Año 5 • No. 195 • septiembre 5 de 2005
Xalapa • Veracruz • México
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  Juan de la Cabada en el cine
Roberto Ortiz Escobar
La Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) realizó un homenaje a Juan de la Cabada, de quien esta institución resguarda su biblioteca personal, donada hace años por el gobierno de Veracruz. Ahora, a cien años de su natalicio, se le recordó con la edición de un libro, una exposición fotográfica en El Ágora de la Ciudad, una mesa redonda sobre su obra literaria y un ciclo de cine ilustrativo de su labor como guionista.

Fueron cuatro las películas que se proyectó el Cine Club de la Universidad Veracruzana en El Ágora de la Ciudad, del 28 de septiembre al 2 de octubre: Subida al cielo (1951, de Luis Buñuel), La ilusión viaja en tranvía (1953, de Luis Buñuel), El brazo fuerte (1958, de Giovanni Corporal) y Sonatas (1959, de Juan Antonio Bardem).
Juan de la Cabada es un ejemplo de cómo las historias originales y sus tratamientos encuentran en los escritores la configuración de universos humanos con personajes y situaciones verosímiles, perfectamente justificados en su dimensión dramática.

El brazo fuerte es un inusitado comentario político en el cine mexicano de su época y que dio como consecuencia su prohibición por espacio de 15 años. La censura oficial vio en ella una ilusión sarcástica de la corrupción caciquil en una localidad de provincia donde las fuerzas vivas sugerían el poder absoluto del presidente de la república y los enclaves corruptos en las autoridades municipales o regionales.
Con un argumento de Juan de la Cabada y del director Giovanni Corporal, El brazo fuerte nos refiere las aventuras abusivas de Agileo, un cadenero designado por la Secretaría de Caminos Vecinales para apoyar la construcción de un camino. Si bien su mal comportamiento le gana la animadversión comunal, bastará la llegada de una carta del presidente de la república para que la gente interprete que tiene vínculos con un personaje de tan alta investidura.

La coyuntura favorable arroja el nombramiento de Agileo en la Junta de Mejoras Materiales y su casamiento con la hija del cacique, quien le heredará su tienda e influencia. Cuando Agileo se mata accidentalmente, se revisan sus cosas y se encuentra aquella carta que le dio poder, que tan sólo era la orden de su despido proveniente del Ejecutivo Federal.
La sátira efectiva, las situaciones ocurrentes y una visión aguda de los comportamientos pueblerinos delineados por De la Cabada, desafortunadamente no tuvieron la sutileza que requerían algunos pasajes, ya que el director manejó el trazo grueso y caricaturesco en personajes que exigían mayor rigor y profundidad.

Si acaso, los elementos fílmicos mejor aprovechados fueron el montaje de Corporal y la fotografía de Walter Reuter.
Aunque el tiempo no ha sido muy benigno con esta cinta por su dirección inconsistente, su arrebato crítico deberá ubicarse con justeza en una época que no permitía el registro virulento del cacicazgo, la corrupción municipal, y menos aun, del poder omnímodo que representaba el presidente de la república. El ingenio y las preocupaciones políticas de Juan de la Cabada ayudaron a abrir la brecha de un cine mexicano casi siempre alejado del contexto político de sus historias.