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Ceñida a la oferta y la demanda,
la ética periodística: Víctor Roura
Edgar Onofre Fernández |
Para
Víctor Roura, la ética de los periodistas de cultura
se encuentra ceñida a las leyes de la oferta y la demanda
y quien no les brinda privilegios y prebendas, en el mejor de los
casos, se convierte para ellos en un personaje perverso.
Uno de los principales periodistas culturales de la historia reciente
del país, actual editor de la sección cultural del
diario El Financiero, añadió que los periodistas
de cultura pertenecen a una especie que se adapta con facilidad
a líneas editoriales diferentes e incluso francamente opuestas,
las cuales determinan la calidad de intocables de ciertos personajes
de, en este caso, el mundo cultural, o su inclusión en lo
que denominó listas negras de personalidades indeseables. |
![](images/IMG_4068.gif)
Víctor
Roura. |
Durante su participación en la Feria Internacional del Libro
Universitario (FILU 2005), añadió que fenómenos
de este tipo y sus respectivas anécdotas se dan tras bambalinas
en la cultura o la política, por lo que los lectores llegan
a creer que en la realidad nacional sólo sucede lo que se le
informa, “pero no conocen lo que sucede detrás”.
Por lo publicado en los medios de circulación nacional
–aunque también en los medios de cada estado– “parece
que la cultura en México la forman únicamente 15 personas”.
Así, de acuerdo con el periodista yucateco, que se considera
a sí mismo “absolutamente del DF”, resulta que
el mundo de la cultura es al mismo tiempo múltiple en formas
y expresiones y desesperadamente monótono y que el arte también
depende, en una buena medida, de lo que denominó “economías
diversas”. Advirtió que los periodistas culturales usualmente
son personas acomodaticias que están “afincados en la
comodidad de su empresa” y que son ellos quienes privilegian
la creación y continuidad de “estos módulos de
engaño”.
Aunque Roura Pech, fundador de las secciones culturales de los periódicos
Unomásuno, La Jornada y El Financiero
y uno de los primeros periodistas interesados profesionalmente en
el rock, insistió en explorar numerosas anécdotas donde
los criterios periodísticos se han visto sometidos por los
criterios personales de empresarios y directores de los medios de
comunicación. Dijo que el periodista cultural llega “hasta
donde le permite su iniciativa y su talento, pues la cultura es inabarcable”
y el periodismo es “un oficio vehemente, valeroso, pues se necesita
valor para sostener lo que se publica”.
En las escuelas de periodismo no suelen tocarse temas como éstos
“porque los profesores normalmente son teóricos y no
prácticos y no pueden transmitir a los estudiantes que la práctica
del periodismo es muy otra a la teoría académica”,
circunstancia que no permite ver a las nuevas generaciones de periodistas
que la corrupción en el periodismo existe, de forma velada
o explícita, incluso en la cultura.
Salpimentada con numerosas anécdotas acerca de la corrupción
en el medio periodístico –muchas de las cuales están
recogidas en su más reciente libro Cultura, ética
y prensa (Paidós, 2002)–, como las de los célebres
casos de la destitución de Víctor Flores Olea al frente
del Conaculta o el de la biografía de Marta Sahagún
firmada por la actual directora del Consejo, Sari Bermúdez,
la conferencia de Roura derivó hacia temas como el nulo interés
de las televisoras Televisa y TV Azteca por la cultura, las cúpulas
de poder que existen en el mundo cultural aun en los estados y la
mezquindad, respecto de la cual dijo: “Es la madre del periodismo
y de todos los oficios. Tiene un lugar preponderante en el medio cultural
y es neurálgica en el periodismo”. |
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