Incluir
a los cafetales en la lista de ecosistemas que capturan y transforman
naturalmente el bióxido de carbono –principal contaminante
de la atmósfera y causante del cambio climático–,
permitiría a cientos de cafetaleros recibir de los países
industrializados bonos económicos por conservar sus fincas,
según un estudio presentado por investigadores de la Universidad
Veracruzana.
De ser aceptada esta propuesta, daría valor ecológico
agregado a sus cultivos y generaría una fuente alternativa
de recursos económicos para los campesinos veracruzanos, que
no han podido recuperarse de la caída de los precios del aromático
que frenó su desarrollo desde hace 20 años, y que ha
impulsado un fenómeno masivo de migración hacia Estados
Unidos.
El grupo de investigadores del Laboratorio de Biotecnología
Aplicada (Labioteca) argumenta en el estudio que si el 88
por ciento de los cafetales coexiste con árboles y especies
del bosque mesófilo de montaña, el agroecosistema que
más CO2 capta en la atmósfera, los cafetales deberían
incluirse como sitios a conservar y, por tanto, serían sujetos
de pago por servicios ambientales.
Esta alternativa resulta especialmente valiosa para Veracruz si se
considera que en él existen 152 mil hectáreas fragmentadas
de superficie cafetalera, manejadas por más de 67 mil productores,
y el 94 por ciento de ellos cultiva menos de cinco hectáreas,
según un estudio de Gustavo Ortiz Ceballos.
Lázaro Sánchez, director del Labioteca, explicó
que el pago por servicios ambientales se está constituyendo
como un mecanismo mundial para tratar de remediar el daño ambiental
por emisión de CO2, al permitir que los países industrializados
financien la conservación de bosques y ecosistemas que purifican
el medio ambiente y capturan este gas invernadero que, entre otras
cosas, está provocando el calentamiento global y alteraciones
climáticas severas y evidentes.
Explicó que la acumulación de CO2 en la atmósfera
se debe a que los bosques de viejo crecimiento, la vegetación
en general y el océano (que funcionan como sumideros o reservas
de bióxido de carbono), no alcanzan a capturar las crecientes
cantidades de este contaminante que se emiten diariamente por los
procesos de combustión necesarios en un mundo cada vez más
industrializado.
De ahí que los países hayan identificado como línea
de acción la mitigación del incremento de este gas,
lo que sólo es posible en dos sentidos: frenando las actividades
industriales (lo que afecta intereses económicos) o aumentando
el número de sumideros o ecosistemas que, al transformar el
bióxido de carbono en madera a través de la fotosíntesis,
o en otros compuestos, apoyan esta labor.
El hecho es que los bosques y otros ecosistemas actúan como
“secuestradores” o “captadores” de dióxido
de carbono, por lo que el pago de servicios ambientales promueve que
aquellos países que más emitan este contaminante (los
más industrializados o desarrollados), paguen la conservación
o reforestación de países en vías de desarrollo
para equilibrar la emisión y la captura de CO2.
Para ello, dijo, se han creado unos certificados denominados “bonos
de carbono”, que permiten a los países industrializados
cumplir con su obligación de mitigar gases de efecto invernadero,
según los parámetros internacionales, y a los países
en vías de desarrollo utilizar el recurso económico
que les proporciona la emisión de bonos para promover la reforestación,
la investigación y la conservación.
De hecho, de los proyectos desarrollados hasta 2003 en América
Latina dentro de los acuerdos internacionales para mitigación
de contaminantes, los principales compradores de bonos de carbono
fueron el Fondo Prototipo de Carbono del Banco Mundial, Fondos Holandeses
y fondos mixtos de empresas como MGM Internacional y Ecoenergy internacional,
según confirma un estudio de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL) de 2004.
Necesidades
En la región central de Veracruz, productora de café,
y a partir de una perspectiva intermunicipal, se requiere promover
un programa que proponga considerar a los cafetales con sombra para
la captura de carbono que incluya no sólo justificación
ambiental sino una dimensión jurídica, señalan
Rosario Pineda López, Gustavo Ortiz y Lázaro Sánchez,
autores del estudio.
Además, proponen diseñar un instrumento que permita
monitorear y evaluar geográficamente los ecosistemas y su
contribución a la captura y almacenamiento de CO2 en el ámbito
local y regional, para priorizar acciones de pago, manejo y conservación
de los mismos, de una perspectiva de desarrollo regional.
Entre otras cosas, los autores destacaron la necesidad de sensibilizar
a las autoridades municipales sobre la necesidad de fomentar el
mantenimiento de los cafetales con sombra diversificada, como proveedores
de servicios ambientales locales, y proponer su consideración
como parte del Plan de Desarrollo Municipal, así como del
reglamento ambiental municipal, en el entendido de que gran parte
de la economía de la región está basada en
la cafeticultura.
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