Dado
que los sistemas democráticos no han considerado la redistribución
social de la riqueza, las ciudades se han convertido en espacios
divididos entre civilizados y salvajes y las relaciones entre individuos
se han transformado en nuevas formas de fascismo, de apartheid social,
aseguró Boaventura de Souza Santos, sociólogo portugués
considerado el principal ideólogo de la globalización
alternativa y pionero del Foro Social Mundial, durante la conferencia
que dictó en la Universidad Veracruzana.
Los modelos políticos y económicos vigentes en el
mundo han expulsado a las mayorías de los contratos sociales
que se pensaban establecidos y han devuelto a la mayoría
a un sistema de organización social denominado Estado-Naturaleza,
que se caracteriza por formas de convivencia de violencia primitiva.
“Hoy los obreros saben que ya no tendrán más
sus antiguos derechos laborales, pero la juventud sabe que jamás
tendrá ningún derecho laboral”. |
De Souza, acaso el principal reformador de las teorías democráticas
y sociales en el mundo, también destacó que los efectos
de la globalización hegemónica, propuesta por los
modelos neoliberales, resultan “moralmente repugnantes”,
toda vez que 340 millonarios del mundo, juntos, son más ricos
que 40 países del mundo donde viven dos billones de personas.
En tanto, el papel del Estado se ha modificado. Los Estados modernos
privilegian las relaciones mercantiles, incluso en temas como educación
y salud: “En el siglo XIX, se entendía que el Estado
arreglaba los problemas sociales. Hoy, la sociedad civil es la que
encuentra soluciones y el Estado es el problema”.
Para el profesor, “no existe una sola globalización,
sino varias. Una es hegemónica, neoliberal y mercantil, y
otra es contra-hegemónica, formada por movimientos de resistencia
y lucha de todo el mundo que han creado lazos entre ellos”.
Y advirtió: “Se dice que no hay alternativa a la globalización,
pero sí la hay. El problema es que nuestras ideas políticas
(de cuño occidental y un tanto hegemónicas) no nos
permiten dar crédito a la alternativa que, sin embargo, ha
surgido a pesar de las teorías”.
Destacó que “existe una crisis en el pensamiento político.
Resulta molesto que hay tanto por criticar y no haya una teoría
crítica fuerte. Que el capitalismo cada vez se parece más
a lo que (Carlos) Marx predijo y que haya una crisis del marxismo.
Hoy ya no existe una semántica en competencia entre la izquierda
y la derecha, sino una semántica hegemónica”,
que ha derivado en la homogenización de los discursos teóricos.
El teórico portugués advirtió sobre la necesidad
de establecer otra organización política, “repensar
el pensamiento crítico sin miedo y corriendo riesgos, para
que se propale la idea de que éste no es el único
mundo posible, que la realidad no se reduce a lo que ahora tenemos”.
Analizó la conformación del Foro Social Mundial (que
ha congregado movimientos sociales de resistencia y lucha de todas
partes del mundo), su naturaleza y sus pendientes, y explicó
que la dimensión utópica del Foro no resulta vaga,
pues ha resultado la primera respuesta global a la globalización
hegemónica y neoliberal.
Al interior del Foro, dijo, se ha concluido que no hay una sola
forma de poder y opresión, sino muchas; que debe haber igualdad
entre los conceptos de igualdad y diferencia, pues “tenemos
derecho a ser iguales cuando la diferencia nos hace inferiores y
diferentes cuando la igualdad nos caracteriza”; que se debe
privilegiar la rebelión antes que la revolución (pues
ésta implica un camino único para la transformación),
y que se debe gestar un nuevo internacionalismo, basado no en la
concepción acuñada por la hegemonía de los
países del Norte, sino en las necesidades de los países
del Sur.
Además, resaltó la necesidad de establecer lo que
denominó un «universalismo negativo», el acuerdo
colectivo de que no existe una teoría general que resuelva
todos los problemas.
“No existe un pensamiento único, la dignidad tiene
diferentes lenguajes para expresarse”, por ello necesitamos
traducir los problemas y conocimientos de una cultura de manera
que sean comprensibles para otra y, en este sentido, rechazó
“la arrogancia del pensamiento científico que no reconoce
más conocimiento que el suyo”. |