Año 5 • No. 176 • Abril 25 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Democracia, transparencia y evaluación,
las bases para una reforma universitaria
Juan Carlos Plata

Adrián Acosta Silva.
Para poder llevar a cabo un proceso de reforma universitaria es necesario que se fortalezca la democracia interna, que haya una total transparencia en el manejo de los recursos y una evaluación completa y sin concesiones del estado en el que se encuentra la institución, aseguró el investigador de la Universidad de Guadalajara, Adrián Acosta Silva en la mesa redonda “Reforma de la organización y la gestión académica”, organizado por el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV.
En la primera mesa de trabajo del Foro para la Reforma Universitaria, realizado a iniciativa de un grupo de académicos, participaron también Miguel Ángel Casillas y José Luis González Sierra, de la UV.

Acosta Silva, quien ha trabajado 15 años en el estudio de procesos de reforma en universidades públicas, aseguró que buena parte de los procesos de cambio se concentran en la relación entre la forma de organización académica y los procesos de la gestión institucional de cada universidad.

“Las universidades son organizaciones vivas, son conglomerados muy complicados de intereses, de expectativas, de deseos, de proyectos y de conflictos que no aguardan a ser reparadas. Casi ninguna reforma opera sobre la base de una idea perfectamente clara de lo que se quiere, sobre la base de un conocimiento amplio y preciso y además con un diagnóstico exhaustivo de los problemas que se quieren solucionar”.

Al momento de planear o iniciar un proceso de reforma universitaria se deben plantear algunas de las preguntas principales: ¿existe alguna relación entre la forma organizacional de la vida académica de la universidad y el buen desempeño institucional?, ¿tiene algo que ver o no la forma del gobierno con el fondo académico de la institución?, ¿un buen o mal gobierno universitario ayuda o no a la vida académica institucional?

“Según la bibliografía y la propia experiencia, creo que sí hay una relación entre la manera en la que se organiza la vida académica y el desempeño del rendimiento general de la universidad, incluida aquí la consolidación de procesos de investigación y docencia”.

Un ejemplo ha sido el cambio de la organización mediante la departamentalización de la vida académica, donde investigación y docencia tienen un vínculo virtuoso que permite renovar y fortalecer la vida académica. Pero no es el modelo departamental puro el que permite un mejor funcionamiento institucional ya que depende de las condiciones de contexto en el que se enclave.

“Los gobiernos con un Consejo Universitario y la figura del rector, el peso siempre termina cargándose del lado de la rectoría, el rector tiene un enorme poder que le permite definir muchas de las decisiones académicas, administrativas y financieras, termina siendo el centro de todas la redes institucionales y, por tanto, un figura crucial para emprender procesos de reforma universitaria”.

Otro punto que abordó el especialista, fue que no se tiene una tradición importante de hacer transparente la información de la gestión y la organización académica. “Hay universidades que han avanzado mucho, pero en general no tenemos mecanismos para hace transparente la información institucional y eso ayudaría a tomar las mejores decisiones posibles dada la complejidad de la organización y la gestión universitaria”.