Boca
del Río, Ver.- El que la microelectrónica (mediante
la cual se producen microprocesadores, memoria y otros circuitos digitales)
sea una actividad compleja y cara, exclusiva para países de
primer mundo, constituye un obstáculo para que industriales
e inversionistas apuesten en México por la micro y nanotecnología.
Además, faltan tecnólogos y profesionales especializados
en un área que es ya una realidad cotidiana en el mundo.
La UV opera en la Facultad de Ingeniería de Veracruz un Centro
de Diseño de Sistemas Micro Electromecánicos (MEMS),
a cargo de Pedro Javier García-Ramírez, para quien es
necesario impulsar la fabricación de estos sistemas en la universidad.
“La formación en microtecnología en los cursos
regulares de ingeniería es muy limitada y necesita ser fortalecida.
El Centro de Diseño MEMS del campus Veracruz fue hecho para
reducir este vacío en la educación y vincularse con
la industria regional en el desarrollo de proyectos mutuos”.
De 90 escuelas de ingeniería electrónica en nuestro
país, sólo cuatro buscan enseñar y realizar investigación
en actividades de la microelectrónica: el Instituto Nacional
de Astrofísica, Óptica y Electrónica en Puebla;
el Laboratorio Nacional de Nanotecnología (LNN), el Centro
de Investigación Científica y de Educación Superior
de Ensenada (CICESE) y el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados
(Cinvestav) del IPN, en Jalisco.
“En la región del Golfo de México, particularmente
en el estado de Veracruz, pueden ser detectados unos diez programas
académicos relacionados con la electrónica. Desafortunadamente,
nadie presenta el nivel graduado que la microelectrónica requiere”.
Según el tecnólogo, ello demuestra que las actividades
académicas e industriales en microfabricación están
muy limitadas aún en México, pero especialmente en el
sur-sureste del país. ¿Para
qué desarrollar MEMS?
Son varias las razones por las cuales México debe apuntar
hacia el desarrollo de la micro y nanotecnología, no sólo
por el hecho de que el hombre moderno y la tecnología dependen
cada vez más de ella, sino porque la electrónica “se
está convirtiendo en el más grande mercado comercial,
está penetrando en la mayoría de las actividades humanas
y las técnicas de microfabricación pueden ser aplicadas
a otros dispositivos, además de los electrónicos”.
La tecnología de microfabricación ha evolucionado
rápidamente en los últimos 40 años y alcanza
la escala de los manómetros y la era de las nanomáquinas.
Además de esta fantástica evolución, las tecnologías
de microfabricación son y pueden ser usadas por un creciente
número de diferentes aplicaciones que incluyen dispositivos
optoelectrónicos, fotónicos, magnéticos, sensores
y actuadores de toda clase de aplicaciones, además de microestructuras
para aplicaciones de biotecnología o experimentales. Este
amplio incremento del espectro de aplicaciones de tecnologías
de microfabricación muestra la importancia de ofrecer programas
de educación en esta área”, señaló
García-Ramírez.
Si el gobierno y las instituciones de educación superior
dieran un mayor impulso a esta área del desarrollo, no serían
pocos los beneficios que aportaría al país el incremento
de infraestructura y laboratorios, porque la microfabricación
“es factible en México, existe amplia demanda, no sólo
se necesita para grandes mercados de microprocesadores y memorias,
y redundaría en un incremento en la probabilidad de que aparezcan
en nuevas industrias y en el interés de grandes corporaciones
para establecer plantas de microfabricación en la región,
motivados por una disponible fuente de capacidad humana”.
Desde su inicio en los años 60 hasta la actualidad la microtecnología
está muy avanzada (va en su cuarta generación) y en
cuanto a la nanotecnología, aunque se podría señalar
que está en su infancia, presenta ya el potencial para niveles
sin precedentes de densidad de dispositivos, baja potencia y posiblemente
mayor velocidad de operación.
La industria de semiconductores ha combinado ingresos por encima
de los 140 mil millones de dólares y su progreso técnico
es ejemplificado por la aparición de productos con tecnología
de punta tales como microprocesadores operando a 4 giga hertz o
más, microprocesadores con aproximadamente mil millones de
transistores y chips de memoria con densidad de 1 giga byte. |