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¿Cómo
lograr que maestros y maestras sean líderes emocionalmente
inteligentes?
Estrella X. Dorantes* |
El
concepto de liderazgo generalmente se relaciona con los campos empresariales,
políticos y académicos; con poca frecuencia nos imaginamos
a los maestros de nuestros niños y niñas como líderes
educativos. Sin embargo, estas cualidades deben integrarlas a su desarrollo
personal.
En el diplomado Desarrollo Integral durante la Infancia queremos promover
esta idea, para que tanto maestras como maestros reflexionen en torno
a esta formación.
A través de la historia hemos tenido todo tipo de líderes,
que han sido personas con una gran habilidad para atraer y persuadir
a los demás para llevar a cabo cambios sociales. Podemos enumerar
entre estos personajes a Adolfo Hitler, la Madre Teresa, Mahatma Gandhi,
la Reina Elizabeth, Winston Churchill, Beatriz Paredes, John F. Kennedy
y Juana de Arco, entre muchos otros. Generalmente cuando pensamos
en ellos, nos vienen a la mente sus capacidades intelectuales, su
visión hacia el futuro, sus grandes metas, pero cuántos
de estos lideres poseen cualidades que los hagan inteligentes emocional
y moralmente
Recordemos que Hitler era un líder pero no poseía el
mínimo grado de inteligencia moral y carecía de inteligencia
interpersonal, no había desarrollado la empatía, por
lo cual fríamente podía mandar a la muerte a millones
de personas como lo hizo. Por otro lado, ¿qué cosas
hacen los líderes para ser considerados inteligentes moral
y emocionalmente hablando?
En su libro La inteligencia emocional en el ambiente de trabajo, Benjamín
Domínguez escribe: “Ellos son capaces de hablar abiertamente
de sus sentimientos, saben escuchar y plantear preguntas, dialogan
con las personas para obtener mayor información, en lugar de
enjuiciar y de este modo no hacen sentir culpables a los demás.
Valoran la apertura y crean redes de confianza en las relaciones”.
Favorecen en sus grupos laborales la cooperación y la colaboración,
la ayuda mutua e involucran a sus compañeros de trabajo en
dinámicas de compromiso, orgullo colectivo y acuerdo mutuo
en la persecución de objetivos comunes.
En la resolución de un conflicto asumen una postura de ganar-ganar.
Emplean enunciados de “yo quiero”, “yo siento”.
Con esta sencilla acción de utilizar mensajes “yo”
nos responsabilizamos de nuestras acciones cualquiera que estas sean.
Se enfocan en el presente y futuro. Comparten información con
su equipo de trabajo y saben delegar responsabilidades.
Saben motivar a sus colaboradores con el fin de mejorar y estimular
la creatividad (saben dar esperanza a su equipo). Motivan para que
se trabaje por objetivos y no por horarios. Manejan una comunicación
asertiva, saben trabajar bajo presión, son auto-regulados,
toman decisiones acertadas, comparten los problemas con su equipo
de trabajo y fomentan la participación en la solución
de los mismos. Apoyan a sus compañeros de trabajo para descubrir
sus fortalezas y enfatizan la participación con base en dichas
fortalezas.
Para finalizar, pensemos en lo siguiente: este repertorio de habilidades
emocionales nos hace reflexionar sobre la importancia de integrarlas
a nuestra vida diaria adaptándolas a nuestro estilo y esencia,
para establecer relaciones sanas y productivas que impactarán
nuestro trabajo cotidiano.
Esto es lo que visualizamos en un maestro, una persona, un líder
emocional y socialmente inteligente, congruente con sus acciones,
equilibrado, flexible, que siempre tendrá la capacidad de transformarse
y de no adoptar una posición determinista (así soy yo
y no puedo hacer nada para cambiar la realidad educativa) que influirá
positivamente en el desarrollo moral, en las emociones y en la formación
de valores en sus alumnos y alumnas.
*Coordinadora y maestra del Diplomado Desarrollo Integral durante
la Infancia que ofrece en todo el estado la Universidad Veracruzana
a través del Instituto de Investigaciones Psicológicas.
Información e inscripciones: 012288189121, 012288126050, olivaresaddy@hotmail.com,
dii@uv.mx |
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