Los
creadores del proyecto Papalotl son Rafael Martínez
Mora, Karina de los Ángeles Vernet Juárez y Mauricio
Ramírez Brito. Ellos participaron en el Cuerpo Académico
Economía, territorio, urbanismo, arquitectura, de la Facultad
de Arquitectura. Este tiene como objetivo trabajar en proyectos
que incidan en la realidad inmediata, tratando de mejorar las condiciones
de las comunidades donde se trabaja.
A decir del académico Ricardo Pérez Elorriaga el proyecto
para Tlacotalpan fue ideado a partir de una petición que
hizo Evelia Romero, habitante de la ciudad al Centro Universitario
de Servicios Empresariales de la UV (Cusem). Fue entonces
cuando el Cuerpo Académico comenzó un taller en el
que participaran alumnos que crearan infraestructura hotelera que
mejorara la economía del lugar, pero sin que compitiera con
la ciudad.
Así se involucraron los pasantes que trabajaron en un Papalotl
que consta de 12 hectáreas de construcción, de las
74 con las que se cuenta, que están localizadas justo del
otro lado del Papaloapan, enfrente a la ciudad. El complejo está
diseñado para que el turista permanezca más de dos
días en la ciudad y de esta
forma exista una derrama económica mayor.
Mauricio Ramírez detalló que el proyecto está
ideado en cuatro etapas a realizarse en espacios de dos años
cada una. La infraestructura estaría conformada de una recepción-Spa,
100 habitaciones y dos restaurantes, uno de los cuales sería
también una barcaza que funcionaría para dar un paseo
por el Papaloapan.
Se contaría igualmente con un área de campismo, otra
deportiva, una caballeriza, una sala de usos múltiples, un
embarcadero, tres albercas, una zona comercial, y un número
igual de canales, de acuerdo con lo señalado por Karina Vernet.
Sin embargo, lo más importante es que ellos pensaron en aplicar
estrategias bioclimáticas para reducir costes de consumo
de energía, manejo de agua y tratamiento de agua pluvial.
De acuerdo con Rafael las cabañas están diseñadas
para ser construidas a base de bambú, lo que reduciría
de un 45 a 60 por ciento su costo. Además, se pensó
en producir maderas preciosas, entre las que se encontraría
el bambú para la construcción. Asimismo, habría
hortalizas para abastecer los restaurantes.
“No somos moralistas, sino es la arquitectura que se tiene
que hacer ahora porque se está acabando con muchos recursos.
Esta arquitectura es autosustentable e impacta positivamente el
ambiente, tanto a nivel biológico como cultural porque se
va a atraer más turismo y con ello se salvará la ciudad
pues se crearán dos mil empleos directos, sin contar con
las poblaciones aledañas beneficiadas”, comentó.
Además, agregó, el diseño arquitectónico
está basado en la concepción de sensaciones, por lo
que se tomó en cuenta un son jarocho para la ubicación
de las cabañas. Igualmente se pensó en el reencuentro
con el ser al crear caminos que parecieran no tener lógica,
pero que invitan a una reflexión.
Al referirse a la inversión, Mauricio explicó que
las personas que inviertan en este complejo tendrán ganancias
muy grandes y en 20 años la ganancia bruta será aún
mayor. Hasta el momento se ha presentado con varios clientes y se
han mostrado interesados, aunque todavía no se sabe quién
sería el constructor.
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