Año 6 • No. 202 • noviembre 21 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Mujeres indígenas constituyen el sector más vulnerable de nuestra sociedad
Gina Sotelo


Elia Mendoza Téllez.

En México, las mujeres indígenas “son los seres más vulnerables desde el punto de vista social, económico y político; de manera permanente padecen discriminación, marginación, pobreza y violencia no sólo al interior de sus familias sino de la sociedad en general”, afirmó Elia Mendoza Téllez, al participar en la mesa redonda Grupos indígenas vulnerables, durante el II Seminario de Cuerpos Académicos de Ciencias Penales, que organiza el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UV.

La marginación y pobreza padecida por las mujeres indígenas a lo largo de la historia, dijo, se remonta a la propia conquista de América por parte de los colonizadores españoles: “Desde esa época de sometimiento, nuestro pueblo ha padecido una gran discriminación, situación que
a la fecha no ha parado sino que se ha ido expandiendo hasta nuestros días, lo que hace que los indígenas se sientan extraños en su propio grupo social”.

“No hemos llegado a los niveles de igualdad y protección aspirados por la Constitución que nos rige y que debería traducirse a todas las esferas de la vida social”.

Para la investigadora de la UV, fue a partir de la Conquista que en México se agudizó un clima de violencia donde la mujer es ignorada y cuenta con una nula participación, situación que no ha cambiado. “Su condición es similar a la de un objeto que se comercializa por bienes o dinero”.

La mujer indígena es opacada por el hombre, quien siente que cuenta con un derecho natural para insultar y golpear a la mujer, daño que además de ser físico es moral. Es además amenazada y le es coartada su libertad de elegir con quién casarse y de decidir sobre cuántos hijos quiere tener: “Vive en total desprotección física y económica”.

Las mujeres indígenas, añadió, son disminuidas por su sexo y condición étnica y, a nivel nacional, se atenta contra ellas en sus principios de igualdad, a través de un tipo de violencia que se expande en la familia, las instituciones, la calle y el trabajo: “Son débiles víctimas a quienes en muchos casos se les niega la atención médica, las medicinas, no se les contrata en los trabajos y si son contratadas, las obligan a no embarazarse. Jurídicamente están solas”.

Además, son objeto de violencia sexual, tanto en el hogar como en la calle y en la escuela: “Se les violenta sexualmente y aunque apenas se están atreviendo a levantar la voz, su clamor no es escuchado lo suficiente”.

La investigadora señaló como reto lograr que las mujeres indígenas tengan mejores condiciones de vida, esfuerzo que deben asumir todos los estados y todos los gobiernos: “Debemos luchar hasta lograr las medidas pertinentes para que se les reconozca su dignidad. Esta lucha no debe acabar hasta lograr la igualdad de respeto que se merecen, nuestra solidaridad y tolerancia”.