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Democracia, transparencia y evaluación,
las bases para una reforma universitaria
Juan Carlos Plata |
Adrián
Acosta Silva.
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Para
poder llevar a cabo un proceso de reforma universitaria es necesario
que se fortalezca la democracia interna, que haya una total transparencia
en el manejo de los recursos y una evaluación completa y sin
concesiones del estado en el que se encuentra la institución,
aseguró el investigador de la Universidad de Guadalajara, Adrián
Acosta Silva en la mesa redonda “Reforma de la organización
y la gestión académica”, organizado por el Instituto
de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV. |
En la primera mesa de trabajo del Foro para la Reforma Universitaria,
realizado a iniciativa de un grupo de académicos, participaron
también Miguel Ángel Casillas y José Luis González
Sierra, de la UV.
Acosta Silva, quien ha trabajado 15 años en el estudio de procesos
de reforma en universidades públicas, aseguró que buena
parte de los procesos de cambio se concentran en la relación
entre la forma de organización académica y los procesos
de la gestión institucional de cada universidad.
“Las universidades son organizaciones vivas, son conglomerados
muy complicados de intereses, de expectativas, de deseos, de proyectos
y de conflictos que no aguardan a ser reparadas. Casi ninguna reforma
opera sobre la base de una idea perfectamente clara de lo que se quiere,
sobre la base de un conocimiento amplio y preciso y además
con un diagnóstico exhaustivo de los problemas que se quieren
solucionar”.
Al momento de planear o iniciar un proceso de reforma universitaria
se deben plantear algunas de las preguntas principales: ¿existe
alguna relación entre la forma organizacional de la vida académica
de la universidad y el buen desempeño institucional?, ¿tiene
algo que ver o no la forma del gobierno con el fondo académico
de la institución?, ¿un buen o mal gobierno universitario
ayuda o no a la vida académica institucional?
“Según la bibliografía y la propia experiencia,
creo que sí hay una relación entre la manera en la que
se organiza la vida académica y el desempeño del rendimiento
general de la universidad, incluida aquí la consolidación
de procesos de investigación y docencia”.
Un ejemplo ha sido el cambio de la organización mediante la
departamentalización de la vida académica, donde investigación
y docencia tienen un vínculo virtuoso que permite renovar y
fortalecer la vida académica. Pero no es el modelo departamental
puro el que permite un mejor funcionamiento institucional ya que depende
de las condiciones de contexto en el que se enclave.
“Los gobiernos con un Consejo Universitario y la figura del
rector, el peso siempre termina cargándose del lado de la rectoría,
el rector tiene un enorme poder que le permite definir muchas de las
decisiones académicas, administrativas y financieras, termina
siendo el centro de todas la redes institucionales y, por tanto, un
figura crucial para emprender procesos de reforma universitaria”.
Otro punto que abordó el especialista, fue que no se tiene
una tradición importante de hacer transparente la información
de la gestión y la organización académica. “Hay
universidades que han avanzado mucho, pero en general no tenemos mecanismos
para hace transparente la información institucional y eso ayudaría
a tomar las mejores decisiones posibles dada la complejidad de la
organización y la gestión universitaria”. |
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