Año 5 • No. 164 • enero 17 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Asombra a científicos las capacidades biológicas
Generan ciertos animales electricidad para sobrevivir
Edith Escalón

La capacidad que poseen insectos y animales marinos para emitir luz o las características que les permiten a otros animales de este tipo generar descargas eléctricas les ha permitido a muchos de ellos comunicarse o sobrevivir, según dijo Francisco Morales Lara, académico de la Universidad Veracruzana.

Explicó que a la capacidad que tienen los organismos de emitir luz se le llama bioluminiscencia, y se considera una reacción bioquímica que se produce gracias a la oxidación de un sustrato denominado luciferín.

“La luciérnaga es uno de los insectos que utilizan la bioluminiscencia para comunicarse, y con ello, propagar su especie”, comentó al señalar a los insectos como portadores de estas características.

Sin embargo, aseguró que la bioluminiscencia es más abundante en el mar que en la tierra, pues ahí existen organismos como peces, moluscos, calamares, medusas, algunas variedades de corales y seres microscópicos que son la fuente más común de bioluminiscencia.

Explicó que la luz en estos organismos es útil para alumbrar las aguas oscuras donde habitan, la necesitan por razones sexuales, para ser utilizada como señuelo o para demarcar su territorio, pero señaló que la más común es la de evitar a sus depredadores.

Respecto a la bioelectricidad, que es la capacidad de algunos organismos de generar descargas eléctricas, el académico explicó que las descargas llegan a emitir varios cientos de voltios, y son controladas por fibras nerviosas que ramifican en los músculos en forma de electroplacas.

“Ellos las utilizan para inmovilizar a sus presas y alimentarse, para defenderse de sus depredadores, para comunicarse generando débiles campos eléctricos que funcionan como señales sociales de comportamiento territorial y sexual”, comentó.
Como ejemplos de “animales eléctricos asombrosos”, según sus propias palabras, mencionó a la luciérnaga, los cocuyos, el pez linterna, la anguila, el pez torpedo y muchos organismos más, a los que señaló “somos responsables de conservar”.

Especial importancia dio en su charla a los peces, moluscos, calamares, medusas, algunas variedades de corales y seres microscópicos como los dinoflagelados, que son la fuente más común de bioluminiscencia en la superficie del océano.

A ellos, dijo, también se les llama Pyrrhophyta que significa “fuego plancton” pues son seres unicelulares, muchos de ellos microscópicos, que emiten luz. “El más grande (Noctiluca) puede alcanzar un tamaño de dos milímetros de diámetro y se desplaza en el agua por medio de flagelos, filamentos movibles que propulsan la célula a través del aguar”, aseguró.

Comentó que es común en las travesías de los barcos en alta mar ver durante la noche la estela luminosa: “Este efecto es producto del paso del barco por una población densa de dinoflagelados, con el movimiento del agua hace que se exciten los protozoarios y en consecuencia emitan su luz”.

Desde el punto de vista científico, una explicación biológica de la producción de luz por seres vivos se basa en la necesidad de las bacterias de reparar su dna que es dañado por la radiación ultravioleta que penetra en el mar, explicó el académico.
Francisco Morales señaló también que a pesar de los esfuerzos científicos, existen otros seres bioluminiscentes que aún no han podido ser estudiados para descubrir cómo y para qué utilizan sus capacidades bioluminiscentes o que función biológica tienen.

“Las medusas, por ejemplo, reciben el nombre de ‘la luz brillante de la biología’, por la espectacularidad y belleza que despliegan en el agua; es el caso de la hidromedusa Aequorea Victoria, que posee un resplandor de color azul verdoso, únicamente en el borde de la campana produciendo un efecto luminoso en todo su cuerpo”.

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