La
edición 2005 del estudio Global Education Digest (GED), elaborado
por la UNESCO, revela un mundo de sobresaltos. Un mundo de injusticias,
pero también de reivindicaciones que avanzan, de desigualdades
que no ceden en algunos países, y de sorpresas mayúsculas.
El GED muestra algo de lo que pasa en el nivel elemental, en el
secundario y en el terciario (posbachillerato) en el mundo. Datos
duros y fríos que dejan entrever realidades mil que se mueven
como un caleidoscopio que cambia sin descanso.
Muestro algunas de las sorpresas del nivel terciario, con una reflexión
previa.
La sociedad del conocimiento, que no es futuro, sino presente, avanza
velozmente especialmente en el mundo desarrollado, mientras nosotros,
la inmensa mayoría de los mexicanos, somos mudos e ignorantes
no testigos (el ignorante no puede ser testigo) de lo que pasa con
el conocimiento.
¿Sabe usted qué tan velozmente aumenta el conocimiento?
José Joaquín Brunner, chileno, sociólogo de
la cultura, que ha dedicado una vida de estudio especialmente al
nivel terciario, dice en su discurso de ingreso a la Academia de
Ciencias de su país que la primera vez la humanidad tardó
mil 750 años en duplicar el volumen de sus conocimientos;
la siguiente, le tomó 150 años duplicarlo, la subsiguiente
50. Hoy se duplica cada cinco años y se estima que en 2020
se duplicará cada 73 días. ¿Cuántas
personas quedarán en la oscuridad de la ignorancia al paso
geométrico con que avanza el saber? ¿Qué haremos
frente a esa avalancha?
Veamos lo que ocurre con la cobertura: la relación entre
el grupo en edad universitaria y el grupo de esa edad que efectivamente
está estudiando en alguna institución de nivel 3 (universitaria
o no universitaria).
De acuerdo con el GED, en el ciclo 2002-2003, la cobertura era de
22 por ciento en México. Pero deprímase: Túnez,
27 por ciento; Bermuda, 62 por ciento; Canadá, 58; Cuba,
34; Panamá, 43; Estados Unidos, 81; Argentina, 60; Bolivia,
39; Chile, 45; Paraguay, 27; Perú, 32; Uruguay, 37; Venezuela,
40; Israel, 57; Japón, 49; Kazajstán, 45; Líbano,
44; Corea, 85; Tailandia, 39; Finlandia, 86; Francia, 56; Alemania
51; Grecia, 68; Irlanda, 50; Italia, 57; Noruega, 81; Polonia, 60;
Portugal, 53; Rusia, 69; España, 62; Suecia, 76; Inglaterra,
64; Australia, 74; Nueva Zelanda, 74. Somos, como queda claro, un
país de ignorancia supina y sí sabemos adonde vamos:
hacia atrás necesariamente.
Los dos últimos países que se han incorporado a un
desarrollo económico impetuoso son Irlanda y Finlandia. Y
lo hicieron en el término de una generación invirtiendo
masiva e inteligentemente en la educación hasta alcanzar
los índices en el nivel terciario referidos.
El desarrollo es posible y la alta y masiva educación también.
Pero la clase política en México no lo cree en lo
absoluto, pese a la evidencia masiva y contundente. La clase política
es absolutamente miope. Sabe que en el corto plazo el gasto en educación
no produce crecimiento, salvo aquel que se haga inteligente, productivamente
y con suficiencia en investigación y desarrollo.
Pero en el mediano y largo plazos el desarrollo está en la
educación masiva de alta calidad y en ninguna otra parte.
México tiene mil problemas para construir un sistema de educación,
pero nada podrá hacer si no disuelve el inmenso iceberg que
tapona la entrada del camino hacia ella: el mineralizado corporativismo
que tiene paralizada la actividad más importante de la humanidad
como especie.
Tome nota, de otra parte, que salvo en tres de los países
mencionados (México, Corea y Chile) la proporción
de mujeres en la educación terciaria es mayor o sustancialmente
mayor que la de varones.
Sorpresas te da la vida. Si se leen las tendencias, eso mismo ocurrirá
en México y en Chile en poco tiempo.
Algunos casos llamativos: Estados Unidos, 70 por ciento de varones,
94 de mujeres; Argentina, 48 y 72; Israel, 49 y 66; Dinamarca, 55
y 72; Finlandia 77 y 95; Francia 49 y 63; Grecia, 65 y 72; Noruega,
64 y 99; Portugal 45 y 62; España 57 y 67.
Las oportunidades por las que han clamado durante décadas
las mujeres se volverán realidades por la única vía
que podían cristalizar: la educación de alto nivel.
Puede usted dar rienda suelta a su imaginación y mirar el
porvenir que está a la vista, con el mundo del trabajo, de
la política, de la cultura, de la familia, de la sociedad
toda, con este vuelco en la educación universitaria. Espere
un par de generaciones.
En plazo breve, el que la mayor parte de la sociedad educada esté
compuesta de mujeres va a traer una mutación al mundo. Y
también es probable que el feminismo sea desplazado por un
masculinismo acaso agresivo, debido al proceso por el cual los varones,
por término medio, gradualmente irán sin remedio perdiendo
sus actuales prerrogativas y predominios sobre las mujeres.
En México nos ahogamos en las bagatelas de la discusión
y deprimente comportamiento de los partidos, incapaces de hacer
una reflexión mínima sobre el mundo que viene, tanto
en términos de desarrollo, como en trabajar por un nuevo
equilibrio en la convivencia de los géneros.
*Artículo
publicado en el periódico La Jornada, en su edición
del 12 de julio de 2005.
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