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Desde
Inglaterra
Hacia una cultura de la ciudad
Dinámica
social, política, economía y planeación del
espacio urbano
Fernando N. Winfield Reyes* |
En
el contexto de las aportaciones británicas a la cultura de
la ciudad, cuya modernidad puede ubicarse en sus inicios desde la
segunda mitad del siglo XIX, como lo apuntan algunos analistas e historiadores
del fenómeno urbano como Leonardo Benévolo (Orígenes
del Urbanismo Moderno, 1992), Joseph Rikwert (The Seduction
of a Place: The City in the Twenty-First Century, 2000) o Stephen
V. Ward (Planning and Urban Change, 2004), pueden señalarse
por lo menos cuatro modelos urbanísticos que han gravitado
en torno a la ciudad de Londres y que vale la pena considerar y revisar
por su influencia en el contexto social, político y económico
para la planeación del espacio urbano.
Estos modelos se han nutrido de las experiencias locales, las que
han sido estudiadas sistemáticamente, buscando también
incorporar algunos de los avances más significativos surgidos
en otros contextos culturales, los que se han ponderado y en su momento,
se han considerado como adecuados a las circunstancias y a las necesidades
de la población.
Como suele suceder con los modelos urbanísticos, estos surgen
como una respuesta a problemas identificados como fundamentales para
el desarrollo o la mejora de las condiciones de la población,
su organización y su productividad en el territorio. En la
medida en que tales modelos son experimentados y apropiados por su
pertinencia, puede hablarse de una verdadera cultura de la ciudad.
Los modelos aquí comentados brevemente son todavía fuentes
de análisis y de crítica. Con frecuencia se alude a
sus aciertos y a sus errores y es a partir de este proceso de revisión
continua, que una sociedad se involucra en aspectos de la política,
la economía y el rumbo de la planeación, fomentándose
una participación informada, amplia, democrática y plural,
donde si bien no todos los actores sociales tienen el mismo peso,
todas las opiniones tienen cabida.
En 1841 la población del área metropolitana de Londres
era de dos millones 500 mil habitantes. Para 1871, se reportó
un crecimiento a tres millones 890 mil habitantes, y seis millones
586 mil en 1901, fecha en la que no era sólo la ciudad más
grande en Europa, sino en todo el mundo. Una tendencia de rápida
absorción de habitantes e inmigrantes que prevaleció
hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, hizo que una quinta
parte de la población nacional se concentrara allí.
Si se considera además que, a diferencia de otras ciudades
del ámbito europeo como París, Ámsterdam, Berlín,
Munich, Viena, Praga o Madrid, donde históricamente habían
existido altas densidades de población, Londres había
crecido a menores densidades y extendiéndose horizontalmente,
más que buscando la concentración vertical, puede entenderse
la necesidad de establecer modelos de ocupación del territorio
bajo patrones más equilibrados de desarrollo.
En esta línea de argumentos surgen, como respuesta al crecimiento
urbano de la industrialización en Inglaterra, y en particular
de los grandes centros urbanos, en sus secuelas de problemas de saneamiento,
desigualdad social, pobreza, enfermedades epidémicas y contaminación,
las primeras ideas para el desarrollo de “ciudades jardín”,
que se ubican en la periferia de Londres (Letchworth y Welwyn), como
los primeros experimentos construidos con el modelo propuesto por
Ebenezer Howard, un reformista social que había vivido en los
Estados Unidos, había absorbido las ideas de la naturaleza
y el paisaje como elementos de equilibrio entre la producción
y la habitación y quien a su regreso a Inglaterra publica el
libro Tomorrow. A Peaceful Path to Real Reform en
1898, que sería reeditado a partir de 1902 como Garden Cities
of Tomorrow. La difusión del modelo de Howard contribuye a
que se formen “asociaciones de ciudades jardín”
en Francia en 1903, en Alemania en 1904, en Holanda en 1905, en Italia
y los Estados Unidos en 1906 y Rusia en 1911.
Derivado de tensiones distintas y como respuesta a la necesidad de
reconstrucción de la ciudad, teatro de guerra y constantes
bombardeos, surge la propuesta que en 1944 genera una comisión
para el reordenamiento de la zona metropolitana de Londres (The Greater
London Plan), bajo la dirección del profesor Abercrombie. Esta
propuesta habría de constituirse más tarde en un modelo
de urbanismo orgánico, en la medida en que consideraba la integración
de células habitacionales, barrios y distritos aproximadamente
distribuidos de manera homogénea en territorio y en población,
con sus equipamientos correspondientes, la que acabaría por
ser muy influyente en distintas partes del mundo durante la etapa
de planeación metropolitana que diferentes países emprendieron
en su etapa de modernización.
A partir de 1947, como resultado de una ley nacional para responder
al crecimiento de la población con una idea de redistribución
de empleo en el territorio, se pone en marcha la construcción
del concepto de las new towns o nuevas ciudades. Estas nuevas
ciudades fueron asentamientos experimentales que requirieron de la
colaboración de distintos gremios profesionales, el sector
privado y las diversas instancias gubernamentales, y de cuantiosas
inversiones.
Algunas de estas nuevas ciudades fueron planificadas y construidas
en las cercanías de Londres, mientras que la mayoría
se ubicaron en distintos puntos del territorio. Probablemente una
de las más famosas y la última en concluirse bajo este
modelo es Milton Keynes. Hacia la década de los sesenta, estas
new towns se convirtieron en una de las imágenes emblemáticas
de la modernidad británica en un estilo alternativo de vida
urbana que circuló en todo el mundo.
Entre 1967 y 1992, por ejemplo, la población en Milton Keynes
reportó un crecimiento de 34 mil 600 a 143 mil habitantes.
Consideradas en su conjunto como un ejercicio muy polémico,
hoy en día se siguen estudiando, con críticas severas
y con relativos aciertos, conforme a diversas fuentes entre las que
destaca una interesante compilación y análisis realizado
recientemente por Anthony Burton y Joyce Hartly titulado The New
Towns Record. 1946-2002.
Probablemente desde 1973, como resultado de la crisis energética,
se comienza a tener una mayor conciencia de la escala global de los
problemas urbanos y de las dinámicas asociadas al consumo y
producción de bienes y servicios. Algunas de las estrategias
establecen nuevos modelos urbanos en materia ambiental, social y productiva.
La reordenación de la producción y la economía
constituyen ejes que reestructuran la ciudad. La rehabilitación
urbana y el reciclaje de edificios son dos estrategias que operan
desde la década de los ochenta en la zona de los muelles (The
London Docklands), buscando un cambio de usos en lo que se ha
denominado desde entonces el periodo post-industrial, derivando en
la terciarización o al desarrollo de complejos urbanísticos
de servicios y áreas de oficinas, recreación y vivienda,
reconvirtiendo amplias áreas de anteriores usos industriales
o bodegas (brown sites) en exitosos proyectos de regeneración,
combinando una diversidad de densidades y abriendo espacios para la
inversión de fuentes de capital local, regional e internacional,
reconociendo las tendencias de globalización que afectan sobre
todo a las grandes metrópolis como centros de poder financiero
y cultural.
*Profesor de la Facultad de Arquitectura de la UV en Xalapa. Realiza
un post-doctorado en el Joint Centre for Urban Design (JCUD) en la
Oxford Brookes University en Inglaterra. Dirección electrónica:
carpediem33mx@yahoo.com.mx
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