Año 5 • No. 183 • Junio 13 de 2005
Xalapa • Veracruz • México
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  Si no mejora la calidad educativa, aseguró Gil Antón
Error, prolongar el sistema
de incentivos a académicos
Alma Espinosa
La estrategia de deshomologar los ingresos, que no los salarios, por la vía de la certificación documental de la producción y el cumplimiento de las actividades contractuales ha provocado que los académicos muestren un grado elevado de indiferencia con respecto a la calidad de la educación en nuestro país, señaló el especialista Manuel Gil Antón.

EManuel Gil comentó que los instrumentos para salvar a los académicos y mejorar sus ingresos se han convertido en signos de estatus.

En el Foro Reforma Universitaria organizado por el Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) de la UV, Gil Antón explicó que la estrategia de diferenciar los ingresos, impulsada en los ochenta, fue comprendida en ese entonces como la opción más viable para resolver el desplome salarial, las peticiones de los recién creados sindicatos y la necesidad de calidad en los docentes.

Sin embargo, fue un error prolongar este proceso, pues “un plan de choque ha de ser, por definición, de corto plazo. De haber sido así, para luego proceder a una estabilidad en los ingresos, vía salarial, ya no sujeta a concurso, hubiese sido mucho mejor que su continuidad”.

Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana, Gil Antón reiteró su idea de que “los instrumentos para ‘salvar’ a un buen número de académicos y mejorar sus ingresos, estabilizar su estancia en la actividad académica evitando su fuga total o parcial a otros mercados y reconocer la calidad diferencial del trabajo, se ha trasmutado en signos de estatus”.

Los efectos positivos de la estrategia de deshomologación se diluyeron muy pronto porque se persiguieron de manera férrea los estímulos, pues sin ellos se pasaba a ser nadie. Si bien es cierto que los académicos han procurado incrementar su formación profesional, esto no se ha reflejado en la mejora de la calidad de las funciones sustantivas de las instituciones educativas.

Algunas de las razones por las que se ha llegado a este punto, dijo, es que de 1960 a 1982 se abrió la academia a docentes sin preparación suficiente, y en 1982 sucedió un desplome salarial. Se presentó una fragilidad disciplinaria en el sector académico, surgieron organizaciones sindicales y se presenció una erosión de la ética del trabajo. Resultado de todo esto ha sido una situación de indiferencia y falta de autoridad institucional para regular la crisis.
Mencionó como consecuencias positivas parciales una mayor tasa de permanencia de los docentes en actividades académicas; reducción de la fuga de cerebros; mejor nivel de reconocimiento de la desigualdad en las recompensas, y una mejoría en los ingresos, aunque sin impacto en el futuro, pues la jubilación se alejará de su estricta definición.

La respuesta: una reforma
“Si no despertamos de la borrachera simbólica aparente en que esta estrategia nos ha situado, es sencillo advertir lo que ocurrirá no en el largo plazo, sino en unos cuantos años. Las finanzas institucionales van a reventar: lo destinado a salarios y becas será de tal magnitud, que no habrá recursos para operar en la docencia o en la investigación, y no se habrán construido las estructuras básicas de la carrera académica del futuro”.

Por ello propuso una reforma que surja del saldo entre lo conseguido, lo errado y lo mejorable, teniendo en mente que siempre habrá lugar para lo inesperado.
Las vías para la reforma son: emprender una evaluación a fondo, generar una estrategia de estabilización de los ingresos que no premie la simple acumulación de constancias, realizar un plan de atracción inteligente de talento joven en la academia mexicana junto con planes de retiro digno, y hacer referencia a una ética profesional específica.

Cómo pinta la UV
Miguel Ángel Casillas, investigador del IIE, ofreció un panorama de la situación académica de la UV, cuyo profesorado –dijo– no ha tenido un crecimiento continuo, existe una planta docente desigual en sus grados formativos, el desarrollo de las facultades ha estado orientado a las profesiones liberales y se ha dado mayor peso a los profesores de asignatura.

En los últimos 10 años se han incrementado muy lentamente los profesores con doctorado y, con la aparición del Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF), se ha incrementado el número de contrataciones de docentes con licenciatura. “La carrera académica ha estado fuertemente delimitada por el Rector y no hay un control autónomo por parte de los académicos de los recursos que circulan en el mercado; el nivel del sindicato en la regulación de dicha carrera es muy grande y mantiene a la UV atrapada en una relación bilateral”.

En términos de profesionalización y de incremento en los grados académicos, “la UV marcha en sentido contrario de las políticas federales y de los procesos de fortalecimiento del posgrado y de la investigación que tienen otras universidades. No hay una estrategia para regular y organizar el retiro ni para diseñar una política de reclutamiento de nuevos profesores”.

Por ello dijo que “el sistema de estímulos debe ser reformado para que distinga realmente el trabajo extraordinario, para que apoye los objetivos institucionales, para que estimule la dedicación exclusiva al trabajo académico en la UV y, para que aliente la obtención de grados académicos entre los profesores”.