactancia eterna, claro, no sin consecuencias. |
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