Soy
investigadora por vocación –mis libros publicados
y videos son testimonio. No obstante, por
mucho tiempo me resistí a completar el perfil deseado del
investigador en el punto que debe impartir una cátedra
semestral.
La docencia tradicional no me agrada por varios factores. En
principio, yo tengo que enseñar o que compartir algo
que a mí me aporte, que me proporcione alguna satisfacción
personal o, mejor aún, que me apasione, y eso no es fácil
dentro de las estructuras tradicionales.
Por otra parte, no sirvo para seguir un programa con el que no esté
totalmente de acuerdo y tampoco es fácil que esté
en acuerdo total con un programa vigente. Y en referencia a los
estudiantes, no soporto que la mayoría tome una clase
únicamente porque está en su plan de estudios y tiene
que tomarla.
Bueno, pues dentro del Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF) mis
peros han quedado superados. Impartí en el semestre agosto
2004–enero 2005 un curso del Instituto de Artes Plásticas,
en la ciudad de Córdoba. Se denomina “Los estilos
coloniales en Córdoba y Orizaba” y lo desarrollo
bajo un programa elaborado por mí. La asignatura me es un
incentivo ya que el arte colonial de la región Córdoba-Orizaba
está prácticamente sin estudiar y yo lo estoy investigando.
En cuanto a los alumnos, es maravilloso que el curso sea abierto,
asisten desde profesionistas con maestrías en el extranjero
hasta alumnos de primer grado de licenciatura.
En lo concerniente al MEIF, el curso se ofrece dentro del área
de formación de elección libre, esto es, que
los estudiantes que se inscriben lo hacen por su propio interés
y decisión y, con el mismo entusiasmo con que yo preparo
e imparto la clase, ellos la reciben, propiciándose una experiencia
educativa no sólo para los discípulos sino también
para mí.
A continuación cito fragmentos que hablan de lo que
mis estudiantes de MEIF y yo obtuvimos en la experiencia educativa
concluida en el periodo agosto 2004-febrero 2005 y en la que convivieron
alumnos de las facultades de arquitectura, ciencias químicas
y sociología de la región.
“La experiencia educativa Los estilos coloniales en Córdoba
y Orizaba fue una verdadera experiencia, una manera innovadora de
aprender, ya que lo que se estudiaba en el salón de clase
era experimentado visitando los lugares donde se dan los estilos.
Ahí pudimos percibir los ambientes, hacer dibujos, en fin,
entrar en contacto con las formas artísticas”: Daniel
Mosqueda. Este texto se refiere al binomio aproximación
teórica al tema y aproximación directa a las obras
de arte con una fuerte dosis emotiva y físico-sensorial;
hasta tocar y oler la madera de los retablos, por ejemplo. Los estudiantes
quedaron muy motivados.
“La experiencia educativa Los estilos coloniales en Córdoba
y Orizaba me aportó una mayor amplitud de criterio estético
para respetar no sólo los edificios importantes sino todos
los que son parte de nuestra historia y llevan un toque de nuestras
raíces”: Carlos Gómez.
Dentro de los valores y la formación humana, a mí
me encantó el siguiente texto que comentaré en sus
dos partes: “La dinámica del grupo fue magnífica
ya que permitió socializar con todos, no importando las edades
ni las preferencias. Permitió también aprovechar
la visión de los participantes para retroalimentarnos”,
Daniel Mosqueda.
Los primeros renglones se refieren a que varios estudiantes externaron
al inicio del curso que no les gustaba del MEIF el hecho
de no tener un grupo, que extrañaban tener un grupo como
lo habían tenido hasta la preparatoria. Entonces, yo les
aseguré que al menos en mi curso, la tarde de los viernes
iban a tener un grupo y no a permanecer ajenos unos de otros como
el público en el cine. Utilicé muchas técnicas
especializadas de mi doctorado (arts & communication) que
empleo en conferencias o en media para espacios interactivos mas
nunca había puesto en acción en un aula
¡y funcionaron bien a pesar del contexto altamente heterogéneo!
La segunda parte del trozo se refiere a conocer, respetar e incluso
aprovechar la visión diferente de los compañeros,
más allá de la visión estética, la visión
integral humana. En este aspecto obtuve un logro muy gratificante.
Sucedió que en la primera clase, después de la autopresentación
que pedí hacer a cada uno de los estudiantes, supe que había
un alumno evangélico como él se nombró, es
decir protestante. Me inquieté un poco porque he detectado
discriminación hacia las minorías religiosas en esta
zona del estado y porque estábamos a punto de iniciar la
inmersión en tres siglos de arte regido por la
iglesia católica.
Al finalizar la clase lo llamé y lo invité a colaborar
conmigo cuando tocara el tema de la reforma religiosa y le apunté
la fecha. Le dije que me gustaría que el grupo conociera
el punto de vista del protestantismo que es opuesto al del catolicismo
respecto a la producción de artes plásticas
para el culto religioso. El joven tomó la invitación
muy en serio; con anticipación me llevó una película
para que viera yo si se podía pasar en clase. Yo escogí
20 minutos del film y los exhibimos cuando correspondió
el tema en el programa. “Chamula, tierra de sangre”
resultó una lección impactante. Los estudiantes ganaron
mucho en tolerancia y comprensión humana. (Continuará)
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