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Ricardo Luna
(Fotos cortesía de: PAYPPCUBAPA) |
Pionera
en investigaciones arqueológicas subacuáticas en el
país, que tuvieron su inicio con el trabajo de un grupo de
investigadores comandados por Ramón Arellanos, Héctor
Cuevas y Marco Antonio Reyes, la Universidad Veracruzana ha reabierto
con importantes frutos el expediente de antiguas culturas que poblaron
el actual territorio de Veracruz y que ofrendaban a deidades relacionadas
con el agua sus ricas manifestaciones artísticas, bajo el velo
de antiquísimos rituales.
Veinte años después de los trabajos de Arellanos, Cuevas
y Reyes, la Escuela Nacional de Antropología e Historia habría
de incluir en su oferta académica la formación en esta
disciplina; pero en materia de investigación, la larga tradición
arqueológica de la escuela veracruzana se nutre ahora con los
estudios de Pedro Jiménez Lara y un entusiasta grupo de estudiantes
y egresados de la Facultad de Antropología de la Universidad
Veracruzana. |
En
1982, la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH)
reconoció a la arqueología subacuática como disciplina
formal en nuestro país. Sin embargo, 20 años antes,
en Veracruz, un grupo de investigadores de la Universidad Veracruzana,
encabezado por los arqueólogos Ramón Arellanos, Héctor
Cuevas y Marco Antonio Reyes, ya incursionaban en esta rama de la
arqueología con inmersiones en varios de los ríos y
cuerpos de agua de la región centro de nuestro estado.
La finalidad de estas inmersiones era encontrar vestigios culturales
prehispánicos que, según estudios previos, se hallaban
en la diversa y rica composición de los cuerpos acuíferos
de la entidad, que van desde un gran número de manantiales,
ríos y esteros hasta enormes lagunas, cuyas riberas y alrededores
fueran habitados en épocas prehispánicas por diversos
grupos étnicos que veneraban al aguas con distintas ofrendas.
Ana Catalina Celis Hernández, recién egresada de la
carrera de Arqueología de la UV e integrante del equipo de
investigaciones subacuáticas de la UV, comentó que en
todos estos afluentes existen, hasta nuestros días, depósitos
de materiales culturales sin rescatar, que eran depositados en sus
profundidades con fines religiosos, tal y como lo demuestran los vestigios
que fueron exhibidos recientemente en el Museo de Antropología
de Xalapa (MAX), en la muestra Arqueología subacuática,
trabajos de la Universidad Veracruzana.
En ella, los visitantes fueron testigos de unas 36 piezas encontradas
en las más recientes investigaciones de arqueología
subacuática en los sitios de Arroyo Pesquero, Ojo de Agua Grande
y El Zapote, y que se conservan en las bodegas del propio MAX y en
el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV. |
El
río Papaloapan resugarda nuestro pasado |
Fue
en el río Papaloapan donde los estudiantes de arqueología
subacuática Ana Celis y Jesús Rebolledo Rivera, bajo
la tutela del investigador Pedro Jiménez Lara, hicieron una
investigación en río y, para su sorpresa, encontraron
muchísimas piezas.
Los estudiantes explicaron que lo característico de las piezas
es que miden 20 centímetros, todas mujeres, con una vestimenta
muy peculiar y con elaborados tocados. A pesar de haber estado bajo
el agua, su estado de conservación es muy bueno, lo que llevó
a proyectar el estudio de las características del suelo del
río y dar con los motivos de su estado. |
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Una
vez halladas, las piezas no son extraídas de inmediato, ya
que primero se estudia el contexto del sitio donde fueron localizadas,
y algunas piezas se dejan tal y como las encontraron, por respeto
al sitio arqueológico.
En caso de extraerlas, se sigue un tratamiento muy especial para estabilizarlas
y poder ser contempladas en el exterior, sobre todo si se trata de
materiales como la madera. Ana Celis explicó que como arqueóloga
le resulta fascinante sumergirse para buscar piezas, sabe que no cualquiera
lo puede hacer, y que de lograrlo carecería del conocimiento
necesario para darle una interpretación al sitio de hallazgo. |
Un
poco de historia |
Desde
sus orígenes, durante los años sesenta, la arqueología
subacuática se perfiló como un campo interdisciplinario
de investigación, debido a la cantidad de datos que se requieren
para elaborar un proyecto bien sustentado, así como por la
naturaleza del medio en que se trabaja, lo que hace necesario contar
con un conocimiento profundo sobre la fisiología humana y la
capacidad de adaptación a los cambios de presión, entre
otros factores. |
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Los métodos de trabajo son distintos a los de la arqueología
de superficie en cuanto a que deben adecuarse al entorno acuático,
aunque los fines de la búsqueda continúan siendo el
estudio del hombre a través de las evidencias producto de su
actividad.
Actualmente,
la subdirección del INAH, en coordinación con investigadores
de la UV, sigue fomentando el trabajo conjunto de varias disciplinas
para lograr un trasfondo más completo para cada estudio.
Tal
es el caso del proyecto de la Flota de la Nueva España (1630-1631)
que se realiza en el Puerto de Veracruz y que, por tratarse de un
ambiente marino, se requirió de las aportaciones de oceanógrafos,
biólogos, geógrafos, historiadores y personal de la
Marina de México, con lo que se conformó una base de
datos que permite no sólo conocer el tipo de condiciones meteorológicas
que pudieron actuar en el naufragio de tal o cual embarcación,
sino también hacer hipótesis sobre el rumbo tomado de
acuerdo con las cartas de navegación que se conservan hoy en
día en los archivos y sobre las cuales el historiador conoce
los pormenores. |
Los
riesgos |
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Las
investigaciones arqueológicas que se realizan bajo el agua
toman el carácter de una disciplina de riesgo y de amplias
precauciones, más aún cuando consideramos los distintos
tipos de ambientes en que se puede trabajar. En este sentido, nuestro
país resulta ejemplar por su diversidad de espacios.
Por ejemplo, está el caso del buceo en cenotes, cavernas y
cuevas donde no existe un punto de salida accesible en todo momento.
Lo anterior es causa de modificación de las técnicas
de buceo así como de las características del equipo
autónomo ante el riesgo de la posibilidad de sufrir algún
percance en estos espacios. |
Afortunadamente, los avances en la medicina de buceo se han desarrollado
al grado de que actualmente podemos hablar de un tipo de buceo técnico
(a diferencia del de carácter recreativo, comúnmente
conocido) que ya permite ampliar los tiempos de inmersión a
partir de una mezcla de gases entre las cuales la más conocida
es denominada nitrox o aire enriquecido, basado en una distinta proporción
en las cantidades de oxígeno y nitrógeno del aire. |
Nuevas
líneas de investigación en arqueología |
Ana
Celis Hernández agregó que a partir de los rescates
realizados por la UV decidió comenzar una nueva línea
de investigación en arqueología subacuática,
en colaboración muy estrecha con la subdirección de
Arqueología Subacuática de la UNAM.
El proyecto a cargo del investigador Pedro Jiménez Lara tiene
como origen las propuestas del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales
e intenta mostrar los trabajos desde los años sesenta, para
mostrar la evolución de la disciplina desde el equipo de buceo
hasta la manera de realizar en campo las investigaciones y, sobre
todo, cómo se ha mantenido a pesar del tiempo el interés
por el rescate y estudio de los vestigios prehispánicos por
parte de las generaciones de jóvenes universitarios.
Dentro del mismo proyecto cabe la propuesta de que la UV sea la única
universidad del país en ofrecer una especialidad en arqueología
subacuática, ya que en México sólo el INAH y
la ENAH ofrecen cursos de buceo con estos fines.
Por lo pronto, son más los estudiantes que ya empiezan a interesarse
por engrosar las filas de esta rama de la arqueología y que
para orgullo o fortuna de los estudiantes de la UV se encuentra en
la sede universitaria de Xalapa. |
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