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Asesorados
por la Universidad Veracruzana
Los de la UV se hubieran quitado
lo que traían por ayudarnos: damnificados
Edgar Onofre |
En números fríos, la ayuda en el sitio de desastre
significó dos mil 848 jornales académicos, lo que significa
17 mil horas de trabajo acumulado. Además, habría que
sumar más de seis mil 300 jornales derivados de las labores
realizadas en el centro de acopio, el reparto en las colonias, la
entrega a domicilio de víveres y vales para ropa a cada familia,
así como la aplicación de encuestas |
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Boca
del Río, Ver.-
La mañana del martes 4 de octubre, el huracán Stan tocó
tierra en Los Tuxtlas, entre Punta Roca Partida y Monte Pío,
a unos 20 kilómetros de San Andrés Tuxtla. De categoría
uno según la escala Saffir-Simpson, Stan provocó en
Chiapas, Tabasco y Veracruz varios de los peores episodios de lluvias
registrados en la historia de México.
En Veracruz, las torrenciales lluvias provocaron desbordamiento de
ríos e inundaciones en zonas rurales y urbanas. El gobernador
Fidel Herrera tomó las riendas de Protección Civil y
convocó a un amplio frente de respuesta, al que inmediatamente
se sumó la Universidad Veracruzana (UV). Mientras se sucedían
las historias de pérdidas, empezaron a registrarse las de ayuda
y solidaridad: en las cinco regiones universitarias se abrieron centros
de acopio y la UV convocó a estudiantes, maestros y personal
diverso a conformar brigadas de apoyo para asistir a la población.
En la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, una de las zonas
más afectadas por el paso del meteoro fue la aledaña
al manglar ubicado detrás del fraccionamiento La Tampiquera,
en Boca del Río, que pertenece al Sistema de Lagunas Interdunarias
de la Ciudad de Veracruz, reconocido como sitio Ramsar, y está
próximo a las colonias Carranza, Nueve de Marzo, Miguel Alemán,
Ampliación Miguel Alemán, Plan de Ayala y Villa Rica,
todas de alto índice de marginación. |

Los
donativos que se recibieron en los diferentes centros de acopio
beneficiaron a cinco mil 750 personas.
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Ahí,
muchas de las casas levantadas a base de cartón, madera y lámina
corren a lo largo del canal de La Zamorana, uno de los desagües
más importantes de esta zona de la ciudad y que también
desbordó su carga de aguas negras durante la inundación
del primer fin de semana de octubre. Habitantes de la zona, agrupados
en la asociación civil Vecinos y Amigos del Manglar, liderada
por la UV, recuerdan: Irma García Cabrera: “En lo que
tengo de vida no había visto nada igual, nos fue muy mal, como
en ningún otro año, fue un desastre tremendo; muchas
cosas se echaron a perder”.
Josefina Aguirre Fernández: “La vimos muy cerquita, no
dormíamos, estábamos nerviosos porque veíamos
el agua subir y subir, y muchas vecinas, amistades, se vieron muy
apuradas: entró el agua más de un metro en sus casas
y (el agua) les daba al pecho en la orilla del manglar”. |
Consuelo
Esquivel: “Estuvo muy grave, se salió el caño,
entró un metro a la casa y hubo muchas necesidades, mucha
gente se tuvo que salir, perdió sus cosas”.
Florinda Ruiz Hernández: “Estuvimos asustados, hubo
lugares en la colonia que están a la orilla del caño
que fueron más afectados, estuvimos de jueves a domingo inundados,
hasta el lunes empezó a bajar (el agua) y estuvimos aislados
e incomunicados”.
De
todos, el máximo apoyo fue de la UV: vecinos
Desde que el Gobierno del Estado instaló procesos de previsión
y seguimiento del huracán, junto con Protección
Civil, la Comisión Nacional del Agua (CNA), el Consejo
Veracruzano del Agua y otras dependencias, la Universidad Veracruzana
manifestó su disposición y capacidad para colaborar,
por lo que, de acuerdo con Emilio Zilli Debernardi, vicerrector
de la región, “puso a disposición de las autoridades
tanto recursos humanos como las propias instalaciones para que,
en caso de ser necesario, pudieran usarse como albergues”.
Cuando las inundaciones comenzaron, la UV instaló centros
de acopio en las cinco regiones. En el centro instalado en Veracruz,
más de 160 jóvenes se afanaron todos los días
en tareas de difusión, clasificación de los donativos,
empacado, conformación de paquetes de víveres y
ropa y la entrega directa, casa por casa, de los paquetes referidos
a los damnificados de las colonias vecinas al manglar. El Gobierno
del Estado acordó que fueran los universitarios quienes
se encargaron de la entrega de víveres a cientos de familia
que habitan, incluso, en los bordes del canal y el terraplén
que se levanta en medio del manglar y, donde, según los
propios habitantes, ninguna otra ayuda llegó.
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Las personas afectadas resaltaron el trabajo conjunto de habitantes
y estudiantes, así como de autoridades de la UV. |
“Al
terraplén, nadie más que la UV entró. Los muchachos
(de la UV) son capaces de quitarse lo que traen por ayudar a las personas”,
aseguró Josefina Aguirre.
“Créame, orita en tiempos de los damnificados, los muchachos
estuvieron trabajando desde las cinco de la mañana hasta la
una de la mañana siguiente, estaban entregados totalmente.
Estuvieron con nosotros desde el principio, desde que se empezó
a inundar la colonia, apoyaron para sacar a la gente de aquí,
en lancha, y después que se terminó la inundación
empezaron los apoyos en salud, las despensas, vinieron a donar ropa,
de casa en casa,”, explicó Irma García. |
Según
Consuelo Esquivel, “los muchachos tuvieron que ser muy tolerantes
con las personas, porque muchas se arrebataban las cosas de las
manos. Muchas personas se desgreñaban por una despensa, pero
aquí no y todo estuvo muy controlado, y los muchachos fueron
muy atentos y muy comprensivos, porque para meterse en el agua,
no cualquier se arriesga, por las infecciones que hay, los malos
olores, los animales muertos”.
El trabajo de los universitarios en Veracruz incluyó, de
acuerdo con datos de la vicerrectoría, la conformación
de brigadas epidemiológicas, psicológicas, de regulación
sanitaria, brigadas de vectores, de promoción de la salud,
las cuales fueron conformadas, sobre todo, por las facultades de
Ciencias de la Salud: Bioanálisis, Medicina, Enfermería,
Psicología y Nutrición.
En números fríos, la ayuda en el sitio de desastre
significó dos mil 848 jornales académicos de más
o menos seis horas cada uno, lo que significa 17 mil horas de trabajo
acumulado. Además, habría que sumar más de
seis mil 300 jornales adicionales derivados de las labores realizadas
en el centro de acopio, el reparto que se hizo en las colonias,
la entrega a domicilio de víveres y vales para ropa a cada
familia, además de la aplicación de encuestas, al
lado de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan),
que se realizaron para conocer la condición de las viviendas
afectadas y cuyos resultados permitieron a los ayuntamientos solicitar
los apoyos al Programa Nacional de Desastres.
En
el centro de acopio se registraron donativos por 60 mil artículos,
entre alimentos no perecederos, cobijas, etc, los cuales fueron
entregados en más de seis colonias, beneficiando a cinco
mil 750 personas. Además, la numeralia también registra
23 colonias en las cuales intervino la UV en programas de salud,
en beneficio de más de 32 mil 400 personas beneficiadas,
así como la aplicación de más de 20 mil pastillas
de plata ionizada, más de 13 mil kilos de cal y 39 mil pastillas
de cloro.
Universidad
y comunidad trabajan hombro con hombro
Vecinos de las colonias afectadas en Veracruz por el huracán
resaltaron el trabajo de estrecha colaboración que realizaron
entre los habitantes y los estudiantes y autoridades de la UV:
“He trabajado hombro con hombro con los muchachos, estuvimos
juntos, los estudiantes y nosotras, que somos vecinas del manglar,
Tuvimos mucho apoyo, inclusive, aquí, no había llegado
ningún otro apoyo antes que ellos. Y yo presté mi
casa para que depositaran varias despensas para repartirlas a
la orilla del manglar, que fue donde sufrieron más desastres”,
explicó Josefina Aguirre.
“Anduvimos metidos en el lodo: yo soy de aquí, pero
ellos que son muchachos universitarios y, sin importarles, estuvieron
en la lucha hombro a hombro con todos, muy amables y dispuestos
a todo”, añadió, mientras que Irma García
aseguró: “Fuimos damnificados, pero nos sumamos a
su trabajo, trabajamos con ellos y se dieron las cosas tal y como
traían las instrucciones: de casa en casa y a las personas
que de veras las necesitaban. Siento que les movía su don
de buena gente. Y cuando no ha habido este tipo de desastres,
en el tiempo que ha estado aquí la UV, han trabajado con
mucho respeto para la comunidad. Es indiscutible, no tenemos nada
que hablar de ellos, al contrario, nos han venido a enseñar
muchas cosas y la verdad eso se agradece”.
En este sentido, destaca la experiencia de la brigadista María
Trinidad Cruz, pasante de enfermería, quien vivió
esta experiencia de manera “un poco drástica. Tuvimos
que ver las casas en medio del agua, la gente que se quedó
sin sus pertenencias, pero también fue bueno poder ayudar
y brindar nuestros servicios, el apoyo de las brigadas. Me siento
contenta de poder ayudar a las personas”.
Sin embargo, la joven enfermera se refirió al manejo político
que en diversos foros se quiso dar a la participación de
los estudiantes: “Es feo que algunas personas se aprovechen
de estas situaciones. Trabajamos por solidaridad, los estudiantes
participan de buena voluntad y vienen porque les nació
hacerlo. Mis compañeros tienen las ganas de ayudar a la
gente, de trabajar todos unidos, muchos dejaron otras cosas por
estar aquí ayudando, desde temprano hasta bien entrada
la tarde, y el fin de semana no hubo descanso”.
No
hubo nada político o de religiones, aseguran vecinos
Sin embargo, la última semana de octubre corrieron rumores
que trataban de tergiversar la naturaleza del apoyo que la comunidad
universitaria brindó a los damnificados de Veracruz. “Por
ahí vimos un reportaje que decía que la UV estaba
haciendo propaganda para un partido y ésa es una grave
mentira”, adelantó Irma García.
“A río revuelto, ganancia de pescadores, dice el
dicho. Orita, como los partidos políticos están
en contienda, de ahí se están agarrando, pero la
verdad no, por parte de la UV no hubo nada de eso. Al menos, yo
me siento muy satisfecha con el trabajo que se hace con la UV”,
añadió.
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Los
universitarios entregaron apoyos casa por casa.
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Josefina
Aguirre dijo: “No, nada de eso. Uno nunca queda bien con las
personas, pero no hubo nada político ni de católicos,
ni religiones ni partidos. Lo que nosotros queremos es seguir en la
lucha por los que más necesitamos”.
“De ninguna manera hicieron negocio o ayudaron a políticos,
entregaron las despensas, casa por casa o en la casita del manglar,
pero por medio de un partido no. No pedían la tarjeta de elector
que muchos pidieron, me consta, pero de parte de la UV nunca vimos
que hicieran este tipo de cosas”, aseguró Consuelo Esquivel.
“En ningún momento pidieron una tarjeta o dijeron: Les
vamos a dar porque ustedes van a hacer esto, de ninguna manera, nada.
Si algo así se dijo, no es cierto, bastante hicieron ellos
con venir acá a auxiliarnos, para que entraran para acá
estaba difícil, porque tenían que andar en lancha».
Incluso en la tragedia se aprende: Vicerrectoría
Emilio Zilli Debernardi, vicerrector de la región, consideró
que la participación de los estudiantes en eventos como éste
implican la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos y experiencias,
importantes en la formación de los universitarios.
“Pobre resultaría si quisiéramos intervenir solamente
en el acopio de víveres, encalamiento de viviendas o el levantamiento
de la encuesta. No sólo se trata de intervenir, sino aprovechar
los escenarios académicos que plantea esta intervención.
No esperábamos el agradecimiento, sino que buscamos a quién
debemos agradecer por tener la oportunidad, dentro de esta desgracia,
de participar aprendiendo”.
Para el vicerrector, la participación de los estudiantes se
realizó, “en primera instancia, por interés humanitario,
por una percepción social de ayudar a quienes lo requieren,
pero esta intervención permite dar un valor adicional a la
presencia del estudiante: hemos encontrado que puede elevar su autoestima
personal (escuchar a la población, encontrar escenarios que
no imaginaban: la miseria de muchas colonia)y que se eleva la autoestima
institucional (han mostrado orgullo de sentirse parte de la universidad
pública, la satisfacción de servir a la sociedad)”.
Además, de acuerdo con Zilli, los estudiantes también
“pudieron generar conocimientos propios y encontrar que no sólo
llegaron a las zonas a enseñar, sino que recibieron enseñanzas
muy importantes. Aumentó su capital social, humanitario, la
capacidad de relacionarse con sus compañeros de otras carreras
y la capacidad para tener un diálogo con la sociedad. Además,
aprendieron que las inclemencias del tiempo suelen mostrar la imprudencia
del hombre al construir en áreas inadecuadas. Han aprendido
a ser útiles, como lo han expresado con frecuencia, así
como el valor de la palabra gracias y el valor que la Universidad
tiene para la sociedad».
Sin embargo, a pesar de que la comunidad universitaria demostró
«sentimientos, solidaridad, deseos de ayudar, debemos que sistematizar
nuestra participación, estar preparados, porque no basta el
deseo de ayudar, sino hacerlo de manera organizada. Flexibilizar,
también, el deseo de participación y hacerlo sin afectar
las clases, porque tenemos que decir que todas las actividades de
apoyo de los estudiantes se hicieron sin afectar sus clases. El aprecio
por los problemas sociales, en momentos de emergencia, también
resulta una oportunidad excepcional para aprender”.
La comunidad universitaria, de acuerdo con su juicio, también
pudo revalorar “la oportunidad de ayudar a los demás,
identificar el valor de la autoestima, organizarse a partir de la
emergencia, tener una percepción social más cercana,
conocer a los actores sociales que pueden intervenir en estas situaciones
–como los partidos políticos o las religiones, los líderes.
También a dimensionar la miseria y el hambre, el valor de la
mujer, que estaba al frente de las casas, y cómo las personas
humildes, cuando se les invitan a participar, responden a la Universidad:
que hay gran aprecio y confianza y respeto por la Universidad, y eso
es claro: cuando la UV entró a entregar despensas, gozó
de mayor credibilidad que otras instancias”. |
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