Año 5 • No. 182 • junio 6 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Desde Inglaterra
2005: ¿Hacer de la pobreza historia? / I
Por Fernando N. Winfield Reyes

La visión de la historia como algo que en ocasiones hay que olvidar a la mayor velocidad posible, como si con ello se lograra exorcizar los males del pasado, ha sido una estrategia para mostrar una voluntad radical empeñada en hacer que los cambios sucedan. Esta visión de lo inmediato y de la acción se fortalece en momentos históricos en los que se perciben canales para la coyuntura, sea por agotamiento de los sistemas de operación de las instituciones o por la naturaleza de la evolución de los paradigmas con los que explicamos las cosas.

Independientemente de qué tanto se reflexione en ello, ésta es una visión que tiende a ser efectiva para movilizar recursos humanos y materiales y definir algo similar a lo que sucede cuando se ha iniciado una guerra: un conjunto de operaciones encaminadas a lograr un objetivo. Es una visión que resulta muy eficaz para demostrar, por ejemplo, que la política renueva sus discursos y los lleva a realidades concretas, mostrando la sensibilidad para escuchar y atender con un compromiso a los necesitados, respondiendo a los que se preocupan y expresan su opinión, e incluso conciliando la ayuda y la satisfacción de la inversión de grupos de capital, aun cuando no se tenga en mente la generación de utilidades, integrando de un modo tangible soluciones para aquellas realidades y problemáticas que se consideran fundamentales para el futuro.

Desde finales de 2004 se inició un movimiento que ha cobrado distintas respuestas en diferentes puntos del orbe. Este movimiento inicia como un propósito fuerte para el año de 2005, con implicaciones para la acción y con una meta definida como la posibilidad de un cambio en la historia de la humanidad. Es una meta que parte del reconocimiento de la desigualdad social en el mundo, vista desde la conciencia que el desarrollo económico, tecnológico y la política pueden lograr en un esquema de colaboración en el contexto actual, donde se considera que es posible reducir la pobreza a un mal sueño de la historia de la humanidad.

Es una idea extraordinaria que entraña sentimientos ante los cuales difícilmente se puede estar indiferente. Es una iniciativa que, sin embargo, requiere entenderse en un contexto amplio y no sólo desde la necesaria perspectiva de un cambio positivo. Lanzados ya a considerar las posibilidades y alcances de esta iniciativa, quizá una de las primeras preguntas sea: ¿cómo lograrlo? ¿Cómo erradicar la pobreza y hacer coincidir la voluntad de la política internacional y el capital global en un reto tan vasto? ¿Cómo hacer que la pobreza sea, en algún punto del futuro, historia –es decir, de algún modo, un hecho superado?

Igualmente importante, otras preguntas suceden en el pensamiento previo a la acción: ¿Bajo qué estrategia esto sería posible? O bien: ¿es realmente posible hacer de la pobreza historia? De ser así, ¿qué es lo que habría que considerar? ¿Cómo plantear una definición operativa de pobreza que supere la demagogia?
Aquí es donde las respuestas comienzan a desenlazar cierto componente de incertidumbre, como usualmente pasa con toda empresa humana, independientemente de su extensión o escala. Y es que en los primeros meses de 2005 es posible observar un despliegue espectacular en los medios de comunicación global y en las antesalas de las reuniones y comités de las agencias y organizaciones involucradas en este ámbito de cosas. El slogan en inglés se lee por todas partes: Make Poverty History. En él aparecen gentes de todo el mundo, de todas las condiciones socioeconómicas o de desarrollo, líderes morales, figuras políticas o estrellas del espectáculo: lo mismo niños con una mirada hermosa que sonríen mientras consumen un elote, que Nelson Mandela, Tony Blair o Bono, el vocalista del grupo U2. África, Asia y Latinoamérica son las áreas que, en ese orden, focalizan la atención.

Una literatura, en ocasiones de amplios registros, en otras, escasamente consistente, apunta en diferentes direcciones las posibilidades y los retos que pueden movilizar el desarrollo en los próximos años. Un desarrollo que se sobreentiende, busca superar las diferencias. Un libro que va en esta dirección y que ha llamado la atención con críticas divididas, es The End of Poverty. How we can make it happen in our lifetime (2005) de Jeffrey Sachs, considerado como uno de los economistas más importantes del mundo, quien se ha desempeñado como asesor especial del Secretario de las Naciones Unidas, Kofi Annan. El libro, cuya primera parte del título recuerda una película de Wim Wenders (1997) The End of Violence alude a los medios para que hacia el año 2025 la pobreza sea entonces historia. Más referencias a la película de Wenders pueden consultarse en http://www.wim-Wenders.com/movies/movies_spec/theendofviolence
/theendofviolence.htm
(Continuará)

*El autor es profesor de la Facultad de Arquitectura de la UV en Xalapa. Actualmente realiza un Post-Doctorado en el Joint Centre for Urban Design (JCUD) en la Oxford Brookes University en Inglaterra. Dirección electrónica: carpediem33mx@yahoo.com.mx