Año 5 • No. 174 • abril 11 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 Información General

 Ex-libris

 Investigación

 Estudiantes

 Arte Universitario

 Halcones al Vuelo

 Contraportada


 Números Anteriores


Créditos

 

 

 

Alertan investigadores del Inecol
La globalización puede tender a afectar la diversidad del paisaje
Ricardo Luna

El análisis del impacto de la globalización sobre la naturaleza no se ha estudiado con detalle y las tendencias reales que se conjugan en las diversas relaciones economía-medioambiente-territorio no han sido señaladas con claridad en la mayoría de los casos, coincidieron Ismael López Moreno y Martha Díaz Betancourt, investigadores del Instituto de Ecología (Inecol).

En teoría, la globalización busca un modelo económico y social que logre integrar a los países de todo el mundo en la búsqueda de una reactivación económica y en la solución de la pobreza, la marginación y la exclusión de territorios, regiones y países. Desde esta perspectiva, concebir a la globalización como un proceso integrador que tiende a reducir varios territorios en uno solo tiene, desde el punto de vista ambiental, varios inconvenientes, uno de ellos corresponde a la
diversidad del paisaje.

Y es que, en nuestro país, la gran heterogeneidad del paisaje es el resultado de un largo proceso evolutivo que ha dado lugar a poblaciones, comunidades, biomas y ecosistemas que poseen una estructura y un funcionamiento único y diferente del resto, lo que las vuelve unidades discretas.

“Esas diferentes unidades de paisaje, con una historia evolutiva propia y con ciclos de intercambio de energía y materiales muy específicos, han estado sujetas a procesos de urbanización e industrialización muy complejos en los que no se tiene una visión panorámica que considere a las poblaciones locales y respete la riqueza de sus recursos y su diversidad cultural y étnica” aseguraron.

Así, el trillado discurso del desarrollo sustentable, de hacer un manejo y conservación de los recursos naturales de manera que se asegure la satisfacción continua de las necesidades de las generaciones presentes y futuras, parecería una utopía difícil de llevarse a cabo hoy en día en un país como México.

El uso de la naturaleza por parte de las diferentes comunidades humanas a lo largo de la historia ha sufrido una serie de modificaciones que van desde patrones de consumo cercanos a los ciclos que se presentan en el ambiente, hasta patrones agresivos y lineales que involucran grandes consumos de energía y materiales, con una enorme producción de desechos.

Por ello, señalan que es necesario considerar al Estado y al territorio como un todo homogéneo, que traslada la discusión de la globalización y sus efectos a un juego entre naciones y no a la realidad. En tal sentido, puede decirse que no existe una globalización de la nación mexicana, sino territorios y tal vez paisajes con capitales diferentes que se exponen diferencialmente a este proceso.

Sin embargo, el territorio y los paisajes se destruyen y se desarticulan, pierden identidad, conciencia y cultura, y el ordenamiento territorial en función de los recursos naturales y sus vocaciones pasa a segundo plano, desbordado por la ordenación económica.

Una alternativa a los procesos de globalización tendría que partir desde el territorio, entendido no sólo como el espacio geográfico sino como un complejo mosaico ambiental que exige un rango igual a las diferentes variables que intervienen en el análisis ecológico-social.