Año 5 • No. 165  • enero 24 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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  Autonomía
La autonomía en el proceso
de enseñanza-aprendizaje
Sergio Valdivia Navarro
Al recordar nuestros años como alumnos de la escuela primaria, con mucha seguridad vendrán a nuestra mente aquellos momentos en los que, con emoción, hojeábamos nuestros libros de texto gratuitos, al inicio del año. Recordaremos su forma, textura y sobre todo su olor: olor a libro nuevo.

Si continuamos con nuestros recuerdos, y ahora nos ubicamos en los años de secundaria y preparatoria, veremos esos momentos en los que íbamos a la librería en busca de la lista de libros para las diferentes materias. Estos eran libros de diferentes tamaños y colores, pero siempre nos producía emoción ver dónde estaba contenido lo que íbamos a aprender en el año escolar.

Más adelante, cuando entramos a la universidad, las cosas cambiaron porque ya no tendríamos libros de texto en todas nuestras materias. Algunas experiencias educativas se apoyan en una colección de notas proporcionadas por los maestros o en apuntes varios tomados en el salón de clase. Esto, aunque útil, ya no tiene el encanto o el olor de aquellos libros de la escuela primaria y sobre todo porque nuestra emoción ya ha cambiado, probablemente.

Pero ¿qué representan los libros para nuestro aprendizaje y sobre todo desde una perspectiva autónoma en nuestros estudios?

Los libros de texto se han convertido en la columna vertebral de la enseñanza/aprendizaje en muchos ámbitos., pues son los instrumentos que sirven tanto a maestros como a alumnos a tener una guía de los contenidos del curso, así como un recurso de información suficiente sobre los temas del mismo. Estos libros de texto van, en muchas ocasiones, acompañados de cuadernos de trabajo en donde se abunda en la práctica de los conocimientos presentados.

Desde una perspectiva autónoma del aprendizaje, nuestra visión de los libros de texto cambia. Esto crea una conciencia crítica de las fuentes de información que tenemos a la mano. Por mucho tiempo consideramos a los libros de texto como la verdad absoluta e irrefutable, todo lo cual nos sirvió en su momento, porque confiar en una fuente de conocimiento nos dio seguridad en lo aprendido.

Sin embargo, en niveles superiores, los libros se integran en una bibliografía básica del curso. Estos libros no se agotan por completo en el semestre sino que son consultados de manera parcial a través de éste. Al convertirse en materiales de consulta, pretenden brindar al estudiante una gama mayor de posibilidades de información. Esta variedad puede llegar a divergencias de versión o de criterio en el conocimiento.

Esta diversidad y falta de coincidencia en las fuentes no es accidental, sino que busca desarrollar un criterio personal en el estudiante: muestra palpable de una visión autónoma del aprendizaje. Y es aquí donde se conjuntan y valoran los conocimientos adquiridos, lo expuesto por los diferentes autores en la amplia bibliografía y, sobretodo, el criterio individual desarrollado por el estudiante. Todo esto pone de realce nuestra individualidad al aprender, lo cual es uno de los objetivos de nuestros estudios universitarios.