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Explica
psicólogo y especialista en salud mental comunitaria
El divorcio puede ser una solución
a relaciones destructivas de pareja
Edith Escalón |
Una
de cada tres mujeres es sometida a abuso emocional severo y, por lo
menos, una de cada cuatro es atacada físicamente por su compañero;
de esos casos de violencia, el 10 por ciento es grave |
Aunque
el divorcio es un problema social, se convierte en una solución
ante las relaciones destructivas que en el 30 por ciento de las parejas
mexicanas implican violencia física y emocional, casi siempre
en perjuicio de las mujeres, alertó Gustavo Alonso Félix
López, psicólogo y especialista en salud mental comunitaria.
“Es la sociedad la que contribuye a generar este tipo de relaciones”,
aseguró, pues refuerza mitos que las alientan, en lugar de
disiparlos: “Creer que la unión con nuestra pareja debe
permanecer hasta que la muerte nos separe, a pesar de la calidad de
la relación, o que podemos hacer que el otro cambie sus defectos,
sólo nos hace permanecer más tiempo en relaciones destructivas”. |

Gustavo Alonso Félix López.
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Estas
concepciones dan lugar a parejas en las que los conflictos se resuelven
por medio de la violencia física o emocional, explicó
Gustavo Alonso Félix, quien es también integrante del
Instituto de Investigaciones Psicológicas de la UV.
Dijo que la primera va desde empujones, forcejeos y apretones, hasta
brutales golpizas, que son las que evidencian el problema, pues se
sabe que alrededor del 30 por ciento de las pacientes que se atienden
en urgencias en los centros hospitalarios lo hacen por haber sido
golpeadas por sus parejas.
La segunda, en cambio, es más difícil de determinar
pues implica agresión constante mediante desvaloración,
subestimación, insultos, infidelidad y burla, aunque no se
presente maltrato físico. Reconocer la gravedad de esta situación
ya implica un problema, pues las parejas generalmente se niegan a
sí mismas –incluso las que son agredidas– que su
vida de pareja no funciona. |
De
hecho, según cálculos presentados por el investigador,
una de cada tres mujeres es sometida a abuso emocional severo y, por
lo menos, una de cada cuatro es atacada físicamente por su
compañero, y de esos casos de violencia, el 10 por ciento es
grave, lo que resulta una alerta importante para las autoridades y,
sobre todo, para quienes consideran estas relaciones dentro de la
normalidad.
Este tipo de relaciones se fundamenta en un concepto equivocado del
amor que, entendido como entrega total, ha sido cargado de múltiples
sentidos, lo que ha generado manipulación, posesión
y dependencia: “Así, en nombre del amor se cometen una
serie de abusos, sobre todo de los varones hacia las mujeres, aunque
también se da a la inversa”.
Aseguró que las relaciones destructivas no permiten el desarrollo
ni propician la equidad, el respeto y el bienestar entre los miembros
de la pareja y sí, en cambio, favorecen la depresión,
el aislamiento, la frustración y la ansiedad, y sobre todo,
la negación de la violencia.
Es la educación tradicional la que inculca en los hombres y
en las mujeres ciertos roles que tanto el agresor como el agredido
siguen al grado de engancharse en este tipo de relaciones: “La
sumisión, dependencia y falta de autoestima sembrada en las
mujeres desde muy pequeñas afecta su percepción del
género, aceptando con resignación hasta la violencia”.
De hecho, las mujeres que son agredidas permanecen con sus parejas
porque están aferradas a la idea del amor eterno y al mito
de que las personas cambian, lo que se refuerza con los cambios bruscos
de comportamiento de la pareja, que en momentos se arrepiente, pide
perdón, ruega, se torna afectuoso y arrepentido.
De acuerdo con el psicólogo, ciertos individuos manifiestan
conductas agresivas porque desde pequeños sus progenitores
les hicieron sentirse responsables de los demás, fomentando
en ellos la supuesta supremacía masculina relacionada con la
propiedad.
Para enfrentar un problema como éste, Gustavo Alonso Félix
López recomienda considerar la riqueza de las relaciones independientes
y humanas, generosas, placenteras, y no de lucha, enfrentamiento y
control, además de fortalecer la autoestima de la persona para
ayudarle a superar lo vivido y estimular la responsabilidad de atender
su seguridad personal.
Consideró importante promover la exigencia en la elección
de la pareja: “Muchas veces las personas somos muy cuidadosas
para otras elecciones, y cuando se trata de compartir la vida con
alguien consideramos solamente el aspecto físico, eso también
nos lleva a equivocarnos, y a enfrascarnos en relaciones destructivas
que, a veces, nuestros prejuicios no nos permiten terminar a tiempo”. |
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