Año 5 • No. 176 • Abril 25 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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México, democrático en lo electoral pero
antidemocrático en el ejercicio del gobierno
Juan Carlos Plata
En México se ha logrado una democracia electoral pero todavía no ha sido posible democratizar el ejercicio del gobierno que sigue siendo muy vertical y relativamente cerrado a la influencia social, por lo que no existe una democratización de la vida pública, afirmó el investigador del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales, Alberto Olvera Rivera.

“Un país en donde no hay espacios para que la sociedad emita opiniones sobre la política pública o un país en el que las opiniones de la gente al final son ignoradas, es un país que puede ser democrático desde el punto de vista electoral pero antidemocrático desde el punto de vista del ejercicio del gobierno”.

Es muy claro, dijo, que el campo de la política es mucho más amplio que el meramente electoral. La política electoral se refiere a la política de la representación legítima en las cámaras y a la elección de los gobernantes, pero el campo de la política es un campo cotidiano y mucho más amplio, que trasciende a la política partidaria y electoral.

“Se hace política cada vez que se debate la pertinencia de un programa de gobierno, cada vez que se discute si una carretera debe hacerse con un trazo o con otro, cada vez que se habla de que si los recursos del gobierno deben invertirse en un teatro o en la introducción de servicios públicos en colonias populares”, aseveró Alberto Olvera.

Esas opciones que se presentan son decisiones políticas y la sociedad trata de intervenir en esas decisiones manifestándose, hablando con las autoridades, emitiendo opiniones técnicas, con artículos en la prensa; todo esto es la política civil, y un país es más democrático mientras más espacios haya para manifestar esa política civil y mientras más influencia tiene ésta en las decisiones de política pública.

Añadió que todavía falta mucho para que la sociedad civil pueda hacer escuchar su voz, hay ejemplos interesantes pero que a su juicio resultan minoritarios: en Chihuahua existe un grupo llamado Red Ciudadana de Chihuahua, que se ha encargado de hacer una observación constante del Poder Legislativo estatal; un grupo de señoras van a todas las sesiones del congreso, tienen un seguimiento del trabajo de las comisiones, de la votación individual de cada congresista, de cuántas veces asiste y cuántas no cada uno, de a cuánto ascienden los gastos de representación de diputado, y publican mensualmente los resultados.

“Esa es una actividad prototípica de política civil, es un control ciudadano sobre uno de los poderes del estado. Sería muy deseable que hubiera muchos más ejercicios de esta naturaleza, lo que podríamos llamar control social de la político y justamente mientras más podamos extender ese campo podremos hablar de una democratización de la vida pública”.

Alberto Olvera aseguró que los partidos políticos pueden ser un instrumento para que la sociedad tenga representatividad, pero también pueden ser un obstáculo, porque los partidos pueden ser profundamente antidemocráticos y constituirse en mecanismos de ascenso social y político de elites regionales.

“En México, el PRD es un partido de grupos de políticos profesionales, de corrientes políticas profesionales que tienen -algunas de ellas- poca relación con la sociedad, pero al mismo tiempo expresa a algunos sectores que están organizados en torno a este partido, lo mismo podemos decir del PAN que también representa intereses de ciertos sectores de la sociedad civil, asociaciones de padres de familia, grupos conservadores vinculados a la iglesia católica y también representa a elites políticas emergentes como los empresarios interesados en participar en política”.

Por el contrario, el PRI representa más básicamente a elites políticas articuladas en torno a un partido casi sin representación de la sociedad, pero conserva un vínculo con la sociedad de carácter clientelar-corporativo que todavía opera en el país.