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En
el MEIF, experiencias educativas para los alumnos y para los maestros
Ludivina Gutierrez (Segunda y ùltima parte) |
Gracias
a la convivencia de alumnos procedentes de diferentes áreas
académicas –lo cual implica no sólo diferencias
disciplinarias sino diferentes concepciones del mundo– hubo
múltiples incidentes enriquecedores de los cuales resumiré
sólo uno.
Yo había impartido clases en las áreas de humanidades
y artes que son las mismas áreas en las que cursé
mi licenciatura y posgrados. Los estudiantes de humanidades, independientemente
del motivo por el que se les dé la palabra –o
ellos la pidan– tienden a dar su propia opinión
y en ocasiones hasta imponerla; son críticos y autocríticos,
integran el ámbito en el que me formé como alumna
y como catedrática.
Los estudiantes de artes, independientemente de lo que se les pregunte,
tienden a dar su sentir hacia aquello, su subjetividad; con ellos
solía yo tener ciertas dificultades para hacerlos entrar
en hechos objetivos; usualmente decían “yo siento que
esta pintura es triste, a mí me sugiere soledad, veo
que expresa tal sentimiento, etc”. Después de
sus interpretaciones, yo volvía a insistir en la información
objetiva: “es excelente tu versión pero ahora dime
quién hizo la pintura, dónde, cuándo,
por qué…” A ambos tipos de estudiantes,
los de humanidades y los de artes, les gusta expresarse, lo
hacen cotidianamente y para mí esto era lo conocido
y lo normal
Partiendo de esa base, di inicio a mi curso con los alumnos
del MEIF dirigiéndome a ellos de este modo. “Para
empezar a conocernos, cada uno va a decir en voz alta y claramente,
primero su nombre sin apellidos, segundo, cuál es su
principal interés académico, y tercero, cuál
es su principal interés vital”. La mayoría
de estudiantes fue presentándose ante el grupo, en voz
baja, y expresando con lentitud y dificultad sus intereses. Había
pasado más de la mitad del grupo, el panorama no mejoraba
y yo estaba verdaderamente preocupada tanto por el alto grado de
inhibición como por lo convencional de las actitudes y las
respuestas. |
![](images/MEIF.gif) |
Tocó
el turno a una chica que con fluidez nos comunicó: “Soy
Nathaly. Mi interés académico es terminar mis dos
carreras: estudio derecho y ciencias químicas. Mi interés
vital es estar con mi novio el mayor tiempo posible”.
Mientras ella volteó a ver al novio buscando su complacencia,
yo exclamé: “¡Gracias Nathaly, eres la primera
persona que nos dice un interés vital, un interés
de joven!, los demás han declarado por vital el mismo
interés académico que en términos generales
se refiere a su carrera, sólo le han cambiado unas palabras
pero ha seguido siendo el mismo. Qué pasa chicos, yo no puedo
creer que a su edad todas sus aspiraciones, sus sueños, se
circunscriban a su carrera. Tal vez en alguna ocasión
tuvieron un suceso con un maestro o con sus padres que los hizo pensar
que los maestros o los adultos queremos oír que ustedes
están centrados exclusivamente en sus estudios y que a
ellos dedican su vida íntegra; tal vez están suponiendo
que yo quiero escuchar eso y eso me dicen. Pero en una clase de arte
no puede ser así. El arte maneja emociones y tenemos
que ser permeables, primero, a nuestras propias emociones”
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Los alumnos fueron relajándose y perdiendo el temor de
hablar acerca de ellos mismos, con relación al curso o sin
relación a él. Para el 12 de diciembre, Estrella, de
arquitectura, me invitó a su pueblo y me relató
que todavía existen las mayordomías, siendo sus
padres los mayordomos de la festividad de la virgen de Guadalupe.
Fabiola, de ciencias químicas, en la última clase
nos hizo saber que ella es de Chiapas y que cuando fue a su casa
en las vacaciones de diciembre se dio cuenta que en
su tierra hay abundante arte colonial.
Los estudiantes del área técnica tuvieron
la oportunidad de convivir e intercambiar con estudiantes y profesionistas
de humanidades y de arte y conocieron otras maneras –extrovertidas,
creativas…– de ser universitario.
Por último quiero cerrar con la evaluación de
Giovanna Tress que se enfoca al desarrollo de una actitud crítica.
“Fueron muchas las aportaciones que me ofreció el curso
pero para mí la más trascendental –porque
la seguiré llevando a la práctica– fue aprender
a cuestionar la información que me llega, ya sea a través
de libros o de otras personas; ahora estoy conciente que debo
buscar otras fuentes de información y no quedarme con
una” |
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