Año 5 • No. 177 • mayo 2 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


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En el MEIF, experiencias educativas para los alumnos y para los maestros
Ludivina Gutierrez (Segunda y ùltima parte)

Gracias a la convivencia de alumnos procedentes de diferentes áreas académicas –lo cual implica no sólo diferencias disciplinarias sino diferentes concepciones del mundo– hubo múltiples  incidentes enriquecedores de los cuales resumiré sólo uno.

Yo había impartido clases en las áreas de humanidades y artes que son las mismas áreas en las que cursé mi licenciatura y posgrados. Los estudiantes de humanidades, independientemente del motivo por el que se les dé la palabra –o ellos la pidan– tienden a dar su propia opinión y en ocasiones hasta imponerla; son críticos y autocríticos, integran el ámbito en el que me formé como alumna y como catedrática.

Los estudiantes de artes, independientemente de lo que se les pregunte, tienden a dar su sentir hacia aquello, su subjetividad; con ellos solía yo tener ciertas dificultades para hacerlos entrar en hechos objetivos; usualmente decían “yo siento que esta pintura es triste, a mí me sugiere soledad, veo que expresa tal sentimiento, etc”. Después de sus interpretaciones, yo volvía a insistir en la información objetiva: “es excelente tu versión pero ahora dime quién  hizo la pintura, dónde, cuándo, por qué…” A ambos tipos de estudiantes, los de humanidades y los de artes, les gusta expresarse, lo hacen cotidianamente y para mí esto era lo conocido y lo normal
Partiendo de esa base, di inicio a mi curso con los alumnos del MEIF dirigiéndome a ellos de este modo. “Para empezar a conocernos, cada uno va a decir en voz alta y claramente, primero su nombre sin apellidos, segundo, cuál es su principal interés académico, y tercero, cuál es su principal interés vital”. La mayoría de estudiantes fue presentándose ante el grupo, en voz baja, y expresando con lentitud y dificultad sus intereses. Había pasado más de la mitad del grupo, el panorama no mejoraba y yo estaba verdaderamente preocupada tanto por el alto grado de inhibición como por lo convencional de las actitudes y las respuestas. 

Tocó el turno a una chica que con fluidez nos comunicó: “Soy Nathaly. Mi interés académico es terminar mis dos carreras: estudio derecho y ciencias químicas. Mi interés vital  es estar con mi novio el mayor tiempo posible”. Mientras ella volteó a ver al novio buscando su complacencia, yo exclamé: “¡Gracias Nathaly, eres la primera persona que nos dice un interés vital, un interés de joven!, los demás han declarado por vital el mismo interés académico que en términos generales se refiere a su carrera, sólo le han cambiado unas palabras pero ha seguido siendo el mismo. Qué pasa chicos, yo no puedo creer que a su edad todas sus aspiraciones, sus sueños, se circunscriban a su carrera. Tal vez en alguna ocasión tuvieron un suceso con un maestro o con sus padres que los hizo pensar que  los maestros o los adultos queremos oír que ustedes están centrados exclusivamente en sus estudios y que a ellos dedican su vida íntegra; tal vez están suponiendo que yo quiero escuchar eso y eso me dicen. Pero en una clase de arte no puede ser así. El arte maneja emociones y tenemos que ser permeables, primero, a nuestras propias emociones”
Los alumnos fueron relajándose  y perdiendo el temor de hablar acerca de ellos mismos, con relación al curso o sin relación a él. Para el 12 de diciembre, Estrella, de arquitectura, me invitó a su pueblo y me relató que todavía  existen las mayordomías, siendo sus padres los mayordomos de la festividad de la virgen de Guadalupe. Fabiola, de ciencias químicas, en la última clase nos hizo saber que ella es de Chiapas y que cuando fue a su casa en las vacaciones de diciembre se dio cuenta que en su tierra hay abundante arte colonial.

Los estudiantes del área técnica  tuvieron  la oportunidad de convivir e intercambiar con estudiantes y profesionistas de humanidades y de arte y conocieron otras maneras –extrovertidas, creativas…–  de ser universitario.

Por último quiero cerrar con  la evaluación de Giovanna Tress que se enfoca al desarrollo de una actitud crítica. “Fueron muchas las aportaciones que me ofreció el curso pero para mí la más trascendental –porque la seguiré llevando a la práctica– fue aprender a cuestionar la información que me llega, ya sea a través de libros o de otras personas; ahora estoy conciente que debo buscar otras fuentes de información y no quedarme con una”