Año 5 • No. 165  • enero 24 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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  “¿Jazzrocho?” ¡No puede ser!, exclaman Dorantes y Castañeda
El jazz es música y nada más,
¿para qué adjetivarlo?
Gina Sotelo
A Edgar Dorantes le tiene sin cuidado que el jazz sea objeto de encajonamientos. “Yo no creo que haya un jazz neoyorquino o francés, cubano y brasileño. Son gentilicios que se utilizan para satisfacer intereses extramusicales, como pueden ser los de las disqueras o de los organizadores de espectáculos. Pero a los músicos en general les molesta que se les ubique dentro de alguna de esas supuestas formas del jazz. He visto que en Internet anuncian el nombre de Luis Perdomo y después dice: ‘Género, jazz latino’. ¡No puede ser! Perdomo toca mil cosas distintas. Lo mismo ocurre con quienes dicen ‘aquello suena a Berklee, y esto suena a North Texas’. No podemos aceptar eso. Si ves a un músico que toca con grupos distintos, siempre va a sonar distinto. Bud Powell odiaba a aquellos que decían que tocaba be bop, y vaya que lo decían gentes que ni siquiera tenían una clara idea de cómo se puede definir el be bop. A Powell desde luego que no le interesaba saber por qué; simplemente interpretaba música y se dejaba de cuentos”.

Con motivo de la apertura de las serie Jueves alrededor del jazz, Dorantes y Aleph Castañeda accedieron a charlar en torno de sus apreciaciones y puntos de vista.

Aleph, bajista en el trío que lleva el nombre de Edgar, comenta acerca de la forma como el jazz se recrea a cada audición. Es bien cierto que en este género la interpretación de una pieza jamás podrá ser idéntica en dos ocasiones. Y procede a mencionar la experiencia de hacer la Rhapsody in blue de Gershwin con la Sinfónica Daniel Ayala de Veracruz.


Edgar Dorantes.
“Allí abrimos ciertas partes de la obra que todos conocen como la Rhapsody del autor y le dimos un espíritu más de improvisación, pero respetando la estructura del compositor. Eso nos permitió crear un juego de sonidos dentro del juego ya preestablecido. Y eso está acorde con la formación de Gershwin como compositor y músico de jazz. Con el piano como instrumento obligatto, el bajo y la batería sumados a la orquesta, logramos algo que no sonaba ni a música sinfónica ni a jazz explícito. Fue música pura, en un ambiente de interacción entre el trío y los instrumentistas. Y eso el público lo capta porque es una obra sumamente conocida. Y no somos los primeros en hacer algo parecido; muchos músicos norteamericanos han experimentado algo similar con la música de Cole Porter, con el propio Gershwin y con la obra de muchos más compositores. En el lado opuesto se encuentras músicos como Jacques Loussier, que toman la música de los barrocos y la convierten en jazz. Volvemos al problema de las etiquetas; nadie puede decir que Bach es jazz...”
Mario Ruiz Armengol
Como músico inclinado consistentemente a interpretar la creatividad de Mario Ruiz Armengol, Dorantes comenta que ha experimentado con algunas de las canciones infantiles que el maestro veracruzano escribió. “Les cambiamos la métrica, las modificamos un poco a la manera de lo que hacemos con la Rhapsody. Nos gusta mucho lo que hizo Ruiz Armengol por los movimientos armónicos, por las voces internas. Desgraciadamente no dejó grabaciones tocando al piano, pero cuando lo vi improvisar recuerdo muy bien cómo movía sus voces, y esos son los mismos trucos que empleó al escribir sus piezas”.

Y secunda Aleph Castañeda: “Para nadie es un secreto que el maestro Mario Ruiz Armengol era un músico, diríamos, callejero. Digo esto sin tratar de ser peyorativo.

Su música contiene la frescura de quien se ha dedicado al arte sonoro desde niño, autodidacta, sin academicismos. Y hay allí una materia sonora que sin duda Ruiz Armengol dejó con la idea de que es susceptible de modificarse, cambiarse y adaptarse sin dejar de ser obra suya. Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo y tratarlo, nos dimos cuenta que él mismo jugaba con su obra como un niño que mueve su juguete. Hacia acá, luego hacia allá; ahora de esta forma, más tarde de aquella manera... Y nos deja esa parte donde nosotros podemos hacer las cosas a nuestra manera”

Son jarocho en el jazz
Dorantes hace hincapié en que nunca interrumpe su trayectoria como pianista de concierto. De hecho, ha sido programado con Óscar Tarragó para interpretar el Concerto para dos pianos y percusiones de Bartók hacia inicios de marzo con la Sinfónica de Xalapa. “Me interesa seguir con eso, con los recitales, tocar con grupos de salsa, de rock, interactuar con músicos procedentes del extranjero, conocer nuevos instrumentos y, desde luego, entrarle al son jarocho”

“¿Qué cómo es posible hacer jazz con el son jarocho? Uy, pues hay allí una riqueza rítmica absoluta, especialmente en la línea de bajo. Contiene mucha libertad rítmica, presenta muchos espacios susceptibles de ser cubiertos mediante la improvisación, que es el elemento fundamental que ambas formas comparten”

Interviene Aleph: “El son jarocho muestra una dualidad de compás binario-ternario que ofrece una veta rítmica vastísima. Los músicos tradicionales lo han conducido a límites inimaginados y ahora nos corresponde a nosotros. Si músicos como Óscar Stagnaro o Chano Domínguez han hecho de la música folklórica una vertiente importantísima; si existe hoy un jazz con elementos batá, yoruba, reggae y otros elementos típicos, no vemos por qué no entrarle al son jarocho. Hace poco vino a Xalapa el argentino Luis Nacht, quien nos dio una demostración de la forma como se han tomado los ritmos pamperos –chacareras, milongas y demás– para nutrir la improvisación y crear nuevas formas”

El son jarocho –para nadie es un secreto– presenta compases para la creatividad espontánea del jaranero, del versador, de la bailarina que zapatea. Lo que Memo Cuevas hizo en el pasado Junio Musical con Beto de la Rosa no es nuevo. Hay muchos antecedentes, y entre ellos se cuentan las experiencias del grupo Son de Madera y Ramón Gutiérrez con el grupo del vibrafonista Víctor Mendoza.

“Xalapa es contemplada en la ciudad de México como un diamante en bruto, en lo que respecta a creatividad. Allá les llama la atención que siempre hay un movimiento en curso; quizá por la gente, tal vez por la tradición, por el impulso de los maestros que hicieron jazz desde mucho antes de que las nuevas generaciones tomáramos un instrumento en las manos”

Así, Jueves alrededor del jazz nutrirá en Xalapa un derrotero jazzístico que a cada día se enriquece y se supera.