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Exponen
alma, cuerpo y sexo, aseguró la actriz Margarita Sanz
Coreógrafos
convierten a bailarines en intérpretes y no en creadores
de danza
Alma Espinosa |
Jamás
debe tratarse a un bailarín como a un soldado, dijo |
Los
bailarines reprimen sus emociones debido a que los coreógrafos
les exigen demostrar al público que sienten la danza, pero
no les enseñan la forma de hacerlo. Ellos sólo son vistos
como intérpretes y no como creadores en un campo fértil
en el que exponen alma, cuerpo y sexo, aseguró la actriz Margarita
Sanz, durante su visita a la Facultad de Danza de la Universidad Veracruzana
(UV).
Luego de impartir el curso “Proyección emotiva”
durante dos semanas a estudiantes de esta facultad, Margarita Sanz,
quien actuó en la cinta El callejón de los milagros
(1995), explicó que en México a los bailarines se les
tiene muy abandonados, porque no les enseñan a proyectar sus
emociones y se tienen que enfrentar a coreógrafos que les piden
cosas que ni siquiera ellos saben hacer.
Comentó que en los cursos que imparte a bailarines desde hace
más de una década, les habla mucho del futuro, de las
decisiones que deberán tomar cuando sean coreógrafos
y recomienda que tengan una buena comunicación con los bailarines
para mantener espacios abiertos en los que hablen sobre sus proyectos
e inquietudes. Igualmente, dijo, es necesario propiciarles un campo
de experimentación que refleje la creatividad del bailarín. |
La
actriz Margarita Sanz dijo imparti{o en Danza el curso “Proyección
emotiva”.
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Enfática,
aseguró que jamás debe tratarse a un bailarín
como a un soldado. Agregó que “los coreógrafos
no deben pedir copias exactas de lo que se les ocurrió, sino
que deben ir más adentro, más a fondo”. Además,
aseguró que los coreógrafos requieren de manera urgente
clases de ordenamiento de material gramático, es decir, cómo
contar una historia.
“Necesitan saber contar una historia porque de lo contrario
el bailarín refleja en el escenario las mismas confusiones
que tuvo el autor y el resultado es que el espectador no logra entender”,
explicó. En cambio, si organizan sus ideas y la forma de expresarlas
para el danzante será mucho más fácil. |
La importancia de la expresión de las emociones es tan importante
para la actriz que ha participado en una gran cantidad de películas,
novelas y obras teatrales, que sugirió la inserción
de un curso de proyección emotiva durante los estudios de licenciatura.
“Por lo menos dos veces a la semana los jóvenes deben
transcurrir en la libertad de expresión, sin olvidar el rigor
y la técnica”, aseguró.
Siempre expresiva y con una seguridad que parece inquebrantable, Margarita
Sanz confesó que se ha dedicado, en la medida que sus compromisos
en el cine y la televisión se lo permiten, a investigar acerca
de la danza. A partir de la década de los noventa ofreció
su primer curso a los integrantes de un ballet de Emma Pulido. “Recuerdo
que ella me pidió que les enseñara a sentir a sus bailarines
y entre risas expresé: ‘Válgame Dios, qué
significa esto’”, refirió.
Así, tomó el reto de enseñar a sentir, lo cual
muy pocos artistas saben hacer, declaró. Para su tarea creó
un taller con ejercicios de desinhibición emotiva, autogestión,
expresión por medio del cuerpo y creación de emociones.
Esto con el objetivo de que los alumnos sepan y tengan facultad de
poder crearse emociones, imágenes y puedan manipularlas dentro
de sus movimientos para que los espectadores vean a grandes bailarines
que expresan sentimientos como parte de este arte tan difícil
como es la danza.
Todo esto es lo que la actriz de 51 años enseña a los
jóvenes, además de movimientos coreográficos,
diagonales de emoción individuales y encontradas, elementos
de proyección como el rostro, los ojos, la respiración,
el silencio, así como los elementos que son contraste. “No
les pido que hagan cara de algo, sólo que su rostro responda
a lo que está sintiendo por dentro”, expresó.
Lo anterior es posible al recordar imágenes propias, íntimas;
por ejemplo, la pérdida de algún ser humano que haya
amado para sentir tristeza. “Si yo le pido que con esa tristeza
haga grandes movimientos, su rostro me dirá cosas muy interesantes.
El movimiento ya lo maneja, se lo han enseñado, pero ahora
está sintiendo, recordando”.
Uno de los grandes obstáculos a los que se enfrentan los bailarines
y en general cualquier artista es la inhibición. Ésta
existe en todos las profesiones, incluso en los actores de cualquier
edad. “Yo también la he sentido y posiblemente me siga
hasta que muera; lo que sucede es que cambian los grados de inhibición,
pero no se elimina porque nos preocupa la opinión de los demás”,
resaltó.
La inhibición está estrechamente ligada a la inseguridad,
la cual es “prima hermana del alma y siempre está metida
ahí obstaculizando. Sin embargo, también nos da una
tensión natural para luchar contra ella. Cuando empieza a diluirse
salen cosas maravillosas, asentó la actriz que impartió
por segundo año consecutivo el curso a jóvenes de la
UV.
Antes de concluir la entrevista, la actriz comentó que sus
alumnos también realizan ejercicios colectivos para desinhibirse
ante el público, los cuales implican tocarse a sí mismos
física y emocionalmente y luego hacerlo ante los demás.
Son ejercicios en los que el uso de la voz es esencial así
como del cuerpo, siempre con el fin de expresar lo que están
sintiendo en ese momento. |
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