Año 5 • No. 191 • septiembre 5 de 2005

Xalapa • Veracruz • México
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Desde Inglaterra
El Presidencialismo en México: Presencia
del INEHRM en la Universidad de Oxford / I
Fernando N. Winfield Reyes
El Centro de Estudios para México en la Universidad de Oxford (http://www.mexico.ox.ac.uk) es una iniciativa que se puso en marcha en 2002 con motivo de la visita del presidente de México a Inglaterra. Desde esta fecha, este centro ha trabajado en estrecha relación con el Centro de Estudios Latinoamericanos (http://www.lac.ox.ac.uk) en la misma universidad. La historia, la cultura y el papel de México en la escena internacional son sólo algunos de los temas que han sido revisados desde un contexto contemporáneo en las investigaciones y actividades académicas de los últimos años.

A su paso por Oxford en mayo de 2005, el doctor Javier Garcíadiego Dantan, Director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana (INEHRM) e investigador del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México impartió la conferencia «El Presidencialismo en México», evento que sirvió de marco para la presentación y comentario del libro Presidentes mexicanos (editado en dos tomos bajo la coordinación de Will Fowler, de la Universidad de St. Andrews). La presentación de Garcíadiego Dantan fue seguida por las intervenciones de tres distinguidos académicos: Alan Knight, profesor de St. Antony’s Collage, y Laurence Whitehead, Profesor de Nuffield College, ambos de la Universidad de Oxford, así como Kevin Middlebrook del Institute for the Study of the Americas en Londres.

Garcíadiego Dantan cuenta con dos doctorados en historia: uno por El Colegio de México (1982) y otro por la Universidad de Chicago (1988). Sus líneas de investigación versan sobre aspectos de la Revolución Mexicana y la historia política y cultural de México. Entre sus principales publicaciones pueden citarse: Rudos contra científicos: la Universidad Nacional durante la revolución mexicana (El Colegio de México, 1996), La Revolución Mexicana. Crónicas, documentos, planes y testimonios (UNAM, 2003), Biografía de Alfonso Reyes, Colección Grandes Protagonistas de la Historia Mexicana (Planeta DeAgostini, 2003). 

Desde la perspectiva histórica, el tema del presidencialismo es prácticamente indisociable del acontecer de la política en México desde el inicio de la etapa independiente. Distanciándose de la postura expresada por Octavio Paz en algunos de sus escritos sobre la idea, en el imaginario colectivo, de que el país tenía que ser gobernado por una especie de personaje superior (el gran tlatoani, el virrey, el dictador, el presidente de la república) la aproximación que Garcíadiego apunta va en otro sentido y plantea algunas consideraciones de mucho interés para conocer nuestra historia moderna.

Y es que, salvo dos periodos que se pueden identificar, primero con el gobierno de Porfirio Díaz (1880-1910) y segundo, desde el inicio del gobierno de Lázaro Cárdenas hasta aproximadamente la década de los noventa (1936-1994), puede tamizarse el poder que relativamente han tenido otros presidentes, incluso algunos de la talla de Benito Juárez. En opinión de Garcíadiego, independientemente de la trascendencia de Juárez en la cohesión del grupo liberal y en su lucha contra el grupo conservador y el imperialismo, el periodo 1867-1872 constituye una presidencia débil en materia política, militar y cultural –hay que recordar que los conservadores acabarían por ser vencidos y los poderes extranjeros expulsados de México. Pero no puede considerarse como un presidencialismo fuerte, sin adversarios.

En el caso del Porfiriato, el presidencialismo adquiere una cohesión gracias al otorgamiento de favores a las regiones, a grupos políticos o a personas cercanas a Díaz. El imaginario colectivo de su época acabaría por identificar a Díaz como un personaje positivo, en el sentido de que era percibido como un hombre que había traído la paz a la nación, y una etapa de relativa tranquilidad asociada al progreso material de algunas clases que retroalimentaron una situación aproximada a cierta legitimidad.

El movimiento revolucionario y sus diferentes gobiernos no constituyeron figuras presidenciales fuertes. Ni siquiera la figura de Venustiano Carranza, un personaje a quien la iconografía oficial describe con frecuencia como un hombre fuerte, puede considerarse con los atributos que definen un presidencialismo fuerte. En lo que observa Garcíadiego, son años en los que no hay un eje de país, central, fuerte, sino que más bien debe considerarse el entorno nacional en una serie de pugnas y la existencia de regiones desintegradas del poder central, con la emergencia en aquellos años y hasta la década de los veinte, de liderazgos y caudillos como Francisco Villa, Emiliano Zapata, Salvador Alvarado, Esteban Cantú, Cedillo, Garrido Canabal o Tejeda. La etapa de 1920 a 1924 es un periodo de rebeliones y desafíos y, aunque desde 1924 la historia otorga un papel central a la figura de Plutarco Elías Calles en el periodo denominado Maximato, con la imposición de tres presidentes a los que despectivamente se les llamó «peleles», el presidencialismo fuerte surge otra vez con Lázaro Cárdenas, en lo que para algunos historiadores cierra el periodo de la Revolución Mexicana. (Continuará)