Para
fortalecer al Estado federalista que en teoría es México,
es necesario que los municipios aprendan a cobrar sus propios impuestos
y a prestar servicios de manera eficiente y así, evitar la
excesiva dependencia de las aportaciones federales y estatales que
han centralizado las operaciones fiscales durante décadas,
aseguró Francisco Javier Meléndez, del Instituto de
Investigaciones y Estudios Superiores de las Ciencias Administrativas
(IIESCA).
“Si se revisan las cuentas públicas, el 90 por ciento
del presupuesto de los ayuntamientos es de participaciones y aportaciones
federales y estatales y sólo el 10 por ciento son recursos
propios”. Los municipios se han acostumbrado a no cobrar impuestos,
porque eso tiene un costo político, además de que obtener
las participaciones estatales y federales no les cuesta nada.
“La solución es que los ayuntamientos cobren sus propios
impuestos de manera oportuna y al mismo tiempo brinden un buen servicio
para que la sociedad vea su dinero invertido en obras que la benefician.
Esto tiene que ser entendido por la sociedad, por los partidos y por
las autoridades, es necesario que se paguen impuestos”.
En un pasado no lejano la cultura del no pago estaba justificada por
la corrupción imperante en los sistemas administrativos y fiscales.
“Ahora ya hay órganos de fiscalización en los
estados y en la federación que se encargan de revisar las cuentas
públicas, lo que le da confianza a la ciudadanía”.
Federalismo
y centralismo
Meléndez Hernández señaló que el federalismo
en el país arranca de la Constitución, que habla de
una república federal, pero en la práctica México
se convirtió en un país centralista, en el que los
presupuestos se analizaban y discutían centralmente. “Todo
eso era legitimado por una ley de coordinación fiscal por
medio de la cual los estados renuncian a sus potestades tributarias
y se las conceden a la federación que, a cambio, otorga las
participaciones”.
Actualmente en México se está desarrollando apenas
un proceso que podría llevarnos a un verdadero federalismo,
en el que 32 estados iguales acuerdan y definen las situaciones,
sobre todo presupuestales, y en el que el municipio tiene una importancia
crucial.
“Este impulso al federalismo trajo a la escena al municipio,
que es la célula primaria de la política y del sistema
político mexicano y como tal ha recibido funciones y aportaciones
presupuestales, pero todavía muy lejos de lo que son sus
necesidades”.
Aseguró que el federalismo no ha funcionado en México
por consecuencias históricas y porque las autoridades del
centro se desentendieron por mucho tiempo de estas cuestiones, hasta
hace muy poco. Fue en 1944 cuando el presidente Manuel Ávila
Camacho creó las comisiones regionales, en lo que se podría
considerar la primera iniciativa federalista en el país.
Otro de los problemas que ha generado este centralismo es la incapacidad
de los municipios para cumplir con sus funciones adecuadamente,
la falta de profesionalización. En la UV se ha detectado
este problema y se ha impulsado el diplomando en Administración
y gestión municipal, que se dio en todo el estado y al que
asistieron, en su primera edición, cerca de 280 personas.
Reparto y desigualdad
El hecho de que los presupuestos estatales se discutan y aprueben
desde la capital, además de la presión ejercida por
los estados con mayor crecimiento para que sea a ellos a quienes
se les dé mayor presupuesto, generó en buena medida
la desigualdad que existe entre las entidades federativas. “El
argumento de los estados ricos es que el dinero que se les da a
ellos puede generar más riqueza y en cambio el que se le
otorga a los estados pobres, se encausa principalmente a la asistencia
social, lo que no genera ingresos para el estado”.
Otras causas de esta desigualdad son la dependencia y la explotación
histórica que ha habido en el país, aunque ya hay
acciones para contrarrestar esto. El caso de Chiapas es muy claro.
Está realizando procesos de capacitación para superación
tecnológica, se han invertido recursos, están realizando
obras de infraestructura.
“Además existe otro gran problema para estos estados
pobres, las empresas que se instalan en ellos no son originarias
del estado sino de otras entidades, y pagan la mayoría de
sus impuestos en sus lugares de origen y no le ayudan realmente
a la recaudación del estado, Chiapas y Veracruz son un buen
ejemplo de eso”.
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