Año 5 • No. 193 • septiembre 19 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Ceñida a la oferta y la demanda,
la ética periodística: Víctor Roura
Edgar Onofre Fernández
Para Víctor Roura, la ética de los periodistas de cultura se encuentra ceñida a las leyes de la oferta y la demanda y quien no les brinda privilegios y prebendas, en el mejor de los casos, se convierte para ellos en un personaje perverso.

Uno de los principales periodistas culturales de la historia reciente del país, actual editor de la sección cultural del diario El Financiero, añadió que los periodistas de cultura pertenecen a una especie que se adapta con facilidad a líneas editoriales diferentes e incluso francamente opuestas, las cuales determinan la calidad de intocables de ciertos personajes de, en este caso, el mundo cultural, o su inclusión en lo que denominó listas negras de personalidades indeseables.

Víctor Roura.
Durante su participación en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU 2005), añadió que fenómenos de este tipo y sus respectivas anécdotas se dan tras bambalinas en la cultura o la política, por lo que los lectores llegan a creer que en la realidad nacional sólo sucede lo que se le informa, “pero no conocen lo que sucede detrás”. Por lo publicado en los medios de circulación nacional
–aunque también en los medios de cada estado– “parece que la cultura en México la forman únicamente 15 personas”.

Así, de acuerdo con el periodista yucateco, que se considera a sí mismo “absolutamente del DF”, resulta que el mundo de la cultura es al mismo tiempo múltiple en formas y expresiones y desesperadamente monótono y que el arte también depende, en una buena medida, de lo que denominó “economías diversas”. Advirtió que los periodistas culturales usualmente son personas acomodaticias que están “afincados en la comodidad de su empresa” y que son ellos quienes privilegian la creación y continuidad de “estos módulos de engaño”.

Aunque Roura Pech, fundador de las secciones culturales de los periódicos Unomásuno, La Jornada y El Financiero y uno de los primeros periodistas interesados profesionalmente en el rock, insistió en explorar numerosas anécdotas donde los criterios periodísticos se han visto sometidos por los criterios personales de empresarios y directores de los medios de comunicación. Dijo que el periodista cultural llega “hasta donde le permite su iniciativa y su talento, pues la cultura es inabarcable” y el periodismo es “un oficio vehemente, valeroso, pues se necesita valor para sostener lo que se publica”.

En las escuelas de periodismo no suelen tocarse temas como éstos “porque los profesores normalmente son teóricos y no prácticos y no pueden transmitir a los estudiantes que la práctica del periodismo es muy otra a la teoría académica”, circunstancia que no permite ver a las nuevas generaciones de periodistas que la corrupción en el periodismo existe, de forma velada o explícita, incluso en la cultura.

Salpimentada con numerosas anécdotas acerca de la corrupción en el medio periodístico –muchas de las cuales están recogidas en su más reciente libro Cultura, ética y prensa (Paidós, 2002)–, como las de los célebres casos de la destitución de Víctor Flores Olea al frente del Conaculta o el de la biografía de Marta Sahagún firmada por la actual directora del Consejo, Sari Bermúdez, la conferencia de Roura derivó hacia temas como el nulo interés de las televisoras Televisa y TV Azteca por la cultura, las cúpulas de poder que existen en el mundo cultural aun en los estados y la mezquindad, respecto de la cual dijo: “Es la madre del periodismo y de todos los oficios. Tiene un lugar preponderante en el medio cultural y es neurálgica en el periodismo”.