Año 5 • No. 176 • Abril 25 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Ciclo de cine infantil
Roberto Ortiz Escobar

Considerando la próxima conmemoración del Día del Niño, el 30 de abril, el Cine Club de la UV está proyectando un ciclo con personajes infantiles y narrativas fantásticas como realistas. A continuación un breve comentario de cada filme.

En Matilda (Matilda, Estados Unidos, 1996), Danny Devito se inspiró en un libro de Roald Dahl, reunió a un buen repertorio actoral y ofreció una anécdota de aprendizaje moral con niña superdotada que debe soportar padres ordinarios y una directora de colegio malvada, a quien opone sus cualidades mágicas.

Aventuras infantiles con hada bienhechora de por medio, Matilda es un divertimento con anotaciones puntuales y ocurrentes.

Secretos del corazón (España- Francia- Portugal, 1996, de Montxo Armendáriz) es una aproximación sincera al universo infantil a través de las aventuras vacacionales de Javi (Andoni Erburu), un chaval de nueve años que deberá hurgar temeroso en ámbitos misteriosos con tal de descubrir los pormenores de la vida: el amor y el sexo, la fantasía y la mentira, la pasión y la muerte. Obra de madurez de un cineasta que desde su ópera prima (Tasio) demostró que podía desentrañar las sensaciones y deseos de sus personajes mediante la observación serena y delicada. Porque el proceso de iniciación de Javi no se concreta a partir de evidencias visuales o declaración de motivos. Toda una cauda de realidades (soledad, suicidio, enfermedad) serán percibidas, más nunca vistas por Javi: al abrir las puertas, los enigmas no se revelan, más bien se intuyen.

En Elisa antes del fin del mundo (México, 1997), Juan Antonio de la Riva pretendió hacer una metáfora de la clase media capitalina que ve mermados sus privilegios materiales frente a la severa crisis económica vivida por el país desde el “error de diciembre”. A partir de la hija pequeña (Sherlyn Montserrat) de un matrimonio joven, el director expone un microcosmos familiar convulsionado cuyo entorno social parece entrar en ebullición.

Creador de seres marginales, solitarios y extravagantes, Tim Burton, amén de su enorme talento y proclividad a las recreaciones góticas, logró conjuntar en La leyenda del jinete sin cabeza (Sleepy Hollow, Estados Unidos, 1999) a un equipo creativo y el resultado es una apantallante historia que combina thriller con romance, comedia y melodrama. Basada en la obra de Washington Rip van Winkle Irving, esta cinta con fantasmas reales contó con las imágenes fastuosas de Emmanuel Lubezki, los brillantes efectos especiales de Mark Miller y Jim Mitchel, el atractivo vestuario de Collen Atwood, la sugerente música de Danny Elfman, la crispante edición de Chris Lebenzon y la neurótica presencia actoral de Johnny Depp (Ed Wood y El joven manos de tijera), quien ahora encarna a Ichabod Crane, un investigador que opone obsesivamente el razonamiento científico a la superstición religiosa.

El espinazo del diablo (México- España, 2001) es tal vez la obra más redonda que hasta el momento ha hecho Guillermo del Toro, quien después de su ópera prima (Cronos) logró introducirse con tesón en la industria de Hollywood donde ha cuajado proyectos como Mimic, Blade II, y Hellboy. En El espinazo del diablo, Del Toro reunió felizmente la ficción de género y la realidad histórica: en el primer caso, la vertiente genérica se acoge a un horror vivencial humano y no tanto sobrenatural, se diría que éste es un pretexto para exponer actitudes y sentimientos encontrados en una situación limite (el odio, el amor, la solidaridad, la confianza, la maldad, la pasión y la venganza). Por otra parte, está la guerra, sus facciones e inminentes resultados trágicos (una República cada vez más cercada, una bomba desactivada como recuerdo bélico traumático, una casona echada a su suerte como ejemplo angustiante del abandono de las potencias a la nación republicana, un fervor católico de estimulo elocuente en un futuro franquismo, etc.

Alfonso Cuarón, el director de Harry Potter y el prisionero de Azkabán (Harry Potter and the Prisoner of Azkaban, 2004), tuvo la fortuna de lidiar con un libro intermedio de J. K. Rowling donde la infancia de los personajes principales ingresa a la pubertad. Esto le permitió jugar con humor inteligente los diferentes afanes, inquietudes, temores y contradicciones de un periodo fundamental de vida. Cuatro elementos trabajó provechosamente: el desarrollo dinámico de la trama, la configuración psicológica de los personajes, el uso equilibrado de los efectos especiales, y un cuidadoso como distinguido diseño de arte. La anécdota se condensa ahora y algunas situaciones se trabajan con prontitud, evitando la explicación larga. De los eventos literarios mejor aprovechados tenemos la formidable regresión en el tiempo de Harry y Hermione, el concepto visual de los “dementores” como hurtadores de almas, y la imaginativa vuelta de tuerca disipando los miedos al abrirse la Caja de Pandora (la araña con patines resbaladizos en sus diversas patas).

Abril se vuelve un escaparate fílmico y la cita es en el Aula Clavijero de Juárez 55. Más información, escribe a: roeamarcord@yahoo.com