La
experiencia nos dice que la ignorancia es un elemento vital en la
consecución del conocimiento, aseguró Elías
Vidal en la FILU. El problema es que no abundan quienes se declaren
abiertamente ignorantes ni profesoras de educación básica
que conviertan la ignorancia infantil en acicate para adquirir conocimiento.
El director de Apoyo a la Investigación de la UV dijo que
a los niños les vale el fracaso. “Ellos simplemente
vuelven a intentar y de ello se deriva la experiencia para resolver
mejor los problemas y, como consecuencia, la adquisición
de un mejor aprendizaje. Es por eso que se debe fomentar la práctica
creativa del fracaso e incentivar la ignorancia”. Lo anterior
parte del principio de que es la ignorancia lo que conduce a la
adquisición del conocimiento.
“¿Qué es el conocimiento? ¿Qué
es lo que puedo aprender, y lo que puedo aprehender de lo que no
sé? Albert Einstein reconocía que no contaba con habilidades
fuera de lo normal, sólo con una apasionada curiosidad”.
En el proceso de adquisición de conocimiento, dijo, es elemental
cobrar conciencia de nuestra ignorancia antes de pasar a los conceptos
de casualidad y causalidad , así como a las formas de llegar
a una concreción mediante una abstracción . Y en ello
funcionan adecuadamente los algoritmos, que son las secuencias de
pasos lógicos para llegar a un objetivo.
“Un algoritmo no es sólo para su aplicación
matemática ni es una receta invariable. Es una forma útil
para la toma de decisiones. También existe la casualidad,
que es una forma de llegar a donde no sabíamos que podríamos
hacerlo”.
¿Por
qué son importantes la imaginación y la ignorancia?
Elías Vidal mostró las imágenes de un libro
editado a fines del siglo XIX, en que se detallan las ecuaciones
que permiten romper el vínculo con la fuerza de gravedad.
“La idea fue de Julio Verne y la hizo pública en su
libro De la tierra a la luna. Pero él era escritor,
no matemático ni físico. Seguramente era un ignorante
en renglones de matemáticas y física, pero su imaginación
le permitió abordar terrenos sobre los que los científicos
discurrieron durante muchos años. Alicia, en el libro de
Lewis Carroll, funciona con un principio elemental: curiosear y
curiosear. De lo mismo se derivan las más interesantes experiencias.”
Habló también de la conveniencia de la experimentación
de los adultos en terrenos normalmente asignados a los infantes.
“El conocimiento es mercancía; la ciencia y la tecnología
son negocios. ¿Por qué no tenemos computadoras marca
Sánchez ni automóviles de marca Rodríguez,
Pérez o Martínez? Cuando había consolas Telefunken
de bocinas laterales forradas con tapiz color oro viejo, con tocadiscos
de brazo, pastilla de cerámica y aguja de diamante, lo que
nos dijeron a los adultos que éramos niños por esas
épocas fue ¡no toques eso!, en lugar de enseñarnos
a manejar aquellos –entonces– complejos y sofisticados
mecanismos. Si nos hubieran educado con la idea de que el fracaso
conduce al conocimiento y que la ignorancia es el resorte que impulsa
hacia la adquisición del conocimiento, tal vez estaríamos
ante otras condiciones de tecnología aplicada y conocimiento
adquirido” .
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