Ronald
Martínez.
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El
sistema de partidos políticos en México entorpece la
tarea de enfrentar de manera eficiente la desigualdad social que vive
el país, aseguró Ronald Martínez Rodríguez,
del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos
y Sociales (IIESES) de la UV, y añadió que “el
sistema de partidos que tenemos es gran parte del problema, porque
los grupos se las han ingeniado para controlar el sistema, dejando
que se cuelen muchos intereses que no son los de todos”.
Martínez Rodríguez afirmó que prácticamente
no se ha trabajado en una solución para este problema, pero
reconoció que cambiar por completo este sistema, por uno que
realmente funcione, sería prácticamente imposible.
“Se tienen que idear nuevas maneras de participar, tal vez no
desaparecer el sistema partidista porque eso sería prácticamente
imposible, pero crear mecanismos para que grupos de ciudadanos puedan
tomar decisiones en diferentes aspectos fundamentales como salud,
empleo, educación; así se podría dar un equilibrio,
porque es cierto que es necesario quitarle poder a los partidos”.
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Otro factor que impide un combate real de los rezagos sociales es
la ingerencia de las instituciones internacionales que rigen la
economía, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el
Banco Mundial (BM), en las políticas públicas.
“De alguna manera los países han perdido soberanía
y este esquema no permite un desarrollo suficiente de los derechos
sociales. Los países subdesarrollados han sido perjudicados
porque sus estados no tienen la capacidad de decisión suficiente
ni los recursos para enfrentar tantas necesidades sociales. Es necesario
que nuestros estados recuperen su soberanía y se preocupen
por los derechos sociales de los individuos”.
Indispensable,
la participación social
El investigador universitario aseguró que es posible encontrar
solución a los problemas sociales que aquejan a los países
subdesarrollados, pero que el verdadero reto es que las propias
sociedades sean capaces de organizar el movimiento necesario para
llevar a la práctica el ejercicio de esos derechos.
“Tiene que ver mucho la voluntad política y social,
si los gobiernos siguen en caminos equivocados, solapando la corrupción,
con poco interés en cuestiones sociales y de desarrollo,
y si los ciudadanos no entendemos los problemas y no se tienen los
criterios adecuados, poco se puede hacer; sin un cambio en los aspectos
éticos, no creo que se pueda llegar muy lejos”.
Afirmó que, contrario a lo que muchos juristas opinan, en
el sentido de que lo que hace faltan son más leyes y reglas,
su postura es que se necesitan cambios fundamentales en la ética
de las personas para poder tener un sistema social justo y equitativo.
Históricamente se ha visto que el propio modelo capitalista
tiende a generar desigualdades, podemos ver países que se
desarrollan de manera estable, mientras otros sólo aumentan
su cantidad de pobres.
“La distribución del ingreso sigue siendo desigual
y no veo por dónde este sistema tal como está pudiera
llegar a un equilibrio. Parte de la discusión es la integración
de principios de justicia que lograran que las desigualdades se
redujeran, interviniendo, por ejemplo, en los mercados. Ahí
es donde empiezan las diferencias, a algunos grupos no les conviene
eso”.
En este sistema no hay un mecanismo automático que garantice
que todos tengan para comer, por eso en muchos países el
Estado es el que se hace responsable, y un Estado maniatado, que
no puede tomar sus propias decisiones, va a causar problemas en
ese sentido porque no podrá enfrentar esas desigualdades.
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