Año 5 • No. 194 • septiembre 26 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Juan Carlos Plata
Pisando tierra conocida antes de viajar al otro lado del mundo –a Hong Kong–, el espectáculo Jarocho estrenó ajustes en la música y en las rutinas coreográficas durante su temporada en Xalapa –siete funciones con boletos agotados en el Teatro del Estado–, y se reafirmó como la metáfora artística del Veracruz moderno, marcado por las raíces y al mismo tiempo influido por las tendencias actuales.

Siempre basado en el zapateado jarocho, el espectáculo va de la marcialidad y elegancia del zapateado moderno inicial, a la sonrisa permanente de La bamba que se adapta a todos los ritmos posibles y retrata el carácter veracruzano.

Jarocho es un flashback de dos horas, un recorrido por las distintas raíces que aquí se han entrelazado para forjar el carácter de la identidad veracruzana –africanas, españolas, cubanas-, salpicado de modernidad y mirando hacia el futuro, como el propio Richard O’Neal, director del espectáculo, señala: “Las raíces siempre estarán ahí, pero la gente cambia, eso es lo que nosotros queremos representar”.

Espectáculo vivo y en constante movimiento, evolución, reinvención, Jarocho sigue escribiéndose todos los días, como la historia moderna.

El telón y los movimientos de la escenografía –inspirada en rebozos y paliacates–, son por si solos el inicio de los significados veracruzanos del espectáculo.

Dejándose ver detrás del enorme paliacate-telón, Jarocho inicia como una insinuación que se convierte en un impresionante golpe de intensidad con el Zapateado, que marca de inicio el ritmo de los latidos de corazón que el programa contiene.
Sigue “Colás”, uno de los números más tradicionales, que contrasta con la moderna y soft versión de “La Bruja”; luego viene la expresión de las raíces africanas con la que el espectáculo retoma la potencia.

El danzón aparece con su sensualidad y cadencia y le da paso al solo de una exquisita María Juncal que llena el escenario.

“El Torito”, la influencia cubana, los ritmos caribeños como la salsa, la energía del fandango veracruzano, todo se junta para dar paso a la joya de la corona y final del espectáculo: “La Bamba”.
Luego de sus presentaciones en Xalapa, con las que culminaron una etapa en la vida del espectáculo, la compañía se prepara para su viaje a Hong Kong donde participarán, el 22 y 23 de octubre, en el Latin Passion Festival.

…Con el corazón en la mano y la bamba en los pies

Los protagonistas del espectáculo aseguran que la salida del espectáculo al extranjero se da en un buen momento, porque el grupo está cada vez más afianzado y se han pulido detalles tanto en la música como en las ejecuciones y movimientos escénicos.

Su director Richard O’Neal considera que Jarocho es una fotografía del Veracruz de ahora; obviamente no se pueden cambiar las raíces, éstas y el resto de la cultura siempre estarán ahí, pero la gente cambia y eso es lo que el espectáculo quiere representar.

Con respecto a la gira internacional que se iniciará en breve, señala que les servirá para seguir aprendiendo, “sentiremos lo que el público piense del espectáculo, probablemente les gustará, probablemente no, quizá lo entiendan, quizá no, probablemente prefieran ‘Colás’ que el ‘Zapateado’, vamos a aprender mucho de ver como funciona el espectáculo en un escenario internacional”.

O’Neal afirma que la inspiración de Jarocho viene de Riverdance y de espectáculos culturales del tipo. “Es un espectáculo muy fuerte, yo estoy muy contento con Jarocho, incluso cuando empecemos a hacer giras por todo el mundo nos incorporaremos a un diferente mercado de espectáculos, pero no hay una competencia real para nosotros, porque no hay otro espectáculo mexicano como para hacer comparaciones”.

Jarocho fue muy difícil de armar, ahora está aquí, todos pueden verlo, criticarlo, todos pueden decir: sería mejor si tuviera esto aquí o allá; es fácil ahora que alguien haga algo similar o mejor a Jarocho, nosotros hicimos lo más peligroso, porque fuimos el primer intento y ahora es fácil ver la coreografía, cómo funcionan las luces y hacer algo similar, entonces queremos ser mejores y mejores”, comenta el director irlandés.

Agrega que los cambios que ha sufrido el espectáculo obedecen también a que “siempre tratamos de ser mejores, creo que si no hacemos cambios, si nos sentamos y decimos: Está bien, está terminado, empezaremos a declinar e iremos hacia abajo, y nosotros queremos ir siempre para arriba”.

Para Luis Leñero, director musical del espectáculo, “ha habido cambios de depuración, de tratar que la gente esté tocando mejor, que el sonido esté mejor, que todo esté más balanceado”.

Y asegura que Jarocho es un proyecto muy vivo, hay muchas ideas nuevas de cosas para surgir, rehacer, cambiar, mejorar, hay ideas y cosas de composición nuevas.

De acuerdo con Leñero, la discusión en torno a Jarocho “es algo muy normal aquí, porque las corrientes de son jarocho están muy vivas, hay pasión que se defiende a capa y espada y es algo interesante que genera discusión y críticas, que son buenas para el espectáculo y sirven para retroalimentarnos”.

La bailarina española María Juncal asegura que Jarocho es un espectáculo que está bien hecho desde el principio hasta el final, está muy bien trabajado, muy bien pensado, tiene un diseño de luces maravilloso, una escenografía que es un lujo, una banda que suena de maravilla; en resumen, es un espectáculo que no es bueno solamente en México, está diseñado para ser bueno en todo el mundo.
En relación con los cambios que se le han hecho al espectáculo, Juncal considera que “es algo que siempre beneficia a un show y es una labor que nunca acaba, siempre se puede mejorar la historia, porque siempre puedes sacar un poco más de partido a los bailarines, puedes conseguir que la luz mejore en un sitio concreto, etcétera”.

Vanesa Guevara, coreógrafa de Jarocho, ve al espectáculo como una metáfora del Veracruz actual, una adaptación para teatro de ciertos aspectos de la cultura del estado, con necesidades propias de un espectáculo de esta naturaleza y con un enriquecimiento de los números tradicionales.

“En México se han hecho cosas con la misma idea de Jarocho, las raíces; con la evolución de un zapateado de acuerdo con las necesidades; la música, el son jarocho al que ya le meten orquesta y tambores, pero no se había hecho nada en la dimensión que maneja Jarocho, una compañía absolutamente profesional.

Tenemos al mejor iluminador, al mejor escenógrafo, al mejor director, al mejor equipo, es un super show”.