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El
daño para anfibios es más grave que el de mamíferos
y aves
El derrame de petróleo ha alterado cadenas alimenticias
Edith Escalón
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Poblaciones
de anfibios y serpientes acuáticas que habitaban la ribera
norte del río Coatzacoalcos fueron aún más
perjudicadas por el derrame petrolero que los mamíferos y
aves, pues sus organismos no cuentan con defensas naturales que
impidan la absorción directa de los contaminantes, lo que
provocó en muchos casos su muerte instantánea.
Para Jorge Morales Mávil, investigador del Instituto de Neuroetología
de la UV, esto traerá como consecuencia la alteración
de las cadenas alimenticias de la zona, lo que representa un daño
mayor. Esto también será una preocupación fundamental
de la UV, que buscará establecer planes a largo plazo no
sólo para colaborar en la limpieza de la cuenca hidrológica
sino para remediar el daño ecológico ocasionado por
el derrame de petróleo.
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José Morales Mávil. |
El
investigador declaró que el arroyo Tepeyac, uno de los más
afectados por el derrame, era el principal hogar de la rana leopardo
(científicamente Rana berlandieri), una especie
en riesgo bajo la categoría «protección especial»
dentro de la Norma Oficial Mexicana; además, el sitio albergaba
dos especies de serpientes (Nerodia rhombifera y Thamnophis),
mismas que al igual que los anfibios fueron removidas junto con
el lirio acuático contaminado.
Investigaciones preliminares del equipo de trabajo universitario
–integrado por científicos y estudiantes–, han
indicado que estas especies han sido mucho más impactadas
por el derrame de hidrocarburos que las poblaciones de mamíferos
y aves, incluso aquellas que, como los pelícanos, hacen evidentes
los estragos de la contaminación.
“Las ranas, como la mayoría de los anfibios, no sólo
respiran por los pulmones, sino que lo hacen a través de
la piel, por eso en el momento del derrame absorbieron el hidrocarburo
rápidamente, se intoxicaron de inmediato y murieron, sobre
todo las ranas jóvenes y las larvas”, explicó.
Calificó como una “desventaja natural” esta característica,
pues los anfibios no poseen ni una capa impermeable de plumas como
las aves, ni pelo como los mamíferos, ni tienen la capacidad
de protegerse de eventualidades como ésta, a diferencia de
otros animales que por instinto pudieron huir del sitio afectado.
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Dos
especies de serpientes sufrieron por el derrame de petróleo.
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Las
labores de rescate y protección animal, incluso de organismos
internacionales como la IFAW, se enfocan justamente a las grandes
especies animales, sobre todo aquellas que son carismáticas,
como los pelícanos, pero remarcó que sobre especies
pequeñas o medianas hace falta un estudio y un diagnóstico
científico más completo.
Por otro lado, reconoció que aunque las dos especies de serpientes
afectadas por el hidrocarburo son menos vulnerables a la contaminación
(pese a que se impregnan de él igual que los anfibios), algunos
ejemplares no sobrevivieron a la aversión de la gente, pues
por su color oscuro y aspecto hosco fueron consideradas peligrosas
o venenosas y sacrificadas durante o después de la extracción
de lirio contaminado.
Según dijo, estas serpientes eran depredadoras de las ranas
y, junto con ellas y muchos otros animales, mantenían el equilibrio
de las redes tróficas, de ahí que su rescate resulte
fundamental: “En la naturaleza ningún organismo es prescindible,
cualquier alteración, por pequeña que esta sea, afectará
también el equilibrio ecológico. Si nuestro trabajo
científico nos permite hacer algo para recuperarlas, lo haremos”,
señaló. |
También
cientos de anfibios murieron por la contingencia.
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Monitoreo
permanente
Morales Mávil aclaró que este es sólo un diagnóstico
preliminar, pues la Universidad Veracruzana propone hacer un estudio
completo, detallado y preciso para conocer a ciencia cierta el grado
de afectación de estas especies, para proponer así estrategias
para la restauración del sitio y de los grupos de animales
impactados.
Por ahora, el trabajo universitario implica el monitoreo de diferentes
sitios, el registro de la composición de estas especies afectadas
y el análisis de la estructura de la población. Esta
se realizará en la poligonal que demarca la zona de mayor afectación,
esto es, el río Coatzacoalcos, la zona de manglar en Pajaritos,
Nanchital, el arroyo Tepeyac y las zonas más cercanas al punto
de la fuga.
El monitoreo no sólo se orientará al registro de las
condiciones ecológicas del ecosistema, pues una de las propuestas
universitarias principales podría ser la reintroducción
de individuos (ranas y serpientes) a su hábitat natural, una
vez que se encuentren las condiciones ambientales adecuadas y se haya
eliminado por completo la contaminación.
La búsqueda de animales vivos, su captura, limpieza y marcaje
estarán contemplados en primer lugar, así como la extracción
de muestras de sangre y excretas: “Esto nos va a ayudar a saber
si todavía existen hidrocarburos o metales pesados que hayan
afectado su organismo, para que cuando los individuos sean saludables
podamos iniciar la reproducción en cautiverio”.
Remarcó que el monitoreo y, en su caso, la reintroducción
de poblaciones, requerirá un proceso de seguimiento a corto,
mediano y largo plazo: “Nos gustaría poder hacer estos
estudios durante dos o tres años, en los que se pueden abarcar
varios ciclos de vida de ranas y serpientes”, comentó.
Finalmente, comentó que la Universidad cuenta con estudios
que muestran el nivel de poblaciones animales de la zona afectada
y zonas aledañas en 1984, 1995 y 2003, lo que permitirá
a sus investigadores comparar y estimar el efecto real de la contaminación:
“no sólo queremos saber si hay pocos o muchos animales,
sino tener parámetros científicos que nos permitan hacer
un diagnóstico más puntual de las poblaciones”. |
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