Al
parecer, los romanos re-fundaron un asentamiento que existía
en las islas británicas y lo llamaron Londinum,
cuya condición inmediata al río Támesis y su
cercanía con el mar hicieron posteriormente de la ciudad
un punto estratégico para las comunicaciones con ultramar
y con el resto de las islas y el continente. A lo largo de la historia
ésta ha sido una condición que explica el carácter
aislado de los ingleses, en gran medida determinado también
por su insularidad, su modo de ver el mundo y su cultura desarrollada
en gran medida al margen de Europa y en la mitad de ningún
lugar.
Sin entrar en los detalles y en la precisión de un amplio
estudio histórico de la ciudad, puede agregarse que el asentamiento
romano evolucionaría en la morfología propia de las
poblaciones más importantes de la Edad Media: un conjunto
de edificios y espacios estructurados en estrecha dependencia con
la topografía y las necesidades de defensa. Debido a las
constantes invasiones y al miedo frecuente por la llegada de extranjeros
con malas intenciones, la ciudad desarrolló una serie de
recintos amurallados. Un buen ejemplo es el conjunto de lo que ahora
se conoce como la Torre de Londres (The London Tower),
uno de los sitios declarados como Patrimonio de la Humanidad.
Los grandes problemas de la ciudad antigua de Londres fueron las
inundaciones, las pestes y las frecuentes enfermedades por falta
de saneamiento. A uno de los grandes humanistas del siglo XVI, Tomas
Moro (quien luego sería santificado por la Iglesia Católica),
le tocó vivir esto y, en contraste, visitar a su amigo Erasmo
de Rotterdam en lo que ahora se conoce como la geografía
cultural de los Países Bajos. La sorpresa de Moro fue tan
grande por la limpieza de las ciudades que conoció y por
el orden de las mismas que, a su regreso a Inglaterra, escribe uno
de los textos más importantes para la historia de las ideas
y el urbanismo: La utopía o un modelo ideal de ciudad y sociedad
basado en nuevos principios de convivencia, reestructurando el sistema
de asentamientos y las actividades en el territorio (Por si interesa
la referencia, este libro es extraordinario y se lee en un día,
además de que tuvo implicaciones importantes en la difusión
de sus ideas para la historia novohispana, en la iniciativa de desarrollar
la visión del modelo de Moro en las fundaciones de Fray Vasco
de Quiroga, los hospitales-pueblo de indios y las misiones jesuitas
en Sudamérica...).
En el siglo XVII ocurrió un gran fuego en la ciudad, la que
se consumió en dos de sus terceras partes (no hay que olvidar
que las ciudades antiguas eran de piedra y, sobre todo, de madera
y tablas, por lo tanto muy vulnerables). En esa época vivía
Sir Christopher Wren, el arquitecto británico probablemente
más importante de toda la historia, a quien se le encomendó
el proyecto de reconstrucción de la ciudad. Dicen los ingleses,
en ese sentido del humor tan flemático que el gran fuego
de Londres tuvo también algunas cosas buenas: no murieron
más
de 20 personas a pesar de que en unas cuantas horas se difundió
por todas partes y aunque la antigua catedral medieval de San Pablo
quedó hecha una ruina, la ciudad quedó saneada y la
peste se controló.
El plan de reconstrucción de Wren utilizó en su planta
el simbolismo de la luz y los rayos del sol como el resurgimiento
desde las cenizas: Tomando como punto de referencia algunos de los
edificios más importantes y plazas, estableció una
serie de vías radiales para conectar la ciudad con su centro
simbólico espiritual. A pesar de que la propuesta no se concretó
por la falta de recursos y por la velocidad con la que la propia
gente tuvo que reconstruir sus viviendas y barrios, prevalecería
por lo menos el diseño de la Catedral de San Pablo como la
conocemos ahora: un espléndido edificio que domina gran parte
del panorama de la ciudad con su enorme cúpula. Este edificio
es uno de los hitos de la cultura británica y en sucesivos
proyectos de regeneración, sobre todo después de los
bombardeos y de la destrucción que ocurrió durante
la Segunda Guerra Mundial, se puso mucho cuidado en respetar las
líneas visuales conectando hacia él, así como
las vistas importantes.
Desde finales del siglo XVIII y, sobre todo durante el siglo XIX,
la ciudad industrial implicó enormes desigualdades sociales
y crecientes problemas de salud y bienestar. Londres se constituye
como la metrópoli más importante del mundo debido
a la expansión colonial y comercial. Una prematura globalización
puede encontrarse en el flujo de inmigrantes de todas las regiones
del imperio, haciendo de la ciudad la nueva Babel.
La riqueza no resolvió todos los nuevos problemas de desigualdad,
pobreza e injusticia. La nueva condición urbana generó
diferencias radicales y contrastes en el modo de vivir y la necesidad
de repensar el destino de la sociedad en el contexto de las grandes
ciudades. Autores como Charles Dickens, Karl Marx, Frederich Engels
o Gustave Doré, realizaron importantes aportaciones al entendimiento
de la nueva condición histórica, planteando relevantes
conclusiones sobre las múltiples dimensiones de un fenómeno
tan complejo como lo urbano.
Desde el arte, la sociología, la literatura o el desarrollo
tecnológico, nuevas conclusiones fueron ensayadas sobre el
destino de la sociedad y su evolución.
El siglo XX sería sin duda un escenario de enormes cambios
y transformaciones.
Para Londres, implicaría no sólo un crecimiento exponencial
en población y en ocupación del territorio, sino,
más tarde, la necesidad de una reconstrucción desde
las cenizas…
*Profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Veracruzana
en Xalapa. Actualmente realiza un Post-Doctorado en el Joint Centre
for Urban Design (JCUD) en la Oxford Brookes University en Inglaterra.
Dirección electrónica: carpediem33mx@yahoo.com.mx |
