Año 5 • No. 164 • enero 17 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Primera lección (apuntes tavirianos)
Roberto Benítez

Y para empezar el año se me ocurre, sin que esto cuente como propósito de año nuevo, pensar en algo simple pero no por ello sin importancia. Se trata de una breve reflexión dentro del curso que ofreció el maestro y director de escena Luis de Tavira sobre análisis tonal a finales del año pasado en el Centro Veracruzano de las Artes “Hugo Argüelles”. A continuación cito ideas del propio De Tavira, fragmentos no de lo tonal pero sí consideraciones en torno al hecho dramático que debiéramos meditar para entender al teatro.

En el teatro buscamos una verdad y un conocimiento.

Una verdad que sólo mediante el teatro podemos acceder…
Porque si el teatro no es indispensable, si podemos vivir sin él, si no es fundamental… apaga y vámonos, dediquémonos a otra cosa y me temo que el mundo está casi totalmente convencido de que el teatro sobra y si no ¿por qué estamos en la situación en la que estamos? ¿Por qué se derrumban tan fácilmente los teatros y no se construye ninguno? ¿Por qué nadie se ocupa de la formación de los artistas teatrales? Y en cambio se preocupan muchísimo del adiestramiento de la mano de obra especializada para la industria. ¿Por qué la sociedad no reclama cuando el director del Seguro Social dice “Esos teatros hay que convertirlos en estacionamiento” Y mucha gente dice: pues sí, son inútiles, no sirven para nada, son espacios ociosos y dispendiosos; o algún diseñador de programas de estudio dice: estas materias de teatro… no, no, no esas son tonterías, el teatro es un lujo burgués prescindible en tiempos de crisis… o en todo caso si quieren sobrevivir pues éntrenle a la transformación de la expresión folclórica y hagan mercancía turística, como lo hace Broadway. Pero, ¿qué pasa si no hay función hoy? ¿Se detiene el mundo? ¿Puede sobrevivir lo humano sin el teatro? Porque el teatro va a pedir todo de aquel que atrae a sus filas. Pedirá lo que tienes y también lo que no tienes. ¿Es algo por lo que vale la pena la inmolación? Porque no hay forma de hacer el teatro de otra manera sino dándolo todo. Pues entonces ¿qué es el teatro?

“Y nosotros tímidamente levantamos el dedo para pedir permiso de hacer teatro como si fuera un problema nuestro…. «Es que a mí me gusta jugar a las canicas…” ¿es mi problema el teatro o es el problema de la humanidad? Y decía Ibsen: “Un pueblo sin teatro es un pueblo sin verdad”. Pero de ¿qué verdad habla? ¿Acaso lo hemos entendido? Entender esa frase empieza en nosotros… Porque no parece que seamos elocuentes en la defensa del derecho al teatro para la sociedad… ¿es que esto no empieza en nosotros? ¿Es que hemos pensado por qué es necesario el teatro? Sí, para mí, por supuesto, ¿pero para los demás, para aquellos para los que se hace?… y allí el valor del fundamento… ¿Se puede jugar al teatro?, y entendida la palabra juego en su sentido deleznable, de la finta, de la parodia, de la demagogia.
Y para entendernos les platico una anécdota:
Recuerdo un amigo médico que tuve, fuimos compañeros en la prepa, y bueno yo sabía que él quería ser médico y él sabía que me gustaba el teatro y los dos hacíamos teatro allí, pero jugábamos al teatro, como se juega al teatro entre los estudiantes que van a ser otra cosa, es decir gente seria. Porque yo no sabía que al empezar a hacer teatro, el teatro me iba a atrapar en la seriedad de su juego y ya no iba poder salir de allí. Pero mi amigo no, él salio bien librado y se volvió un neurocirujano eminente. Un buen día, después de muchos años, recibo una extraña llamada telefónica de mi amigo de la prepa, y me dice:
– Oye, leí una entrevista tuya que te hicieron en la prensa y me acordé mucho de los años en la prepa y he estado pensando si te llamaba o no…
Qué raro, pensé.
–Por favor, oye me da mucho gusto oírte, yo sé también de ti, sé que te va a todo dar, que eres un médico muy respetable…
– Pues sí, sí, sí… Pero, bueno, me atreví a molestarte porque fíjate que tengo un problema: me quedé con el gusanito, hay algo que no acaba de dejarme contento en la vida… me falta algo que probé en aquellas obrillas de la prepa. Y ahora que tengo una posición reconocida, un ejercicio estable de la profesión y me encanta, me apasiona lo que hago… me falta algo… Y en cambio, pues tú, loco, te dedicaste a eso y… la verdad el otro día sentí una irresistible envidia. Y bueno, yo sé que ya no me voy a dedicar a eso, que no soy actor ni nada, pero cómo me falta, vieras, y por eso te hablaba porque no sé qué pienses, pero mira quisiera ver si fuera posible los fines de semana, no sé si tú tienes talleres… Si pudiera yo acercarme al teatro y actuar los fines de semana, claro que de lunes a viernes estoy en lo que sí es serio, en el quirófano, en la neurocirugía, de la que dependen vidas… Pero quisiera ver si pudiera hacer algo los fines de semana
Entonces yo no sé qué sentí, pero me nació del cuerpo contestarle:
– ¿Sabes?, qué bueno que me hablaste porque la verdad yo no me hubiera atrevido a hablarte, pero es que resulta que yo también tengo un problema…
–Oye hombre, por favor dime qué es lo que te pasa, para servirte… dime, lo que sea…
–Fíjate que yo al hacer teatro ya no hice otras cosas y vieras cómo me darían ganas de hacer neurocirugía los fines de semana…
Y como mi amigo es muy inteligente, simplemente hubo una pausa, un silencio y dijo:
–Entiendo, muchas gracias.
Y colgó.

Bueno, una vez que pasó la anécdota, me quedo pensando y digo: ¡Líbreme Dios de necesitar un neurocirujano! Pero si fuera el caso ¿yo me pondría en manos de un neurocirujano de los domingos? ¿Y entonces por qué permitimos que el teatro se quede entre actores de domingos? ¿Es que el teatro no tiene la dignidad de la neurocirugía? ¿Es que ser actor no es mucho más cabrón y más exigente que ser neurocirujano? ¿Y por qué se puede subir al escenario cualquiera? ¿Por qué lo permitimos, le damos paso franco al quirófano a cualquiera? ¿Pues qué hemos hecho del teatro? ¿Qué es para nosotros el teatro? ¿Cómo nos atrevemos al teatro? ¿Y si así lo hacemos, ¿Qué nos extraña el significado que entre nuestros coetáneos tiene el teatro? Porque los que saben de teatro se expresan del actor en términos terribles, el príncipe Hamlet nombra a los actores con una sola palabra: “monstruos”. Y no lo sé porque leí a Shakespeare, sino porque los he visto, los actores son seres superiores y las épocas de la humanidad que supieron reconocerlo fundaron el esplendor de lo humano en la historia. ¿Por qué no nos escandaliza la prostitución del teatro, el envilecimiento del escenario? Probablemente porque no tenemos claro qué cosa es hacer teatro.

“Así pues hacer teatro, es producir una verdad reservada al teatro”.