| Año 5 • No. 194 • septiembre 26 de 2005 | Xalapa • Veracruz • México |
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Autonomía |
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| La
autonomía, como un rasgo de las sociedades de nuestros tiempos,
ha sido una tendencia que parece ir en aumento. Y no simplemente aplicada
a los temas educativos –autonomía en el aprendizaje–
sino que está presente en casi todos los ámbitos de
nuestras vidas. Parece ser que vivimos tiempos en los que la ‘libertad’
existe para todos por igual pero siempre con una gran carga de responsabilidad. Todo este proceso nos ha llevado a usar términos que definen el momento que vivimos. Así escuchamos hablar de un postmodernismo por el que se distingue la evolución de las sociedades, no sólo modernas sino más allá, existiendo siempre la individualización de los pueblos, como una contribución más de occidente al resto del mundo. Somos testigos de esta tendencia desde nuestros primeros años de vida, crecemos con la ayuda de nuestros padres y familiares, pero ellos siempre tienen la expectativa de que lleguemos a ser independientes en nuestro desenvolvimiento y que podamos valernos por nosotros mismos. En la vida diaria vemos cómo cada vez tenemos que circular por la ciudad o ir de compras a un supermercado. Antes, no había supermercados, sólo eran tiendas con un gran mostrador donde pedíamos los productos que necesitábamos. Ahora, existen los cajeros automáticos y la televisión interactiva. Ya hasta encontramos una computadora cuando llamamos a alguna oficina importante. Parece que nos hemos reducido a depender más de las máquinas y de nosotros mismos. Ya no se estila, tanto, el que alguien nos ayude en persona. También las universidades, viendo este cambio de nuestras sociedades, han optado por preparar a sus estudiantes a enfrentar este mundo complejo. Los estudiantes ahora en la universidad hacen su propia selección de maestros, cursos, horarios y en general, se han puesto en sus manos decisiones que antes quedaban en manos de la institución o de sus maestros. Esta empresa por buscar mayores espacios para ejercer la autonomía, tanto dentro de la universidad como fuera de ella, nos lleva a pensar en un proyecto masivo que también debe ser analizado. Una de las primeras preguntas de la promoción de la autonomía como un proceso masivo es pensar si existe el deseo de nuestros estudiantes, pues comprobamos en los párrafos anteriores que es una necesidad de nuestros tiempos. Otro gran reto es pensar en quiénes son o somos aquellos que funcionaremos como instructores en la promoción de la autonomía. ¿Tenemos todos el nivel y la preparación? ¿Nuestras instituciones están preparadas para una empresa masiva como es la promoción de la autonomía? Todas estas reflexiones nos llevan a evaluar el esfuerzo universitario que vemos en muchas instituciones y que ponen sus expectativas en lo alto. Y debemos también esperar con paciencia los resultados, ya que estamos hablando de un proceso que conlleva varias etapas y existe aún una inercia a conservar los esquemas anteriores de enseñanza-aprendizaje, que si bien la autonomía en el aprendizaje no ser una sustitución, no es fácil cambiar actitudes y percepciones de la noche a la mañana. |
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