Año 5 • No. 185 • junio 27 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Ópera, la más ambiciosa expresión de las artes
Juan Carlos Plata
La naturaleza de la ópera es crear un sueño para los personajes y para los espectadores, una representación perfecta o trágica del cosmos
Al conjuntar música, canto, danza, artes escénicas y arquitectura, además de exigir espectacularidad, la ópera se constituye como la más ambiciosa expresión de las artes, aseguró Gerard Fontaine, consejero cultural y de cooperación de la Embajada de Francia en México, al hablar de la estética de la ópera, en el marco del Festival Junio Musical.

“Wagner, el compositor alemán, definía sus trabajos como ‘obras de arte conjunto’, muy cercana a la definición actual de performance, la inclusión de varias de las disciplinas artísticas llevadas a la excelsitud con el fin de contar una historia”. El cine ha sido un competidor férreo de la ópera ya que es un espectáculo de alguna manera similar y resulta más barato y popular para los espectadores.


Gerard Fontaine.
Para el autor de L’Opéra Garnier, monografía del recinto operístico más importante de París, la ópera también tiene un lado filosófico al tratar de reconstruir el cosmos y representar una realidad perfecta o trágica, e intenta sumergir al espectador en el sueño que viven los personajes.

Enunció cuatro características fundamentales de la ópera: el amor, la organización del mundo en función del deseo, se debe presentar un mundo onírico y animista, debe ser espectacular en todos los elementos que la conforman y contar con elementos exóticos.

“El amor es un elemento que no puede faltar en cualquiera de sus formas, como la obsesión amorosa que se muestra en Tosca, o como se presenta en Don Giovanni, la organización del mundo en función del deseo se representa en La Bohemia, donde un personaje femenino piensa en el hecho de caminar por la calle y que todos los hombres admiren su belleza”.
Para Fontaine, la ópera debe representar este mundo onírico y animista de manera aceptable para el espectador, pero aclaró que como el sueño, la ópera puede ser un poco absurda. “La ópera organiza su espectáculo según un esquema verosímil para ser aceptado por el espectador, en una trama irracional cuya única ley es el deseo. El libreto de ópera superpone una presentación relativamente racional aceptable. El poema lírico puede ser absurdo e incoherente sin el menor prejuicio, con la condición de que el espectador acepte hacer el juego y no le aplique cánones de lectura inapropiados”.

La ópera debe ser algo fuera de lo ordinario, tiene que ser espectacular y desfasada, exótica. El concepto de espectacularidad no es exclusivo de la ópera, la palabra espectáculo basta, por si misma, para caracterizar las dimensiones del ejercicio escénico en general, el teatro en particular puede ser muy espectacular.