Año 5 • No. 186 • julio 4 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Charlar en la familia:
Una estrategia sencilla para evitar el estrés en
los niños pequeños / I

Patricia Meléndez Aviña*

Las niñas y los niños en la actualidad tienen tareas más difíciles que cumplir. No me refiero a las tareas escolares, que acaparan sus tardes de juego y convivencia con los amigos.

La dinámica propia que se ha establecido en nuestra sociedad está marcando una pauta, apenas perceptible. En particular, la competencia por ser el mejor en todo, las aspiraciones de los padres de no haber sido la mejor bailarina o el campeón de tenis y el ritmo tan precipitado que vivimos los adultos que estamos a su alrededor.

En las familias que atendemos, los padres nos mencionan algunos signos de estrés que dificultan las relaciones sociales de sus hijos. Todas estas acciones, que los identifican como un niño o niña con estrés, lo comentan expertos mexicanos en el área de la inteligencia emocional como, por ejemplo, el comerse las uñas, cuando una niña se aleja de todos y se le hace difícil hacer amigas, cuando se mueven en la silla constantemente, cuando se enojan con todos, o bien se pelean constantemente con los demás.(Domínguez, B., Hernández, C, 2002)

Frecuentemente, estas conductas pasan desapercibidas o en ocasiones se minimizan en la familia, responsabilizando a los maestros, al fin de cursos, al clima o a otros factores externos.

Sin embargo, me gustaría decirles que estas pequeñas manifestaciones se agudizan y pueden ocasionar un verdadero cuadro de ansiedad. Si preguntáramos a los niños qué es lo que sienten, dirían que les duele el estómago o que se enferman mucho, o que sienten ganas de llorar.

Sobra decirles que estos cuadros ansiosos se van acrecentando pues no estamos acostumbrados a que alguien nos enseñe cómo podemos manejar el estrés desde que somos pequeños. Ahora nos vemos a nosotros mismos y, ¡vaya aspecto!, con sobrepeso, con manifestaciones somáticas, variaciones en la presión arterial, intolerancia hacia los demás, gastritis, etc.

Entonces, si ya aprendimos la lección y ahora que somos adultos nos dedicamos a facilitar nuestro bienestar personal, porqué no hacerlo también para que nuestros niños, que ya tienen estos síntomas, puedan aprender también a saber qué es el bienestar personal y cómo ejercitarlo.

En mi experiencia personal, creo que el demandar al niño tareas o actividades que están por encima de su desarrollo y de sus intereses, es algo que podemos empezar a dejar de hacer. No importa tanto los deseos o lo que observemos en el pequeño, lo más importante es respetar sus tiempos y sus intereses para que él solito nos diga cuándo está listo para iniciar un entrenamiento o algo que sea valioso para él.

Otra de las recomendaciones que nos hacen los que saben más del tema es que el niño hable de sus sensaciones negativas y de cómo puede diferenciarlas de cuando él está bien. Estos autores dicen a los niños que ya tienen estrés: «Cuenta lo que te preocupa todas las veces que quieras a quien puedas» En otras palabras, platicar de lo que te sucede ayuda mucho.

Finalmente, creo que aunque sencillas, estas soluciones representan una excelente manera de facilitar el aprendizaje al niño y a la niña, en su salud física, mental y familiar, que para mí, es lo más importante.

*Patricia Meléndez Aviña es coordinadora del Diplomado a Distancia en Desarrollo Integral Infantil, que se ofrece en las diversas regiones de la Universidad Veracruzana. Informes: 8189121, patymelavi@yahoo.com.mx