Año 5 • No. 194 • septiembre 26 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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  Ignorancia y curiosidad, motores del conocimiento: Elías Vidal
Jorge Vázquez Pacheco
En el proceso de adquisición de conocimiento, es elemental cobrar conciencia de nuestra ignorancia antes de pasar a los conceptos de casualidad y causalidad, así como a las formas de llegar a una concreción mediante una abstracción

La experiencia nos dice que la ignorancia es un elemento vital en la consecución del conocimiento, aseguró Elías Vidal en la FILU. El problema es que no abundan quienes se declaren abiertamente ignorantes ni profesoras de educación básica que conviertan la ignorancia infantil en acicate para adquirir conocimiento.

El director de Apoyo a la Investigación de la UV dijo que a los niños les vale el fracaso. “Ellos simplemente vuelven a intentar y de ello se deriva la experiencia para resolver mejor los problemas y, como consecuencia, la adquisición de un mejor aprendizaje. Es por eso que se debe fomentar la práctica creativa del fracaso e incentivar la ignorancia”. Lo anterior parte del principio de que es la ignorancia lo que conduce a la adquisición del conocimiento.

“¿Qué es el conocimiento? ¿Qué es lo que puedo aprender, y lo que puedo aprehender de lo que no sé? Albert Einstein reconocía que no contaba con habilidades fuera de lo normal, sólo con una apasionada curiosidad”. En el proceso de adquisición de conocimiento, dijo, es elemental cobrar conciencia de nuestra ignorancia antes de pasar a los conceptos de casualidad y causalidad , así como a las formas de llegar a una concreción mediante una abstracción . Y en ello funcionan adecuadamente los algoritmos, que son las secuencias de pasos lógicos para llegar a un objetivo.

“Un algoritmo no es sólo para su aplicación matemática ni es una receta invariable. Es una forma útil para la toma de decisiones. También existe la casualidad, que es una forma de llegar a donde no sabíamos que podríamos hacerlo”.

¿Por qué son importantes la imaginación y la ignorancia?
Elías Vidal mostró las imágenes de un libro editado a fines del siglo XIX, en que se detallan las ecuaciones que permiten romper el vínculo con la fuerza de gravedad.

“La idea fue de Julio Verne y la hizo pública en su libro De la tierra a la luna. Pero él era escritor, no matemático ni físico. Seguramente era un ignorante en renglones de matemáticas y física, pero su imaginación le permitió abordar terrenos sobre los que los científicos discurrieron durante muchos años. Alicia, en el libro de Lewis Carroll, funciona con un principio elemental: curiosear y curiosear. De lo mismo se derivan las más interesantes experiencias.”

Habló también de la conveniencia de la experimentación de los adultos en terrenos normalmente asignados a los infantes.

“El conocimiento es mercancía; la ciencia y la tecnología son negocios. ¿Por qué no tenemos computadoras marca Sánchez ni automóviles de marca Rodríguez, Pérez o Martínez? Cuando había consolas Telefunken de bocinas laterales forradas con tapiz color oro viejo, con tocadiscos de brazo, pastilla de cerámica y aguja de diamante, lo que nos dijeron a los adultos que éramos niños por esas épocas fue ¡no toques eso!, en lugar de enseñarnos a manejar aquellos –entonces– complejos y sofisticados mecanismos. Si nos hubieran educado con la idea de que el fracaso conduce al conocimiento y que la ignorancia es el resorte que impulsa hacia la adquisición del conocimiento, tal vez estaríamos ante otras condiciones de tecnología aplicada y conocimiento adquirido” .