Año 6 • No. 208  • Enero 23 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Exponen alma, cuerpo y sexo, aseguró la actriz Margarita Sanz
Coreógrafos convierten a bailarines en intérpretes y no en creadores de danza
Alma Espinosa
Jamás debe tratarse a un bailarín como a un soldado, dijo
Los bailarines reprimen sus emociones debido a que los coreógrafos les exigen demostrar al público que sienten la danza, pero no les enseñan la forma de hacerlo. Ellos sólo son vistos como intérpretes y no como creadores en un campo fértil en el que exponen alma, cuerpo y sexo, aseguró la actriz Margarita Sanz, durante su visita a la Facultad de Danza de la Universidad Veracruzana (UV).

Luego de impartir el curso “Proyección emotiva” durante dos semanas a estudiantes de esta facultad, Margarita Sanz, quien actuó en la cinta El callejón de los milagros (1995), explicó que en México a los bailarines se les tiene muy abandonados, porque no les enseñan a proyectar sus emociones y se tienen que enfrentar a coreógrafos que les piden cosas que ni siquiera ellos saben hacer.

Comentó que en los cursos que imparte a bailarines desde hace más de una década, les habla mucho del futuro, de las decisiones que deberán tomar cuando sean coreógrafos y recomienda que tengan una buena comunicación con los bailarines para mantener espacios abiertos en los que hablen sobre sus proyectos e inquietudes. Igualmente, dijo, es necesario propiciarles un campo de experimentación que refleje la creatividad del bailarín.


La actriz Margarita Sanz dijo imparti{o en Danza el curso “Proyección emotiva”.
Enfática, aseguró que jamás debe tratarse a un bailarín como a un soldado. Agregó que “los coreógrafos no deben pedir copias exactas de lo que se les ocurrió, sino que deben ir más adentro, más a fondo”. Además, aseguró que los coreógrafos requieren de manera urgente clases de ordenamiento de material gramático, es decir, cómo contar una historia.

“Necesitan saber contar una historia porque de lo contrario el bailarín refleja en el escenario las mismas confusiones que tuvo el autor y el resultado es que el espectador no logra entender”, explicó. En cambio, si organizan sus ideas y la forma de expresarlas para el danzante será mucho más fácil.
La importancia de la expresión de las emociones es tan importante para la actriz que ha participado en una gran cantidad de películas, novelas y obras teatrales, que sugirió la inserción de un curso de proyección emotiva durante los estudios de licenciatura. “Por lo menos dos veces a la semana los jóvenes deben transcurrir en la libertad de expresión, sin olvidar el rigor y la técnica”, aseguró.

Siempre expresiva y con una seguridad que parece inquebrantable, Margarita Sanz confesó que se ha dedicado, en la medida que sus compromisos en el cine y la televisión se lo permiten, a investigar acerca de la danza. A partir de la década de los noventa ofreció su primer curso a los integrantes de un ballet de Emma Pulido. “Recuerdo que ella me pidió que les enseñara a sentir a sus bailarines y entre risas expresé: ‘Válgame Dios, qué significa esto’”, refirió.

Así, tomó el reto de enseñar a sentir, lo cual muy pocos artistas saben hacer, declaró. Para su tarea creó un taller con ejercicios de desinhibición emotiva, autogestión, expresión por medio del cuerpo y creación de emociones. Esto con el objetivo de que los alumnos sepan y tengan facultad de poder crearse emociones, imágenes y puedan manipularlas dentro de sus movimientos para que los espectadores vean a grandes bailarines que expresan sentimientos como parte de este arte tan difícil como es la danza.

Todo esto es lo que la actriz de 51 años enseña a los jóvenes, además de movimientos coreográficos, diagonales de emoción individuales y encontradas, elementos de proyección como el rostro, los ojos, la respiración, el silencio, así como los elementos que son contraste. “No les pido que hagan cara de algo, sólo que su rostro responda a lo que está sintiendo por dentro”, expresó.

Lo anterior es posible al recordar imágenes propias, íntimas; por ejemplo, la pérdida de algún ser humano que haya amado para sentir tristeza. “Si yo le pido que con esa tristeza haga grandes movimientos, su rostro me dirá cosas muy interesantes. El movimiento ya lo maneja, se lo han enseñado, pero ahora está sintiendo, recordando”.

Uno de los grandes obstáculos a los que se enfrentan los bailarines y en general cualquier artista es la inhibición. Ésta existe en todos las profesiones, incluso en los actores de cualquier edad. “Yo también la he sentido y posiblemente me siga hasta que muera; lo que sucede es que cambian los grados de inhibición, pero no se elimina porque nos preocupa la opinión de los demás”, resaltó.

La inhibición está estrechamente ligada a la inseguridad, la cual es “prima hermana del alma y siempre está metida ahí obstaculizando. Sin embargo, también nos da una tensión natural para luchar contra ella. Cuando empieza a diluirse salen cosas maravillosas, asentó la actriz que impartió por segundo año consecutivo el curso a jóvenes de la UV.

Antes de concluir la entrevista, la actriz comentó que sus alumnos también realizan ejercicios colectivos para desinhibirse ante el público, los cuales implican tocarse a sí mismos física y emocionalmente y luego hacerlo ante los demás. Son ejercicios en los que el uso de la voz es esencial así como del cuerpo, siempre con el fin de expresar lo que están sintiendo en ese momento.