Año 5 • No. 177 • mayo 2 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Desde Inglaterra
Hacia una cultura de la ciudad

Dinámica social, política, economía y planeación del espacio urbano
Fernando N. Winfield Reyes*
En el contexto de las aportaciones británicas a la cultura de la ciudad, cuya modernidad puede ubicarse en sus inicios desde la segunda mitad del siglo XIX, como lo apuntan algunos analistas e historiadores del fenómeno urbano como Leonardo Benévolo (Orígenes del Urbanismo Moderno, 1992), Joseph Rikwert (The Seduction of a Place: The City in the Twenty-First Century, 2000) o Stephen V. Ward (Planning and Urban Change, 2004), pueden señalarse por lo menos cuatro modelos urbanísticos que han gravitado en torno a la ciudad de Londres y que vale la pena considerar y revisar por su influencia en el contexto social, político y económico para la planeación del espacio urbano.

Estos modelos se han nutrido de las experiencias locales, las que han sido estudiadas sistemáticamente, buscando también incorporar algunos de los avances más significativos surgidos en otros contextos culturales, los que se han ponderado y en su momento, se han considerado como adecuados a las circunstancias y a las necesidades de la población.

Como suele suceder con los modelos urbanísticos, estos surgen como una respuesta a problemas identificados como fundamentales para el desarrollo o la mejora de las condiciones de la población, su organización y su productividad en el territorio. En la medida en que tales modelos son experimentados y apropiados por su pertinencia, puede hablarse de una verdadera cultura de la ciudad. Los modelos aquí comentados brevemente son todavía fuentes de análisis y de crítica. Con frecuencia se alude a sus aciertos y a sus errores y es a partir de este proceso de revisión continua, que una sociedad se involucra en aspectos de la política, la economía y el rumbo de la planeación, fomentándose una participación informada, amplia, democrática y plural, donde si bien no todos los actores sociales tienen el mismo peso, todas las opiniones tienen cabida.

En 1841 la población del área metropolitana de Londres era de dos millones 500 mil habitantes. Para 1871, se reportó un crecimiento a tres millones 890 mil habitantes, y seis millones 586 mil en 1901, fecha en la que no era sólo la ciudad más grande en Europa, sino en todo el mundo. Una tendencia de rápida absorción de habitantes e inmigrantes que prevaleció hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, hizo que una quinta parte de la población nacional se concentrara allí. Si se considera además que, a diferencia de otras ciudades del ámbito europeo como París, Ámsterdam, Berlín, Munich, Viena, Praga o Madrid, donde históricamente habían existido altas densidades de población, Londres había crecido a menores densidades y extendiéndose horizontalmente, más que buscando la concentración vertical, puede entenderse la necesidad de establecer modelos de ocupación del territorio bajo patrones más equilibrados de desarrollo.

En esta línea de argumentos surgen, como respuesta al crecimiento urbano de la industrialización en Inglaterra, y en particular de los grandes centros urbanos, en sus secuelas de problemas de saneamiento, desigualdad social, pobreza, enfermedades epidémicas y contaminación, las primeras ideas para el desarrollo de “ciudades jardín”, que se ubican en la periferia de Londres (Letchworth y Welwyn), como los primeros experimentos construidos con el modelo propuesto por Ebenezer Howard, un reformista social que había vivido en los Estados Unidos, había absorbido las ideas de la naturaleza y el paisaje como elementos de equilibrio entre la producción y la habitación y quien a su regreso a Inglaterra publica el libro Tomorrow. A Peaceful Path to Real Reform en 1898, que sería reeditado a partir de 1902 como Garden Cities of Tomorrow. La difusión del modelo de Howard contribuye a que se formen “asociaciones de ciudades jardín” en Francia en 1903, en Alemania en 1904, en Holanda en 1905, en Italia y los Estados Unidos en 1906 y Rusia en 1911.

Derivado de tensiones distintas y como respuesta a la necesidad de reconstrucción de la ciudad, teatro de guerra y constantes bombardeos, surge la propuesta que en 1944 genera una comisión para el reordenamiento de la zona metropolitana de Londres (The Greater London Plan), bajo la dirección del profesor Abercrombie. Esta propuesta habría de constituirse más tarde en un modelo de urbanismo orgánico, en la medida en que consideraba la integración de células habitacionales, barrios y distritos aproximadamente distribuidos de manera homogénea en territorio y en población, con sus equipamientos correspondientes, la que acabaría por ser muy influyente en distintas partes del mundo durante la etapa de planeación metropolitana que diferentes países emprendieron en su etapa de modernización.

A partir de 1947, como resultado de una ley nacional para responder al crecimiento de la población con una idea de redistribución de empleo en el territorio, se pone en marcha la construcción del concepto de las new towns o nuevas ciudades. Estas nuevas ciudades fueron asentamientos experimentales que requirieron de la colaboración de distintos gremios profesionales, el sector privado y las diversas instancias gubernamentales, y de cuantiosas inversiones.

Algunas de estas nuevas ciudades fueron planificadas y construidas en las cercanías de Londres, mientras que la mayoría se ubicaron en distintos puntos del territorio. Probablemente una de las más famosas y la última en concluirse bajo este modelo es Milton Keynes. Hacia la década de los sesenta, estas new towns se convirtieron en una de las imágenes emblemáticas de la modernidad británica en un estilo alternativo de vida urbana que circuló en todo el mundo.

Entre 1967 y 1992, por ejemplo, la población en Milton Keynes reportó un crecimiento de 34 mil 600 a 143 mil habitantes. Consideradas en su conjunto como un ejercicio muy polémico, hoy en día se siguen estudiando, con críticas severas y con relativos aciertos, conforme a diversas fuentes entre las que destaca una interesante compilación y análisis realizado recientemente por Anthony Burton y Joyce Hartly titulado The New Towns Record. 1946-2002.

Probablemente desde 1973, como resultado de la crisis energética, se comienza a tener una mayor conciencia de la escala global de los problemas urbanos y de las dinámicas asociadas al consumo y producción de bienes y servicios. Algunas de las estrategias establecen nuevos modelos urbanos en materia ambiental, social y productiva. La reordenación de la producción y la economía constituyen ejes que reestructuran la ciudad. La rehabilitación urbana y el reciclaje de edificios son dos estrategias que operan desde la década de los ochenta en la zona de los muelles (The London Docklands), buscando un cambio de usos en lo que se ha denominado desde entonces el periodo post-industrial, derivando en la terciarización o al desarrollo de complejos urbanísticos de servicios y áreas de oficinas, recreación y vivienda, reconvirtiendo amplias áreas de anteriores usos industriales o bodegas (brown sites) en exitosos proyectos de regeneración, combinando una diversidad de densidades y abriendo espacios para la inversión de fuentes de capital local, regional e internacional, reconociendo las tendencias de globalización que afectan sobre todo a las grandes metrópolis como centros de poder financiero y cultural.

*Profesor de la Facultad de Arquitectura de la UV en Xalapa. Realiza un post-doctorado en el Joint Centre for Urban Design (JCUD) en la Oxford Brookes University en Inglaterra. Dirección electrónica: carpediem33mx@yahoo.com.mx