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Desde
Inglaterra
2005: ¿Hacer de la pobreza historia? / I
Por Fernando N. Winfield Reyes |
La
visión de la historia como algo que en ocasiones hay que olvidar
a la mayor velocidad posible, como si con ello se lograra exorcizar
los males del pasado, ha sido una estrategia para mostrar una voluntad
radical empeñada en hacer que los cambios sucedan. Esta visión
de lo inmediato y de la acción se fortalece en momentos históricos
en los que se perciben canales para la coyuntura, sea por agotamiento
de los sistemas de operación de las instituciones o por la
naturaleza de la evolución de los paradigmas con los que explicamos
las cosas.
Independientemente de qué tanto se reflexione en ello, ésta
es una visión que tiende a ser efectiva para movilizar recursos
humanos y materiales y definir algo similar a lo que sucede cuando
se ha iniciado una guerra: un conjunto de operaciones encaminadas
a lograr un objetivo. Es una visión que resulta muy eficaz
para demostrar, por ejemplo, que la política renueva sus discursos
y los lleva a realidades concretas, mostrando la sensibilidad para
escuchar y atender con un compromiso a los necesitados, respondiendo
a los que se preocupan y expresan su opinión, e incluso conciliando
la ayuda y la satisfacción de la inversión de grupos
de capital, aun cuando no se tenga en mente la generación de
utilidades, integrando de un modo tangible soluciones para aquellas
realidades y problemáticas que se consideran fundamentales
para el futuro.
Desde finales de 2004 se inició un movimiento que ha cobrado
distintas respuestas en diferentes puntos del orbe. Este movimiento
inicia como un propósito fuerte para el año de 2005,
con implicaciones para la acción y con una meta definida como
la posibilidad de un cambio en la historia de la humanidad. Es una
meta que parte del reconocimiento de la desigualdad social en el mundo,
vista desde la conciencia que el desarrollo económico, tecnológico
y la política pueden lograr en un esquema de colaboración
en el contexto actual, donde se considera que es posible reducir la
pobreza a un mal sueño de la historia de la humanidad.
Es una idea extraordinaria que entraña sentimientos ante los
cuales difícilmente se puede estar indiferente. Es una iniciativa
que, sin embargo, requiere entenderse en un contexto amplio y no sólo
desde la necesaria perspectiva de un cambio positivo. Lanzados ya
a considerar las posibilidades y alcances de esta iniciativa, quizá
una de las primeras preguntas sea: ¿cómo lograrlo? ¿Cómo
erradicar la pobreza y hacer coincidir la voluntad de la política
internacional y el capital global en un reto tan vasto? ¿Cómo
hacer que la pobreza sea, en algún punto del futuro, historia
–es decir, de algún modo, un hecho superado?
Igualmente importante, otras preguntas suceden en el pensamiento previo
a la acción: ¿Bajo qué estrategia esto sería
posible? O bien: ¿es realmente posible hacer de la pobreza
historia? De ser así, ¿qué es lo que habría
que considerar? ¿Cómo plantear una definición
operativa de pobreza que supere la demagogia?
Aquí es donde las respuestas comienzan a desenlazar cierto
componente de incertidumbre, como usualmente pasa con toda empresa
humana, independientemente de su extensión o escala. Y es que
en los primeros meses de 2005 es posible observar un despliegue espectacular
en los medios de comunicación global y en las antesalas de
las reuniones y comités de las agencias y organizaciones involucradas
en este ámbito de cosas. El slogan en inglés se lee
por todas partes: Make Poverty History. En él aparecen gentes
de todo el mundo, de todas las condiciones socioeconómicas
o de desarrollo, líderes morales, figuras políticas
o estrellas del espectáculo: lo mismo niños con una
mirada hermosa que sonríen mientras consumen un elote, que
Nelson Mandela, Tony Blair o Bono, el vocalista del grupo U2. África,
Asia y Latinoamérica son las áreas que, en ese orden,
focalizan la atención.
Una literatura, en ocasiones de amplios registros, en otras, escasamente
consistente, apunta en diferentes direcciones las posibilidades y
los retos que pueden movilizar el desarrollo en los próximos
años. Un desarrollo que se sobreentiende, busca superar las
diferencias. Un libro que va en esta dirección y que ha llamado
la atención con críticas divididas, es The End of Poverty.
How we can make it happen in our lifetime (2005) de Jeffrey Sachs,
considerado como uno de los economistas más importantes del
mundo, quien se ha desempeñado como asesor especial del Secretario
de las Naciones Unidas, Kofi Annan. El libro, cuya primera parte del
título recuerda una película de Wim Wenders (1997) The
End of Violence alude a los medios para que hacia el año 2025
la pobreza sea entonces historia. Más referencias a la película
de Wenders pueden consultarse en http://www.wim-Wenders.com/movies/movies_spec/theendofviolence
/theendofviolence.htm (Continuará)
*El autor es profesor de la Facultad de Arquitectura de la UV
en Xalapa. Actualmente realiza un Post-Doctorado en el Joint Centre
for Urban Design (JCUD) en la Oxford Brookes University en Inglaterra.
Dirección electrónica: carpediem33mx@yahoo.com.mx
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