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Psicólogos
de la uv apoyan a damnificados
¿Qué sucede después de un desastre natural?
Edith
Escalón |
El
incremento en índices de alcoholismo, violencia y suicidios
son apenas algunas secuelas que dejan desastres como el ocurrido a
finales del año pasado al sureste de Asia, por lo que es necesario
que psicólogos ayuden a los damnificados a digerir la experiencia
para que no se convierta en una psicopatología.
Arturo Marinero Heredia, docente de la Facultad de Psicología
en Xalapa, señaló que en esa dependencia académica
opera una brigada de estudiantes y académicos para actuar en
caso de desastres, que se inscribe en la experiencia educativa Intervención
Psicosocial, en que se aborda salud mental y desastres socionaturales.
Para quien
coordinara en 1999 la operación Orgullosamente veracruzanos,
realizada a raíz de las inundaciones sufridas en el norte de
Veracruz, aquella experiencia convirtió a la UV en pionera
en ayuda a la salud mental, por lo que gestionó para que la
Facultad de Psicología se mantuviera alerta de forma permanente
para las catástrofes.
Estadísticas realizadas en el norte de Veracruz después
de las inundaciones revelaron mayor incidencia en las adicciones como
el alcoholismo, la violencia y los suicidios. El mismo caso se presentó
en Yucatán luego del paso del huracán Isidoro, que causó
graves estragos hace dos años.
A diferencia de la participación directa con los damnificados
de Veracruz, en Yucatán capacitaron a los psicólogos
de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady)
para ayudar a las personas en desgracia. Gracias a las experiencias,
Arturo Marinero fue invitado por la Federación de Psicólogos
Brasileños a exponer la experiencia generada en la UV.
Sobre la estrategia aplicada en Veracruz y transmitida a sus colegas
en Yucatán, Marinero Heredia explicó que no importa
la dimensión de los desastres, las personas sufren un impacto
psicológico muy fuerte que desorganiza su vida y les crea confusión
en tiempo y espacio, que es atendido en una primera etapa.
La segunda se caracteriza por una sensación de enojo e impotencia;
«las personas se preguntan a quién le reclamo, a quién
le digo que no se vale y que es una injusticia». Un tercer momento
es cuando la persona va aceptando la realidad, y en la última
etapa los damnificados ya pueden decir que su vida sigue y que tendrán
que enfrentar la vida de otra manera.
Para trabajar con los adultos, el equipo universitario se dirigió
a los grupos ya organizados previamente y platicaba con ellos para
que pudieran externar sus emociones y experiencias. En el caso de
los niños, lo hicieron mediante juegos y actividades como el
modelado en plastilina para que reconstruyeran su lugar de residencia.
El tiempo aproximado que una persona necesita para pasar por estas
etapas es de seis meses. Si después de ese tiempo se presentan
algunas señales de que no está resuelto del todo, es
posible que se convierta en una psicopatología en que la persona
padece un sufrimiento más allá de lo deseable. |
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